“EL MANDATO DE VIGILAR”
PRIMERA LECTURA
1 TESALONICENSES 3,7-13
“Que el Señor os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”
Hermanos, en medio de todos nuestros
aprietos y luchas, vosotros, con vuestra fe, nos animáis; ahora nos sentimos
vivir, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor. ¿Cómo podremos agradecérselo
bastante a Dios? ¡Tanta alegría como gozamos delante de Dios por causa vuestra,
cuando pedimos día y noche veros cara a cara y remediar las deficiencias de
vuestra fe! Que Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesús nos allanen el
camino para ir a veros. Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y
de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca
internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos
sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo colma de cariño y elogios a los fieles de Tesalónica, según vemos
en la primera lectura. Pero ese afecto no le hace ciego. La fe de los
tesalonicenses ha recibido buenas bases pero aún debe madurar, completarse,
crecer. Ese dato es muy importante y va mucho más allá de la circunstancia
particular de ese lugar y de ese momento. Que la fe debe crecer significa que
el acto de creer tiene, en su simplicidad, una cierta estructura. No es algo
tan sencillo como "blanco o negro". Uno puede "ya" tener
fe, y sin embargo no tener "suficiente" fe, o no tener una fe madura.
Esto nos obliga a preguntarnos qué es crecer o madurar en la fe. Otro
modo de plantear la pregunta es: ¿qué le puede faltar a quien ya cree que Jesús
es el Mesías y el Señor? Los cristianos tesalonicenses ya creían,
evidentemente, en Jesucristo, pues le hemos escuchado a Pablo decir, en el
capítulo primero de esta misma Carta, que "su fe en Dios ha llegado a ser
conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes". Y sin
embargo, algo falta a esa fe, que es tan grande y ya famosa. ¿No es cosa de
ponerse a meditar un poco?. Tradicionalmente se ha afirmado que la fe, fe viva
en Cristo, es suficiente. Y en cierto sentido es así. Pero también es verdad, y
también lo enseña la Biblia, que a esa fe viva algo le falta, o por lo menos,
algo le puede faltar, dado que los tesalonicenses tenían esa fe, que necesitaba
ser completada. Por hoy quedemos con esa inquietud. En cierto modo el resto de
la Carta que estamos meditando nos ayudará a encontrar respuesta a nuestra
pregunta sobre la madurez de la fe.
R./ Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres.
Tú reduces al hombre a polvo,
diciendo: "Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
OREMOS CON EL SALMO
La experiencia de fe lleva al salmista a un diálogo en que se expresa el
misterio de Dios y la absoluta dependencia del ser humano respecto de él, y le
pide protección y guía. También San Pablo exclama: “¡Qué abismo el de la
generosidad, de la sabiduría y de la providencia de Dios! ¡Qué insondables son
sus juicios y que insospechables sus caminos!”
MATEO 24, 42-51
"Estad preparados"
REFLEXIÓN
El evangelista Mateo nos presenta las actitudes con que los discípulos
debemos preparar la llegada del Hijo del Hombre. En aquel tiempo, como ahora,
al “sentir y captar que esta venida tarda” surgen en nuestra vida cotidiana
abandono, dejadez, rutina y enfriamiento que impiden estar dispuestos a recibir
al Señor en el aquí y ahora y por consecuencia en el momento final de la
historia. Ello rompe la intención de quienes son constantes. ¿Qué hacer al
respecto? Jesús nos insiste en no desfallecer y en vivir atentos y vigilantes a
las enseñanzas que nos ofreció con su palabra y su vida con la certeza de que
el Señor vendrá, aunque no sabemos ni el día ni la hora y por ello debemos
estar en vela y preparados viviendo el día que nos ofrece el Señor como si
fuera el primero, el único y el último de nuestra vida terrena. El tiempo de la
espera no desanime tu sensatez y fidelidad diarias.
ORACIÓN
De nuevo, Padre Dios, gracias y alabanzas a ti por este nuevo momento de
encuentro contigo. Te pedimos hoy en clamor, Buen Dios, nos regales la
bendición en tu Espíritu, de permanecer siempre atentos a tu venida, estar,
preparados y vigilantes, para poder recibirte con un corazón agradecido,
lleno de amor y con unas manos llenas de buenas obras para así entrar a
gozar contigo, de tu Reino Eterno. Amén.
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