lunes, 1 de febrero de 2021

Martes 02 de Febrero de 2021

 Presentación del Señor

  

“EL DISCÍPULO(A) ES LUZ EN MEDIO DE LAS NACIONES”

 

 

PRIMERA LECTURA

MALAQUÍAS 3,1-4

 

“Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis”

 

Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Malaquías, como tantos otros profetas del Señor, hasta Juan Bautista inclusive, anunció un Día descrito con vigorosos y turbadores trazos. Un Día con D mayúscula en el que no quedaba claro quién podría resistir y quién no. El Día de refinar los corazones y hacer aparecer la verdad de cada uno frente a Dios. Para ese Día, anuncia este profeta, el Señor entrará en su santuario.

Y el Señor entró en su Santuario. Es lo que celebramos hoy: Jesús entra en el templo. Y sin embargo, su entrada es humilde y reconocida sólo por unos cuantos humildes. Aparentemente una contradicción con el mensaje tremendo que venía de los profetas: se anunciaba fuego y llegó calidez; se anunciaba juicio y llegó salvación; se anunciaba temor y llegó mansedumbre. ¿Por qué?. Antes de intentar una respuesta, estaremos de acuerdo en un punto: cuánto hemos ganado con estos cambios. ¡Cuán preferibles y saludables son para nosotros esa calidez, esa mansedumbre y esa salvación! Bien está el anuncio del juicio que despierta la conciencia, pero mejor es el evangelio de la conversión y aquello de "no he venido por los justos sino por los pecadores".   Sin embargo, sería miope quedarnos sólo con lo que nos "conviene". Toda la ternura de Cristo es también toda la manifestación de un amor que ya no permite mentir; un amor frente al cual tendremos que comparecer sin posibilidad de decir: "no entendí..."; "me asusté..."; "me distraje...". La absoluta generosidad de Dios significa la absoluta verdad del encuentro con Él. ¿Y hay algo más terrible que comparecer sin disculpas ante el Amor?.

 

SALMO RESPONSORIAL: 23

R. / El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria. R.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra. R.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria. R.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Después de enunciar las condiciones morales para que el culto a Dios tenga sentido, se dramatiza la entrada de Dios, Rey de la gloria, en el templo. En la liturgia se aplica este salmo en la entrada de Cristo al santuario celestial, a su glorificación definitiva. De Él también se puede decir que es el Rey de la gloria.

 

 

SEGUNDA LECTURA

HEBREOS 2,14-18

 

 

“Tenía que parecerse en todo a sus hermanos”

 

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

La carta a los Hebreos, en esta fiesta, nos presenta el discurso sacerdotal; un texto lleno de fuerza dogmática sobre la persona de Jesús, como servidor (Sacerdote), Sumo y Eterno de Dios.  Pero lo interesante es que desde este sacerdocio o servicio nos hermana a nosotros y nos eleva a la dignidad sacerdotal por participar en nuestra carne y en nuestra sangre, y nos lleva a vivir en la presencia del Dios Vivo asumiendo el sufrimiento de nuestro ser y purificando nuestra humanidad. En esta lectura se resalta la estrecha solidaridad que une a Cristo con los seres humanos, compartiendo nuestras debilidades y dolores, y asumiendo también nuestra muerte, como cada ser humano tiene que hacerlo; pero al morir Jesús cambia el sentido de ésta: convierte la muerte en instrumento no de condenación sino de redención. Tan solidario con nuestro ser de mujeres y hombres que no nos puede ser extraño verlo llevado por su padre y su madre a cumplir con la tradición judía de la presentación en el templo (1ra Sam 1,22-24), y en la consagración al Señor y ofreciendo su propio sacrificio.       

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 2,22-40

 

“Mis ojos han visto a tu Salvador”

 

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."

 

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma." 

 

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Señor o la Fiesta de las Candelas. Esta fiesta data del siglo IV en Jerusalén. Es el encuentro oficial del Señor con su pueblo en la persona de Simeón y en el templo de Jerusalén.

Jesús es reconocido como la luz que ilumina a las naciones. Esta tarea que Simeón indica sobre Jesús de Nazaret, es la que ha de cumplir todo discípulo. Un cristiano está llamado, por vocación, a ser signo de luz y de liberación en el mundo y en medio de las realidades donde se encuentre inmerso. Hay una invitación concreta para quienes siguen a Jesús: ser portadores de fe y de esperanza frente a tanta angustia, sufrimiento y muerte que se imponen. No se trata que un cristiano esté llamado a hacer un final feliz ( “happy end”) como el de las películas de Hollywood, sino que la invitación es a ser testigo de la vida, la luz, la justicia y la felicidad en medio de las situaciones adversas que se presentan. Ser como Jesús y vivir como él vivió, es llegar a ser luz en medio del mundo y a vivir lo paradójico de su mensaje: no acumular, no atesorar, perderse a sí mismo, es la garantía de vida en abundancia, de la felicidad. 

 

ORACIÓN

 

Señor nuestro, como no darte infinitas gracias al poder vivenciarte a través de tu Palabra y comprender que te hiciste humano para enseñarnos el sentido liberador del amor, el servicio y la entrega. Ayúdanos por favor a contemplarte día a día a través de tu mensaje para poder ser  personas abiertas al crecimiento espiritual, a irradiar luz y transmitir tu Evangelio en verbo y no en sustantivo. Amén.

 

“Aceptar y recibir a Jesucristo es aceptar la luz que le trae sentido y claridad a nuestra vida”

 

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