domingo, 1 de agosto de 2021

Viernes 06 de Agosto de 2021


Transfiguración del Señor

 

“CONTEMPLAR LA BELLEZA DE DIOS NOS ANIMA Y TRANSFORMA”

 

PRIMERA LECTURA

DANIEL 7,9-10.13-14

 

“Su vestido era blanco como nieve”

 

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.  Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

La primera lectura del libro de Daniel nos recuerda que Israel como el mundo de aquel tiempo y lugar se encontraba en un proceso de helenización de Oriente. La fuerza de la cultura griega invadía todo y se extendía con rapidez. Toda una nueva forma de entender la vida. Esto trajo una crisis profunda en todos los que se encontraban con su cultura y su fe. Con la llegada de Antíoco IV Epífanes, lo que en un primer momento no era más que una mayor promoción de la cultura griega, va a dar paso a una persecución abierta de los judíos que siguen fieles a su fe. A la irracionalidad de la intolerancia se suma la irracionalidad de la violencia. La «cultura superior» lleva consigo la prepotencia y termina por masacrar a personas sencillas, inocentes, que lo único que pretenden es vivir en paz ¿quiénes son los bárbaros?. En este clima surge el libro de Daniel invitando a resistir, retomando acontecimientos del pasado anima a resistir también ahora. En su segunda parte cambia de género literario y ante la presión y la inestabilidad por lo absurdo de la fuerza... no puede expresarlo en lenguaje convencional y surge el género de la apocalíptica. Todo el capítulo al que pertenece el texto de este día hace de bisagra entre las dos partes del libro. Los símbolos que utiliza el profeta Daniel se inspiran en la apocalíptica judía del siglo III a. C. La apocalíptica intentaba presentar las grandes opciones de Dios para el presente mediante símbolos litúrgicos, cósmicos y sobrenaturales. El blanco representa la máxima santidad, la presencia divina. Los tronos simbolizan la capacidad para gobernar la historia. El hijo del hombre, aquel ser humano capaz de hacer realidad la voluntad de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: 96

R. / El Señor reina, altísimo sobre la tierra

 

El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Tiniebla y nube lo rodean,

justicia y derecho sostienen su trono. R.

 

Los montes se derriten como cera

ante el dueño de toda la tierra;

los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

 

Porque tú eres, Señor,

altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses. R.

 

 

OREMOS CON EL SALMO

La frase inicial de este “Himno a la realeza del Señor” es una solemne proclamación, que anuncia el advenimiento del Reino de Dios, inaugurado por una teofanía de la que participan todos los elementos de la naturaleza. Esta manifestación del Señor como Rey significa el triunfo definitivo de la justicia  y es un motivo de júbilo para su Pueblo.

 

SEGUNDA LECTURA

2PEDRO 1,16-19

 

“Esta voz del cielo la oímos nosotros”

 

Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: "Éste es mi Hijo amado, mi predilecto." Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Este texto es una de las pocas lecturas litúrgicas pertenecientes al último escrito, cronológicamente hablando, del Nuevo Testamento. No sólo por este motivo sino sobre todo por su contenido es claro que no fue obra del apóstol Pedro, primer Papa, aunque se le haya atribuido desde antiguo. Su intención es alentar a los cristianos de las generaciones siguientes a la primera a la permanencia y fidelidad, poniéndolos en guardia frente a posibles desviaciones. La certeza de la victoria total de Cristo se basa, entre otras cosas, en la Transfiguración, una especie de adelanto teológico de lo que Cristo es y representa para todos. Contrapone el autor esta realidad a mitos y leyendas poco de fiar. Y no es que la transfiguración haya de considerase, sin más, un hecho histórico. Se trata, mejor, de una aceptación y muestra de lo que el Señor Jesús, el Hijo atestiguado por el Padre, es y significa para todos los cristianos. Lo de menos es que se diera una voz perceptible por los testigos; lo realmente importante es que Jesús es el Hijo de Dios y ha de volver a culminar su obra comenzada. Es importante esta mención de Jesucristo como fundamento de la vida presente del cristiano, de su fe, de su realidad histórica en conjunto y, a la vez, la tensión hacia el futuro, hacia la realización completa.

 

LECTURA DE EVANGELIO

MATEO 17,1-9

 

“Su rostro resplandecía como el sol”

 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo." Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levantaos, no temáis." Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) narran la transfiguración. La comunidad de Marcos, cuyo texto leemos hoy, está integrada, en su mayoría, por personas de origen pagano; es una comunidad pobre, en crisis, llamada a dar razón de su fe e identidad. Para ella la experiencia de Jesús transfigurado, será de mucha importancia en el reafirmar su fe y su seguimiento. El Evangelio quiere decir que la Ley y los Profetas están al servicio y tienen sentido en función de Jesús, que es el Señor, en su gloria, al servicio del cual está toda la Sagrada Escritura. La propuesta de Pedro de quedarse en la montaña es una insinuación para no afrontar el futuro próximo de Jesús que seis días antes les había anunciado su pasión. Nosotros, al igual que la comunidad de Marcos, no podemos evitar la realidad, tendremos que seguir dando testimonio de nuestra fe, aun cuando el temor y los acontecimientos nos quieran superar.

 ORACIÓN

Señor que nuestro encuentro diario contigo, nuestra oración nos vaya transformando, trasfigurando para ser más como tú. Ayúdanos por favor a escucharte más y a reconocerte como la luz que ilumina nuestro paso por esta  tierra.  Que no nos cansemos de buscarte, buscar de tu Palabra,  y salgamos  de nuestras comodidades a la acción en nuestras comunidades, a enfrentarnos al mundo que nos espera necesitado de amor, esperanza, solidaridad, justicia y paz.  Amén.

 

“Cristo quiere iluminar nuestro corazón: anhelos, decisiones, afectos y temores; para que todo lo podamos ver y vivir a la luz de su amor”

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