domingo, 1 de agosto de 2021

Jueves 19 de Agosto de 2021

 

 “LA FIESTA DEL REINO REQUIERE DISPOSICIÓN DE CORAZÓN”

 

PRIMERA LECTURA

JUECES 11,29-39A

 

“El primero que salga de mi casa a recibirme, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto”

 

En aquellos días, el Espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manasés, pasó a Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas, e hizo un voto al Señor: "Si entregas a los amonitas en mi poder, el primero que salga a recibirme a la puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto." Luego marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó; los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel.

 

Jefté volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos o hijas. En cuanto la vio, se rasgó la túnica, gritando: "¡Ay, hija mía, que desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al Señor y no puedo volverme atrás." Ella le dijo: "Padre, si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos." Y le pidió a su padre: "Dame este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas, porque quedaré virgen." Su padre le dijo: "Vete." Y la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando porque iba a quedar virgen. Acabado el plazo de los dos meses, volvió a casa, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Es extraño y truculento el episodio de Jefté, que sacrifica la vida de su hija por la promesa que había hecho. Jefté uno de los jueces que ayudaron al pueblo israelita en sus escaramuzas contra los enemigos, en este caso los amonitas, se muestra poco maduro en su vida de fe. Cree en Yahvé, pero su fe está mezclada con actitudes paganas. Hace un voto que resulta totalmente irreconciliable con el espíritu de la Alianza: si le da la victoria, sacrificará la vida de la primera persona que salga a recibirle, a la vuelta. Que resulta ser, nada menos, que su hija. Hasta dónde puede llegar una persona en busca de su victoria, ¿qué es propio ofrecer a Dios?... ¿Hasta la vida de otro?. Recordemos que otros pueblos vecinos practicaban sacrificios humanos, pero Israel no. De hecho estaban prohibidos, "No habrá entre vosotros quien pase por el fuego a su hijo o a su hija" dice Deuteronomio 18,10.

Por eso es de reflexionar en esta historia, "¿Fue realmente Jefté el vencedor o fue el vencido?" Mientras Jefté estaba venciendo militarmente a los amonitas, con una “gran derrota” donde los amonitas quedaron sujetos a Israel, los amonitas estaban venciendo espiritualmente a Jefté. Jefté, era un general vencedor, militarmente, pero cada vez más era menos israelita, cada vez más su fe se confundía con las creencias, con las supersticiones, con la magia, con los ritos de esos otros pueblos, de los pueblos vecinos a Israel.

Lo amonitas fueron aplastados, vencidos, pero no fue una victoria al estilo de Dios. Aparentemente, una gran victoria; pero el corazón se llenó de soberbia, el corazón se llenó de razones solamente humanas, su fe se mezcló con la del vencido. La característica de esta victoria, es que fue individual y personal dice: "Lo logré completamente", la gloria es para él y no para Dios. En cambio el triunfar en confianza en Dios, en su presencia, creerle a Él sin condicionamientos, aunque las cosas parece que salen mal, aunque la enfermedad nos aplaste, aunque la vejez nos amenace, aunque la incomprensión nos rodee, aunque las fuerzas nos falten, esa es la verdadera victoria: “Cuando soy débil, entonces más fuerte soy”, 2 Corintios 12,10.

Que Dios nos conceda verdaderas victorias y que no permita que seamos engañados, como lo fue Jefté, con falsas victorias que en realidad son derrotas.

 

SALMO RESPONSORIAL: 39

R. /Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Dichoso el hombre que ha puesto

su confianza en el Señor,

y no acude a los idólatras,

que se extravían con engaños. R.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo digo: "Aquí estoy." R.

 

-Como está escrito en mi libro-

"para hacer tu voluntad."

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas. R.

 

He proclamado tu salvación

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios:

Señor, tú lo sabes. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

En este salmo hay reunidos dos poemas, el primero es un canto de acción de gracias por la liberación de un peligro grave. El segundo  es una súplica para pedir la ayuda divina en un momento de desgracia.  Es un Salmo muy destacado porque nos revela la fragilidad, la debilidad y la pequeñez de la humanidad. Nos expone la vanidad de la existencia humana.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 22,1-14

 

“A todos los que encontréis, convidadlos a la boda”

 

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda."

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

Jesús nos sorprende con esta elocuente parábola en la que compara el Reino Dios con un banquete de bodas, que es un compendio de la historia de la salvación. Jesús ha venido a inaugurar ese tiempo del Reino, pero muchos de los que habían sido invitados a participar en la fiesta decidieron no asistir. Aquí, el rey es Dios que ofrece la celebración del reino a los invitados, el pueblo de Israel. Los siervos enviados a llamar a los invitados representan a los profetas. Sin embargo, Israel no escuchó, los invitados resultaron estar más interesados en sus propias ocupaciones. Otros insultaron a los profetas y los mataron.

No obstante, la celebración seguirá su curso y esta vez los siervos de Dios invitarán a participar a los publicanos, a los pecadores y a los gentiles. Es probable que no todos responderán sinceramente. La invitación es gratuita pero es también exigente. El “traje de bodas” que hace falta para entrar en el banquete eterno significa las “obras de justicia, amor, solidaridad” que cada uno debe hacer. ¿Cuál es nuestro atuendo (obras) hoy?

 ORACIÓN

La cultura de los pueblos antiguos llevaba a las personas a ofrecer sacrificios hasta con la vida de sus semejantes, y por eso reiterativamente en la Biblia dice que no quieres holocaustos, que lo que quieres es un corazón sincero, convertido a ti, que eres todo amor. Hoy nos invitas a vivir un nuevo estilo de vida,  pero es difícil despojarnos de lo que siempre hemos sido y tenido, solo con la comunión constante contigo y tu Palabra lograremos que por nuestras palabras, obras y acciones nos identifiquen como seguidores del Evangelio;  Señor ayúdanos a alcanzarlo. Amén.  

  “La palabra “quiero” está en boca de toda la gente, en tanto la voluntad está en muy pocos”

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