domingo, 1 de septiembre de 2024

Jueves 26 de Septiembre de 2024

 

 

“JESÚS ES LA NOVEDAD DE DIOS”

 

PRIMERA LECTURA

ECLESIASTÉS 1, 2-11

 

“Nada hay nuevo bajo el sol”

 

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol?. Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice: "Mira, esto es nuevo", ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Tal vez nos extrañe el tono de la primera lectura de hoy. Ante todo, porque estamos acostumbrados a mirar la Biblia como una fuente de respuestas más que de preguntas. Se supone que la fe es para lograr seguridad, ¿no? ¡Y resulta que esta lectura del Eclesiastés está colmada de interrogantes y pareciera más invitarnos a dudar que a creer! Una primera conclusión es que la Biblia no es sólo una caja de respuestas. Muchas veces una pregunta es más importante que una respuesta, porque sólo la pregunta tiene el vigor para ponernos en movimiento. Y así es un hecho que Jesucristo, por ejemplo, no se dedicó a darle respuestas fáciles a la gente sino que muchas veces los dejó pensando o haciéndose preguntas. A veces terminaba sus discursos magníficos añadiendo cosas como "¡El que tenga oídos para oír que oiga!" Y así los ponía a pensar.

 

Además, es bueno que salgan a luz, a la luz de Dios, las preguntas que seguramente todos nos hacemos. Es muy posible, por ejemplo, que alguna vez nos hayamos sentido simplemente fastidiados por la historia humana que parece repetirse siempre. Entonces diremos: "¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos en la tierra? Pasa una generación, viene otra, pero la tierra permanece siempre." Si uno no percibe esa contingencia, esa especie de fragilidad y provisionalidad de todas las cosas visibles y pasajeras, seguramente nunca buscará las duraderas y eternas.

 

SALMO RESPONSORIAL: 89

R. / Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

 

Tú reduces el hombre a polvo,

diciendo: "Retornad, hijos de Adán."

Mil años en tu presencia

son un ayer, que pasó;

una vela nocturna. R.

 

Los siembras año por año,

como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana,

y por la tarde la siegan y se seca. R.

 

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?

Ten compasión de tus siervos. R.

 

Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Frente al Dios eterno y transparente el ser humano siente su pequeñez y su fragilidad, más cuando está agobiado por la calamidad, sin embargo, puede esperar su bondad. La pequeñez humana ha sido transformada por la encarnación del Hijo de Dios, quien asumió nuestra miseria para hacernos participar de la vida divina.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 9, 7-9

 

“A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”

 

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Los poderosos se ponen nerviosos ante los profetas. Sucedió en el Antiguo Testamento y ahora con Jesús el Profeta del Reino. Los poderosos no niegan sus crímenes como lo hace Herodes que mandó decapitar a Juan el Bautista, pero los poderosos quedan un poco nerviosos al ver que la profecía no termina, que a veces, como ahora con Jesús, se agranda y quiere recibir una explicación. Los poderosos creen que con la muerte del profeta se termina el problema, su reino de explotación y crueldad queda seguro. Se acabó el problema para ellos. Por eso Herodes está preocupado, tiene curiosidad para saber algo más sobre Jesús y en qué le va a traer problemas, o tal vez quiere usar la fama del profeta para su propio interés. Nunca se entenderán el profeta y el gobernante injusto, a no ser que el profeta pierda su esencia. A la Iglesia le urge recuperar la profecía, liberarse de tanta institucionalidad para salir a la calle de prisa al encuentro de la vida. Una Iglesia que ofrezca al mundo un proyecto alternativo.  

 

ORACIÓN

El amor en Ti no pierde su valor, aunque a veces todavía no seamos buenos y la vida parezca una rutina siempre estarás ahí dándote  a conocer y  amar, haciendo las cosas nuevas y manifestando tu obrar en nuestra vida para que volvamos el rostro y veamos cuán grande, humano, divino y misericordioso eres. Gracias Señor,  porque siempre nos acompañas, nos guías y nos abandonas.  Amén.

 

 

“Nuestro deseo de ver y escuchar a Jesús es para obedecer su Palabra, no por pura curiosidad o necesidad”

 

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