“UN
LLAMADO HA PRACTICAR LA MISERICORDIA”
PRIMERA
LECTURA
COLOSENSES
3,12-17
“Por
encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”
Hermanos: Como
elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable,
bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos,
cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced
vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la
unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a
ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra
de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con
salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra
realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por
medio de él. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Sin duda es alto
el nivel de vida y virtud que Pablo espera de los cristianos, según aprendemos
de la primera lectura. Quiere que seamos "compasivos, magnánimos,
humildes, afables y pacientes". Y lo primero que nos llama la atención es
cómo en todas ellas brilla más la dimensión de recibir y de acoger que la de
emprender o sobresalir. Según eso, lo grande de ser cristiano está
decisivamente en la capacidad de construir en otros y con otros. Pablo nos
quiere "compasivos" ante la debilidad o dolor de los demás; el mundo
a menudo nos manda ser egoístas y tener cuidado sólo de nuestras metas y
nuestro propio confort. Pablo nos quiere "magnánimos", es decir, de
alma grande y horizontes amplios; el mundo pretende que nos concentremos en
unas metas y que seamos mezquinos en nuestro manejo de los resentimientos y
roces con los demás, como condición para construir nuestro pequeño imperio.
Pablo nos pide "humildad" y el mundo nos reclama autosuficiencia,
vanidad, egolatría, apetito de honores y una vida centrada en nosotros mismos y
nuestros intereses. Pablo, en fin, quiere que vivamos en la
"afabilidad" y la "paciencia", ya que el mundo parece
pertenecer a los impacientes, a los implacables, a los inescrupulosos y a los
"duros".
Pablo además nos
da varias razones para actuar así: "Dios nos ha elegido, nos ha consagrado
a él y nos ha dado su amor". Antes de pedir nada en nombre de Dios, el
apóstol recuerda cuánto nos ha "dado" Dios y cuánto hemos sido AMADOS por Él.
SALMO RESPONSORIAL 150
R. / Todo ser que alienta alabe al
Señor.
Alabad
al Señor en su templo,
alabadlo
en su fuerte firmamento.
Alabadlo
por sus obras magníficas,
alabadlo
por su inmensa grandeza. R.
Alabadlo
tocando trompetas,
alabadlo
con arpas y cítaras,
alabadlo
con tambores y danzas,
alabadlo
con trompas y flautas. R.
Alabadlo
con platillos sonoros,
alabadlo
con platillos vibrantes.
Todo
ser que alienta alabe al Señor. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una invitación universal a la alabanza con acompañamiento
de música y de danza. El salterio concluye con una invitación a la alabanza a
Dios. La oración no se reduce a pedir dones, sino que tiene que ser sobre todo
reconocimiento del amor y del poder divino.
LECTURA
DEL EVNGELIO
LUCAS 6,27-38
“Sed compasivos como vuestro Padre es
compasivo”
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os
digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a
los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una
mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica.
A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los
demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman,
¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis
bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo
hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También
los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad
a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran
premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos.
Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados;
no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se
os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La
medida que uséis, la usarán con vosotros."
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La lógica del
mundo parece no superar en la práctica el antiguo “ojo por ojo, diente por
diente”, “al enemigo hay que aniquilarlo”, o “los enemigos de mis enemigos son
mis amigos”. En el Antiguo Testamento, el odio al enemigo era algo natural (Sal
34,1-8). Pero Jesús sorprende a la humanidad con otra lógica: “amen a sus
enemigos”. El Dios de Jesús es ante todo el Dios de la Misericordia. El
cristiano debe, por tanto, adoptar en su práctica cotidiana el comportamiento
misericordioso de Dios. “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a
ustedes” es la llamada “regla de oro de la caridad cristiana”. Debemos tener
cuidado de no entenderla de manera mercantilista, reduciéndola a un simple
negocio de reciprocidad. Hay que entenderla como un amor que no se contenta
sólo con evitar el mal, sino que se compromete a hacer el bien a los demás,
quienes quiera que ellos sean. Frente a los conflictos ensayemos una actitud
misericordiosa, y nos sorprenderemos de su capacidad de desarmar a los enemigos
y calmar su agresividad.
ORACIÓN
Señor si hemos
permitido que tu amor se derrame y permanezca en nuestros corazones, podremos
llegar a ser personas que amen de verdad, aún a sus enemigos. Oh Dios que
difícil comprender y llevar a cabo estos principios del Reino. Por esto como tus
discípulos(as) te rogamos nos ayudes, para que tu Espíritu Santo se mantenga activo
en nuestro interior y nos capacite para toda obra buena, para amar sin límites
y demostrarlo. Amén.
“La fuerza del
Espíritu Santo en un corazón lleno de Dios produce: amor por los enemigos,
hacerles el bien y orar por ellos”
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