miércoles, 1 de junio de 2022

Miércoles 01 de Junio de 2022

 

“SOMOS DE DIOS”

 

PRIMERA LECTURA

HECHOS 20,28-38

 

“Os dejo en manos de Dios, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia”

 

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: "Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir.""

Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Las lecturas de hoy presentan dos discursos de despedida, Pablo y Jesús. Pablo dice adiós a los ancianos de la comunidad de Éfeso a sabiendas de que será su último encuentro: por eso entrega sus últimas recomendaciones a aquella comunidad que él tanto amó.

Antes del emocionante adiós junto al barco, se refiere al futuro de la comunidad y a la actuación de sus responsables. La primera frase es muy densa: “Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo”. O sea: la comunidad o la Iglesia es de Dios Padre, que se la ha adquirido comprando con la sangre de su Hijo, Jesús, ha sido el Espíritu quien ha puesto  a estos presbíteros como responsables y pastores de la comunidad, y deben tener cuidado de ellos mismos y del rebaño a ellos confiado.  El protagonista es Dios Trino, por una parte y por otra, la comunidad. Los pastores han sido nombrados para que cuiden de ella, librándola de los peligros que la acechan: lobos feroces deformarán la doctrina e intentarán arrastrar a los discípulos. Los buenos pastores deberán estar alerta, como lo había estado siempre el mismo Pablo. Además deberán mostrarse desinteresados en el aspecto económico. De nuevo Pablo se pone como ejemplo, porque nunca quiso ser carga para la comunidad.  Hace memoria del testimonio y dedicación generosa que les prodigó sin pedir algo a cambio, para que ellos también se entreguen al pastoreo de la Iglesia gratuitamente y con responsabilidad.

 

 

SALMO RESPONSORIAL: 67

R. / Reyes de la tierra, cantad a Dios.

 

Oh Dios, despliega tu poder,

tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.

A tu templo de Jerusalén

traigan los reyes su tributo. R.

 

Reyes de la tierra, cantad a Dios,

tocad para el Señor,

que avanza por los cielos,

los cielos antiquísimos,

que lanza su voz, su voz poderosa:

"Reconoced el poder de Dios." R.

 

Sobre Israel resplandece su majestad,

y su poder, sobre las nubes.

¡Dios sea bendito! R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo nos recuerda hoy que la historia de salvación tiene su culminación en la historia de Jesús y del pueblo que le sigue, le cree y recibe su Espíritu Santo, por eso la invitación a unirse al pueblo de Dios en su acción de gracias se hace cada vez más universal. 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

JUAN 17,11b-19

 

“Que sean uno, como nosotros”

 

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre Santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Jesús, al final de su discurso de despedida a sus discípulos, los entrega al Padre y ora por la unidad. Los años compartidos dejaron entre Jesús y sus discípulos una profunda sintonía, que es al mismo tiempo afectiva, de misión y de destino. Por eso, Jesús ora al Padre para que los respalde con su providencia.

Y en este relato que leemos este día nos recuerda la entrega generosa de Jesús a sus discípulos; trae a nuestra memoria la figura de aquel buen pastor que cuida con su vida a las ovejas. Jesús ha cuidado a sus discípulos en nombre de Dios mientras ha estado en medio de ellos; ahora debe partir, los debe dejar solos y por ello ruega al Padre para que la comunidad se mantenga unida en el amor y pueda evidenciar en el mundo la unidad del Padre y del Hijo (“Uno como Nosotros”). Jesús pide al Padre por la unidad de los discípulos porque es consciente del peligro que los acecha; el mundo los odia, ya que no pertenecen al ámbito del poder, dinero, ambición,  injusticia, odio y la muerte; ellos conocen la Palabra liberadora del Padre, poseen la palabra del amor y la justicia, y reconocen que su misión es ser testigos de la esperanza, ser un reflejo del vínculo entrañable del Hijo con el Padre. – Los cristianos de todos los tiempos estamos llamados a asumir la experiencia del amor fraterno como el lenguaje que verdaderamente nos vincula con Dios y que nos permite “estar en el mundo, sin pertenecer a Él”.

 

ORACIÓN

Jesús gracias, por amarnos, por cuidarnos tanto, te pedimos nos ayudes a siempre permanecer unidos a ti, unidos a la vid, a vivir bajo tus alas,  a  perseverar en construir tu Reino, a entender que estamos en el mundo, pero no somos del mundo, te pertenecemos, no dejes que nada nos aparte de ti. Amén

“Para estar en el mundo sin ser del mundo necesitamos: sabiduría, que discierna; coherencia, que nos sostenga en la lucha; y abnegación para renunciar a los bienes que aunque sean atractivos, no son para nosotros”

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