“CIEGOS, SORDOS,
MUDOS”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 35, 4-7A
“Los oídos del sordo se
abrirán, la lengua del mudo cantará”
Decid cobardes de corazón:
"Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene
en persona, resarcirá y os salvará." Se despegarán los ojos del ciego, los
oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo
cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el
páramo será un estanque, lo reseco un manantial. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El profeta Isaías es el
profeta de la consolación. El pueblo en medio del dolor que ha generado el destierro,
necesita una voz de aliento y esperanza, por eso el profeta los invita a
tener valor a que «no tengan miedo», es necesario confiar en Dios pues él va a
salvar a su pueblo de la esclavitud.
El profeta evoca con sus
palabras el recuerdo de la tierra de Palestina con sus riquezas naturales,
torrentes y manantiales, una tierra fértil y espaciosa, un paraíso o una tierra
prometida, que les espera después del exilio, a la que regresarán como en un
nuevo éxodo. En esta tierra se volverán a instaurar y reconstruirán el Templo,
la ciudad y la historia. Y vivirán en plenitud, llenos de vida y salud, con sus
órganos de los sentidos completos, capaces de percibir lo que está pasando a su
alrededor. En las mismas palabras del profeta, se puede descubrir la fuerza de
Dios, que busca reanimar a los abatidos y transformar la tierra devastada. El
profeta anuncia tantos bienes que parece la llegada de los tiempos mesiánicos.
SALMO RESPONSORIAL: 145
R. / Alaba, alma mía, al Señor
Que mantiene su fidelidad
perpetuamente,
que hace justicia a los
oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los
cautivos. R.
El Señor abre los ojos al
ciego,
el Señor endereza a los que ya
se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los
peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la
viuda
y trastorna el camino de los
malvados.
El Señor reina eternamente, tu
Dios, Sión de edad en edad. R.
OREMOS CO N EL SALMO
La alabanza
expresada en este Salmo se fundamenta en el poder creador del Señor y en su
bondad para con los pobres y oprimidos. Los motivos para alabar a Dios están
precedidos de una exhortación sapiencial y de una “bienaventuranza”. El
salmista invita a los fieles a no confiar en los poderosos, porque de ellos no
puede venir la salvación; proclama la felicidad de los que confían en el Señor. Jesús
proclamó el Reino de Dios y lo hizo presente con sus obras de compasión y
poder.
SEGUNDA LECTURA
SANTIAGO 2. 1-5
“¿Acaso no ha elegido Dios a
los pobres para hacerlos herederos del Reino?”
Hermanos míos: No juntéis la
fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan
dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en
los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís:
"Por favor, siéntate aquí en el puesto reservado." Al pobre, en
cambio: "Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso,
¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos,
escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos
en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
La carta de Santiago es un
reclamo fuerte a la fraternidad. El que hace distinción de personas en la
asamblea, es decir, en la celebración litúrgica, no puede ser cristiano.
Santiago en su carta nos habla de diferencias y desigualdades en el interior de
la misma comunidad, paradójicamente donde se tendría que construir otro modelo
que prefigure la relación que los seres humanos deben construir en la vida
social. En una palabra: la fraternidad, como fruto del mandamiento del amor,
empieza en la misma celebración litúrgica y se debe hacer realidad en las
relaciones sociales de los miembros de la comunidad. Cada vez que el cristiano
celebra la eucaristía debe asumir el compromiso del amor real, un amor que se
hace efectivo en las obras que enriquecen la vida y la llenan de contenidos de
humanización. Ésta es una tarea que tenemos que asumir para hacer de la
celebración cristiana un espacio de vida abundante y de experiencia profunda de
amor.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 7, 31-37
“Hace oír a los sordos y
hablar a los mudos”
En aquel tiempo, dejó Jesús el
territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la
Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le
piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió
los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo,
suspiró y le dijo: "Effetá", esto es "Ábrete". Y al momento
se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin
dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo
mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro
decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los
mudos." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos dice
que los paganos también fueron destinatarios del anuncio del Reino de Dios por
parte de Jesús. Que saliendo Jesús de nuevo de la región de Tiro se dirigió por
Sidón hacia el mar de Galilea, por en medio de los límites de la Decápolis,
todo en territorio pagano. Y le trajeron un sordomudo y le pidieron que le
impusiera las manos. Es una de las poquísimas veces que vemos a Jesús fuera de
su país; si creemos a los evangelios, Jesús, prácticamente, no viajó al
extranjero. Es importante señalar que en aquel entonces, ir al «extranjero» es
también ir al «mundo de los paganos»... no como hoy. En este fragmento del
evangelio de Marcos observamos a Jesús pues en medio de gente de otra religión…
Puede ser muy significativo para nosotros el comportamiento que tenga hacia
esas personas que no creen en el Dios de Abraham que cree Jesús...
En efecto. Vemos en primer
lugar cómo Jesús no está entre los gentiles o paganos con una actitud
«apostólica»,tampoco parece preocupado por hacer entre ellos proselitismo
religioso: no trata de convertir a nadie a su religión, a la fe israelita, en
el Dios de Abraham. Y tampoco vemos que Jesús aproveche su paso para «impartir
la doctrina», «enseñar y divulgar las santas máximas de su religión». Más aún:
observemos que ni siquiera predica, no da discursos religiosos. Más bien,
simplemente «cura». Es decir: no teoría, sino práctica. Hechos, no palabras.
No podemos decir que Jesús
pase por el territorio pagano con indiferencia, o con los ojos cerrados, como
si no tuviera nada que hacer allí… Más bien diríamos que lo que considera es
que no tiene mucho que decir. No lo vemos discurseando, ni dando su «servicio
de la palabra», sino curando y sanando. No habla del Reino (lo que es su
«profesión» y hasta su «obsesión» dentro de los límites de Israel); fuera de su
territorio religioso calla sobre el Reino y «hace Reino». O como dice la gente
al verle: «hace el bien», no habla sobre el bien, «donde se hace el bien, allí
está el Reinado de Dios»,
ORACIÓN
Hoy Señor nos muestras en tu
Palabra como a través de los profetas das ánimo y certeza de una vida diferente
para quienes has llamado a formar parte de tu pueblo. Ayúdanos por favor para
permanecer en esa promesa de liberación y que nos quites todas las limitaciones
para comprender la verdadera dimensión del amor del Padre en Jesús.
Amén
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: