sábado, 1 de octubre de 2022

Miércoles 05 de Octubre de 2022

 

“LA ORACIÓN DEL SEÑOR”

 

PRIMERA LECTURA

GÁLATAS 2, 1-2. 7-14

 

“Reconocieron el don que he recibido”

 

Hermanos: Transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén en compañía de Bernabé, llevando también a Tito.  Subí por una revelación. Les expuse el Evangelio que predico a los gentiles, aunque en privado, a los más representativos, por si acaso mis afanes de entonces o de antes eran vanos. Al contrario, vieron que Dios me ha encargado de anunciar el Evangelio a los gentiles, como a Pedro de anunciarlo a los judíos; el mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a mí para la mía entre los gentiles. Reconociendo, pues, el don que he recibido, Santiago, Pedro y Juan, considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de solidaridad, de acuerdo en que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. Una sola cosa nos pidieron: que nos acordáramos de sus pobres, y esto lo he tomado muy a pecho. Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que encararme con él, porque era reprensible. Antes de que llegaran ciertos individuos de parte de Santiago, comía con los gentiles; pero cuando llegaron aquellos, se retrajo y se puso aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión. Los demás judíos lo imitaron en esta simulación, tanto que el mismo Bernabé se vio arrastrado con ellos a la simulación. Ahora que, cuando yo vi que su conducta no cuadraba con la verdad del Evangelio, le dije a Pedro delante de todos: "Si tú, siendo judío, vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a las prácticas judías?"   Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

La lectura de hoy nos invita a tener una perspectiva distinta. Queda claro que hasta cierto punto es normal que mientras caminamos en esta tierra haya disputas y queda claro también que algo bueno puede salir de ellas. Es interesante notar la actitud de Pablo: por una parte reconoce de lleno y sin rodeos la autoridad de los apóstoles a los que llama "columnas." Más interesante aún notar su motivación interior y personal: "no sea que tanto entonces como ahora me estuviera esforzando inútilmente." Esas palabras indican la convicción de un hombre que sabe que apartarse de la comunión con la Iglesia es "esforzarse inútilmente." Se pueden lograr cosas pero será esfuerzo perdido en buena parte. A la larga, el que no edifica junto a los apóstoles, a la comunidad, no edifica para Cristo.

Pero esa obediencia de Pablo va unida a lo que podríamos llamar un gran sentido crítico. Pablo no es un tonto ni un cobarde. Se da cuenta de las cosas y obra en consecuencia, denunciando el doblez incluso en la cabeza más alta de la Iglesia. No deja de ser cristiano por criticar y hacer ver su punto de vista. Es decir, en él se juntan una obediencia auténtica y un espíritu fuerte que se pliega sólo ante la verdad. Algo así necesita siempre la Iglesia y nosotros de la cual formamos parte.

 

SALMO RESPONSORIAL: 116

R. / Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

 

Alabad al Señor, todas las naciones,

aclamadlo, todos los pueblos. R.

 

Firme es su misericordia con nosotros,

su fidelidad dura por siempre. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este es el salmo más breve y es un canto esencial de alabanza. La iglesia universaliza la invitación a alabar al Señor. Esto significa que el salmo, dirigiéndose a todos los pueblos de la tierra, revela el carácter universal de la Redención obrada por Cristo, por medio de la cual todos los seres humanos somos llamados a formar parte del Pueblo de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 11, 1-4

 

Señor, enséñanos a orar

 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

El les dijo: "Cuando oréis, decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación"". Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

A nosotros nos resulta común referirnos a Dios como Padre, porque así nos lo transmitieron por generaciones y así lo seguimos asumiendo. Sin embargo, para la gente de su época era difícil y escandaloso concebir una relación tan personal con Dios. La oración del “Padre nuestro” es una oración de íntima confianza, amor y seguridad hacia Dios que sostiene nuestra vida. Pero al mismo tiempo, es un compromiso llamarlo Padre porque nos hace hermanos y hermanas más allá de religiones, raza o diversidad cultural. El mito de la raza, la religión, la riqueza y el poder nos ha hecho creer que no todos tenemos igual dignidad y derechos. Nos recuerda el Papa Francisco: “Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un nosotros que habita la casa común” (Fratelli Tutti 17). Este día podríamos buscar un espacio tranquilo para orar y meditar el “Padre nuestro”, dejando que cada una de sus expresiones encuentren resonancia en nuestra vida y nuestras relaciones.

ORACIÓN

Señor de la vida, que bella oportunidad para encontrarnos hoy de nuevo contigo en la escuela de la oración, que maravilloso momento que tú nos regalas, en el que  nos descubrimos  amados(as) por tu bondad; gracias por mostrarnos el amor infinito del Padre y por acercarnos poco a poco a su corazón. De la escuela de la oración queremos hoy pasar a la escuela de la vida.    

“Clamemos a Cristo que nos enseñe a orar y al Espíritu Santo que haga oración en nosotros para poder escucharlo, verlo, buscarlo y ser libres”

 

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