domingo, 1 de agosto de 2021

Lunes 02 de Agosto de 2021

 

 

“EL SEÑOR ESCUCHA NUESTRAS ANGUSTIAS”

 

 

PRIMERA LECTURA

NÚMEROS 11,4B-15

 

“Yo solo no puedo cargar con este pueblo”

 

En aquellos días, los israelitas dijeron: "¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná." El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban con el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y, encima de él, el maná.

 

Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor: "¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré pan para repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer carne". Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este favor, y no tendré que pasar tales penas." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Leeremos durante cuatro días algunos pasajes del libro de Números, que debe su nombre a que empieza con los censos de las tribus. Allí se continúa la historia de la peregrinación del pueblo de Israel por el desierto desde el Sinaí hasta Moab, a las puertas de la tierra prometida: los cuarenta años de odisea desde Egipto a Canaán. El desierto fue una dura prueba para el pueblo de Israel. Aunque continúan experimentando la cercanía de Dios, que los alimenta con el maná, empiezan a quejarse con Moisés, aburridos de este alimento. Añoran la vida que llevaban en Egipto, a pesar de ser esclavos. La impaciencia del pueblo, que olvida todo lo que Dios y Moisés ha hecho por el, se va contra él… Y Moisés también se desanima y, tentado de echarlo todo a rodar, se refugia en la oración, una oración muy humana y sentida. ¿Porqué tratas mal a tu siervo… porque le haces cargar con todo este pueblo?” La crisis es fuerte “ Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir”

 

Moisés aparece en un momento realmente de exasperación, Moisés que es un líder en todo sentido, un hombre profundamente espiritual, con tiempos de oración y ayuno en el Monte Sinaí, un hombre de santidad, y sin embargo, lo encontramos quejándose, gimiendo… pero aún así, sigue adelante, sigue con la tarea, ora, y de la oración saca nuevas fuerzas, habla con Dios, y de la Palabra de Dios saca nueva luz y sigue conduciendo al pueblo. Es un hombre, es un hombre frágil como nosotros, se cansa como nosotros, pero también nos está indicando a todos en dónde está la fuente viva y en dónde podemos renovar nuestra esperanza, de donde saldrán las ganas de seguir adelante, de dónde se puede arrebatar la victoria. La perseverancia en la fe de Moisés va más allá del cansancio.

Nosotros al igual también tenemos nuestros momentos de crisis y desánimo; vemos muy poco fruto en el trabajo que estamos realizando, la rutina, la vida de cada día nos produce cansancio, nuestras cargas se hacen más pesadas, nuestras tareas y metas se ven cada vez más lejanas, más difíciles e imposibles. ¿Pero en aquellos momentos de crisis que tipo de oración brota de nuestro corazón? ¿Hacemos realmente una oración sincera y realista, en la que exponemos con confianza a Dios nuestra situación? ¿Pasamos tiempo con Él y le buscamos de todo corazón?. En aquellas circunstancias el Señor nos invita a renovar nuestras fuerzas, a buscarle de todo corazón como lo hizo Moisés, a beber de su fuente, a cobrar nuevos ánimos y seguir adelante.

 

SALMO RESPONSORIAL: 80

R. /Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

 

Mi pueblo no escuchó mi voz,

Israel no quiso obedecer:

los entregué a su corazón obstinado,

para que anduviesen según sus antojos. R.

 

¡Ojalá me escuchase mi pueblo

y caminase Israel por mi camino!:

en un momento humillaría a sus enemigos

y volvería mi mano contra sus adversarios. R.

 

Los que aborrecen al Señor te adularían,

y su suerte quedaría fijada;

te alimentaría con flor de harina,

te saciaría con miel silvestre. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

El salmista invita al pueblo a volverse a Dios, a volver al camino, a recordar las lecciones de la historia, a  recordar la liberación de la esclavitud, a escuchar la voz de Dios,  a ser fieles a Él, para poder obtener bendición.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 14,13-21

 

“Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente”

 

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Jesús con su signos del reino nos traza el camino para repartir los panes y los peces, la comida, las medicinas, los conocimientos, la vida. El secreto está en el compartir y repartir no en el acumular. En sentir lástima, compadecerse, curar dolencias, ponerse en grupos, dirigir una plegaria al que nos regaló la vida, el pan y todo lo que necesitamos para vivir, y recoger lo sobrante, no para guardarlo en una multinacional especuladora sino en 12 canastos, símbolo de un pueblo organizado.


La precariedad de recursos no es un obstáculo ni para seguir a Jesús ni para hacer realidad su propuesta.  Conseguir
que las personas compartan lo suyo con las que menos tienen es un verdadero milagro. La tendencia ordinaria es que otro resuelva el problema del hambre. Alrededor de 795 millones de personas en el mundo no tienen alimento necesario para llevar una vida saludable y activa. Mueren diario 8 500 niños por desnutrición, según una estimación de Unicef, cifras que ha aumentado considerablemente con la pandemia. Leer el evangelio nos compromete. El pan de La Palabra nos debe llevar al pan de la mesa compartida, eso es Eucaristía. No puedo esperar a que sea otro quien tome la iniciativa. Saber que hay personas cerca de mi casa pasando hambre es motivo suficiente para no dormir. Una práctica evangélica que nos comprometa para actuar es lo que necesitamos para cambiar el rostro del mapa mundial. No necesitamos más oraciones sino acciones. Todo es relativo, menos Dios y el hambre, como dijo el gran profeta de Brasil, Mons. Casaldáliga. Pidamos a Dios para que en cada Eucaristía, en cada Padrenuestro recordemos que hay personas necesitadas de mi solidaridad.

 

 ORACIÓN

Gracias Señor porque te compadeces y nos ayudas con nuestros problemas,  nuestras frustraciones, dolores enfermedades y necesidades. Sentimos tu presencia que consuela, reprende cuando es necesario y sobre todo nos indica el camino de la paz en medio de la tormenta. Señor queremos seguir tu ejemplo, queremos ser sensibles a tu Espíritu, a las necesidades de los demás, que aún en medio de nuestra necesidad, seamos solidarios y capaces de dar de lo que tenemos, que nuestro sentido no sea  acumular sino compartir y repartir. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Valentina Suavita en su cumpleaños. Amén

 

“Aprendamos a vivir en sencillez y sobriedad porque quien acumula para satisfacer su placer no tiene ojos para reconocer lo que es necesario para su hermano”

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