sábado, 1 de octubre de 2022

Sábado 01 de Octubre de 2022

 

 

 “CONOCER PERSONALMENTE AL SEÑOR”

 

PRIMERA LECTURA

JOB  42, 1-3. 5-6. 12-16

 

“Ahora te han visto mis ojos, por eso me retracto”

 

Job respondió al Señor: "Reconozco que lo puedes todo, y ningún plan es irrealizable para ti, yo, el que te empaño tus designios con palabras sin sentido; hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión. Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso, me retracto y me arrepiento, echándome polvo y ceniza."

El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio; sus posesiones fueron catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. Tuvo siete hijos y tres hijas: la primera se llamaba Paloma, la segunda Acacia, la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les repartió heredades como a sus hermanos. Después Job vivió cuarenta años, y conoció a sus hijos y a sus nietos y a sus biznietos. Y Job murió anciano y satisfecho. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

Job aparece en la Biblia como un hombre justo. Es alguien que practica la Ley, como se ve claramente en los largos diálogos que tiene con sus amigos. Sin embargo, llegados al final del libro que lleva su nombre, oímos algo sorprendente: este hombre que sólo puede ser calificado de muy religioso sólo conocía a Dios “de oídas”.

 

La gran paradoja de Job es que está lleno de religión y vacío de Dios. Aunque “vacío” es un calificativo extremo, tal vez. Algo tiene de Dios, pero es sólo la noticia externa. Otros le han dicho. Tiene noticia de Dios y ha deducido muchas cosas de lo que Dios “debe” ser pero en realidad no se ha encontrado con él. Por cierto, a muchos nos puede pasar, conocemos de la vida en la Iglesia, nos han bautizado, vamos a la Eucaristía, pero no conocemos verdaderamente  el poder  salvador y liberador de Jesucristo; ni hemos experimentado la obra  personal de Él en nuestras vidas. Dejémonos cuestionar hoy con esta lectura de Job, sobre nuestra relación con el Señor, y sobre todo, pidamos al Espíritu Santo la gracia de una experiencia viva, real, palpable del amor divino, en nuestras vidas.

 

 

SALMO RESPONSORIAL: 118

R. / Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

 

Enséñame a gustar y a comprender,

porque me fío de tus mandatos. R.

 

Me estuvo bien el sufrir,

así aprendí tus mandamientos. R.

 

Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,

que con razón me hiciste sufrir. R.

 

Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,

porque todo está a tu servicio. R.

 

Yo soy tu siervo: dame inteligencia,

y conoceré tus preceptos. R.

 

La explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes. R.

 

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo presenta las excelencias de la ley de Dios, entendida como la manifestación de la voluntad de Dios para el ser humano. Su cumplimiento le asegura el bienestar y la dicha. La urgencia de cumplir siempre la voluntad de Dios nace de la misma fe. Para nosotros se trata de “la Ley perfecta del amor” que se encuentra en el evangelio y se encarna en el seguimiento de Jesucristo.     

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 10,17-24

 

“Estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo”

 

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”

El les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rato. Mirad os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”. Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”. Palabra de Dios.           

 

REFLEXIÓN

 Los Setenta y dos regresan de la misión contentos y felices. Saben que han cumplido la tarea con dedicación, pero sobre todo reconocen que la obra ha sido de Dios. A Él le deben el fruto del trabajo misionero.

Jesús eleva una acción de gracias a su Padre por la misión encomendada a los setenta y dos discípulos. Jesús los escucha, los anima y se deja contagiar de su optimismo. Pero les recuerda que su íntima unión con Dios es la raíz de su vida y misión, de su alegría; proclama dichosa a la comunidad discipular en misión porque en ella se hace presente el Reino. La Buena Nueva se proclama y transmite a través de personas normales y en la cotidianidad de sus vidas. Éste es el camino que Dios ha elegido para hacer germinar la semilla del Reino. La encarnación del Hijo en las realidades de sufrimiento sigue comprometiendo a la comunidad a consolar y sanar las heridas. La confianza que Dios ha depositado en sus hijos e hijas pide una respuesta coherente, corazones valientes y compasivos. No olvidemos que el gran tesoro de la salvación está vedado a los soberbios y a quienes se creen sabios. ¡Hagámonos pequeños para Dios y para nuestra  comunidad!

ORACIÓN

Dios de la amistad, toma en este día nuestras manos, mente y corazón,  úsanos y capacítanos en la construcción de tu Reino. Regálanos la sabiduría de tu Espíritu, y llévanos a caminar en este día por sendas de justicia. Tú que siempre te revelas a los sencillos y pequeños y los utilizas para anunciar al mundo tu misericordia, tómanos y haznos instrumentos de tu paz y amor. Amén.

 

“Hay que crecer en sabiduría para dar a conocer la Buena Nueva”

 

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