domingo, 1 de septiembre de 2019

Domingo 08 de Septiembre de 2019


“LO QUE IMPIDE CAMINAR CON JESÚS”

PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 9, 13-18

“¿Quién comprende lo que Dios quiere?”

¿Qué hombre conoce el designio de Dios?
¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos,
y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma,
y la tienda terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio,
si tú no le das sabiduría,
enviando tu santo espíritu desde el cielo?
Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada,
y la sabiduría los salvó. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy nos invita a apreciar la necesidad de la sabiduría, así como su valor incomparable. Es tan valiosa que finalmente llegamos a concluir que no la podemos alcanzar con nuestras solas fuerzas y que sólo podemos poseerla si llega a nosotros como regalo.

Con una influencia platónica reconocible, esta primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, expresa una realidad que todos conocemos: nuestro pensamiento no vuela libre; bien sentimos el peso de nuestro "cuerpo" y de las cosas "terrenales." Nuestras reflexiones son inseguras y de hecho, si leemos la historia de la filosofía, vemos que los grandes pensadores no terminan de ponerse de acuerdo ni siquiera en los elementos básicos de su reflexión. Esto no significa que todo filosofar sea perder el tiempo, sino que ese no será el camino que nos lleve a las respuestas más hondas.

Las respuestas más bien nos van llegando como un don: Dios se deja conocer, revela su plan, nos habla como amigo, nos deja sentir su amor. De este modo nuestro pensamiento se habitúa a su escala, a su estilo, a su manera de obrar. La sabiduría que él nos concede no es simplemente conocimiento sino camino de vida y fuente de gozo.

SALMO 89   
R. / Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo:
"Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia son un ayer,
que pasó; una vela nocturna. R.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
 y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

OREMOS CON EL SALMO
Frente al Dios eterno y trascendente el hombre siente su pequeñez y su fragilidad, más cuando  está agobiado por la calamidad. Siempre, sin embargo, puede esperar su bondad. La pequeñez humana ha sido transformada por la encarnación del Hijo de Dios, quien asumió nuestra miseria para hacernos participar de la vida divina.   


SEGUNDA LECTURA
FILEMÓN 9B-10. 12-17

“Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano querido”
Querido hermano: Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.  Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Pablo a la comunidad de Filemón, muestra la postura cristina frente a la esclavitud. Cuando Pablo estaba preso, un esclavo fugitivo llamado Onésimo que conoció en la cárcel, se hizo cristiano y le sirvió en la cautividad. Pero, conforme  a la ley romana, un esclavo fugitivo debía ser devuelto a su legítimo dueño. El dueño era Filemón, miembro de la iglesia de Colosas. Pablo entonces decide devolverle el esclavo y le escribe esta carta pidiéndole que le reciba ya  no como esclavo,  sino como un hermano en la fe. Más allá de las leyes romanas y civiles de cualquier cultura existe una ley más importante, la de la “dignidad humana”, revelada por Cristo que nos libera y nos hace a todos hermanos.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14, 25-33

“El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Para ser considerado cristiano, en realidad, la Iglesia, habitualmente, exige muy poco. Se bautiza a los niños recién nacidos y apenas se exige nada a sus padres;  sin embargo, esto no era así al principio. Para ser discípulo, Jesús ponía unas duras condiciones, que llevaban a quien quería serlo a pensárselo seriamente. Pocos seríamos cristianos, si para ello tuviéramos que cumplir las condiciones que, Jesús exige a sus discípulos, son tres,  las podríamos llamar  “formulaciones extremas”; representan la meta utópica que no debemos perder de vista, y debemos estar dispuestos a alcanzar en el seguimiento de Jesús.
La primera : ("si uno quiere venirse conmigo y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío"), el discípulo debe estar dispuesto a subordinarlo todo a la adhesión al maestro. Si en el propósito de instaurar el reinado de Dios, evangelio y familia entran en conflicto, de modo que ésta impida la implantación de aquél, la adhesión a Jesús tiene la preferencia. Jesús y su plan de crear una sociedad alternativa al sistema mundano están por encima de los lazos de familia.
Por la segunda ("quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío"), no se trata de hacer sacrificios o mortificarse, como se decía antes, sino de aceptar y asumir que la adhesión a Jesús conlleva frecuentemente la persecución por parte de la sociedad, persecución que hay que aceptar y sobrellevar conscientemente como consecuencia del seguimiento. Por eso es necesario no precipitarse, no sea que prometamos hacer más de lo que podemos cumplir. El ejemplo de la construcción de la torre que exige hacer una buena planificación para calcular los materiales de que disponemos, o del rey que planea la batalla precipitadamente, sin sentarse a estudiar sus posibilidades frente al enemigo, es suficientemente ilustrativo.
La tercera condición ("todo aquel de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío") nos parece excesiva. Por si fuera poco dar la preferencia absoluta al plan de Jesús y estar dispuesto a sufrir persecución por ello, Jesús exige algo que parece está por encima de nuestras fuerzas: renunciar a todo lo que se tiene. Se trata, sin duda, de una formulación extrema,  que hay que entender. El discípulo debe estar dispuesto incluso a renunciar a todo lo que tiene, si esto es obstáculo para poner fin a una sociedad injusta en la que unos acaparan en sus manos los bienes de la tierra que otros necesitan para sobrevivir. El otro tiene siempre la preferencia. Lo propio deja de ser de uno, cuando alguien lo necesita para vivir. Sólo desde el desprendimiento se puede hablar de justicia, sólo desde la pobreza se puede luchar contra ella. Sólo desde ahí se puede construir la nueva sociedad, el Reino de Dios, erradicando la injusticia de la tierra.
No en vano el libro de la Sabiduría formula hoy a modo de interrogante la dificultad que tiene conocer el designio de Dios y comprender lo que Dios quiere. Será necesario para ello recibir de Dios sabiduría y Espíritu Santo desde el cielo para adecuar nuestra vida a la voluntad de Dios manifestada por Jesús. Necesitamos ir contra corriente y tener la capacidad de renuncia total que pide el evangelio y a la que debemos estar dispuestos, llegado el caso. Pero esto que en el evangelio se nos propone como exigencias radicales de Jesús hoy no es tanto el comienzo del camino, sino la meta a la que debemos aspirar, aquello a lo que debemos tender, si queremos seguir a Jesús. Tal vez no lleguemos nunca a vivir con esa radicalidad las exigencias de Jesús, pero no debemos renunciar a ello, por más que nos encontremos a años luz de esa utopía.

ORACIÓN
Señor gracias porque a través de las Escrituras nos enseñas a ver lo que es la vida, a ser sensatos, a preferir tus bienes a aquellos que son superfluos, se desgastan y no ayudan en nada a hacernos mejores personas. Queremos ser tus discípulas(os), queremos adherirnos a ti para aprender a transmitir y practicar tu mensaje, ayúdanos Señor. Amén.

“Es fácil proclamar que Jesús es el Señor, pero seguirlo de vedad, nos cuesta”

  

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