“LA PRÁCTICA DE LA HUMILDAD PERFECTA”
PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 3, 17-18. 20. 28-29
“Hazte
pequeño y alcanzarás el favor de Dios”
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y
te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y
revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico,
pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de
los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En el libro de Eclesiástico, se dan consejos de
sentido común: la conveniencia de proceder siempre con humildad, de hacerse
pequeño en las grandezas humanas, de no darse demasiada importancia, tan en la
línea del comportamiento y los consejos de Jesús que se ha hecho asequible,
menos solemne, y ya no se manifiesta,
como Dios en el Antiguo Testamento, con señales de fuego, nubarrones, tormenta
y estruendo, sino como mediador de la Nueva Alianza, como puente entre la
comunidad y Dios. Para llegar a Dios, los cristianos tienen que pasar por
Jesús, verdadero camino para el Padre y el único sendero que debe practicar la
comunidad cristiana. Él se ha definido en el evangelio de Juan como camino,
verdad y vida, o como camino que lleva a la verdad que es y conduce a la vida.
Y la vida florece en plenitud cuando está impregnada de amor sin deseos de
protagonismo, cuando se sabe ocupar el único lugar de libre elección del
cristiano: el último puesto, para que no haya últimos, para que, como Jesús se
propuso, no haya quienes estén arriba y abajo. Maravillosa utopía que nos
empuja para conseguir cuanto antes la única aspiración o meta que debe ponerse
el cristiano: la de hacer un mundo de hermanos, igualados en el servicio mutuo.
Sobre todo una cosa en la primera lectura: el soberbio se arraiga en el mal. Y
esto es verdad, porque la soberbia eleva tanto el propio criterio que la
persona nunca o sólo difícilmente aceptará lo que le contradice. Este modo de
obrar enceguece y priva de ayuda al soberbio, de modo que, cuanto más fuerte se
cree, más débil es en realidad.
SALMO
RESPONSORIAL: 67
R. / Preparaste,
oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en
su honor;
su nombre es el Señor.
R.
Padre de huérfanos,
protector de viudas,
Dios vive en su santa
morada.
Dios prepara casa a los
desvalidos,
libera a los cautivos y
los enriquece. R.
Derramaste en tu
heredad, oh Dios,
una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la
tierra que tu bondad,
Oh Dios, preparó para
los pobres. R.
OREMOS
CON EL SALMO
La comunidad
alaba a Dios por su constante amor. Todos los pueblos deben reconocer la
grandeza del Dios de Israel. La historia de liberación tiene su culminación en
la historia de Jesús y de la iglesia. La invitación a unirse al pueblo de Dios
en su acción de gracias se hace aún más universal.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 12, 18-19. 22-24ª
“Os
habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo”
Hermanos: Vosotros no os habéis acercado a un
monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al
sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla,
pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de
Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en
fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez
de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador
de la nueva alianza, Jesús. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En esta segunda
lectura, se nos invita a reflexionar sobre una experiencia de vida cristiana
que se fortalece con la sangre Cristo. Utiliza el símbolo del monte para
expresar la novedad del Reino de Dios que se inaugura en Jesús.
La
revelación hecha en el Antiguo Testamento se realiza en el monte Horeb, lleno
de llamas y tempestades (teofanías), que atemorizan al pueblo israelita. Por el
contrario, los discípulos cristianos, no sienten miedo, porque se han acercado a
Jesús, al nuevo monte, que revela a Dios de una manera diferente, no ya por el
terror y el miedo, sino por la entrega misericordiosa hasta la muerte en la
cruz.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14, 1. 7-14
“El
que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los
principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los
convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
"Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no
sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os
convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces,
avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete
a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te
diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos
los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido." Y dijo al que lo había invitado: "Cuando
des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y
quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y
ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los
justos." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Es humano el afán de ser, de situarse, de sentir
querer estar sobre los demás. Parece tan natural convivir con este deseo que lo
contrario se etiqueta en nuestra sociedad de “idiotez”. Quien no aspira a más,
quien no se sitúa por encima de los demás, quien no se sobrevalora, es tachado
a veces de “tonto” en este mundo tan competitivo.
En nuestra sociedad hay un complejo sistema de
normas de protocolo por las que cada uno se debe situar en ella según su valía.
En los actos públicos, las autoridades civiles o religiosas ocupan uno u otro
lugar según escalafón, observando una rigurosa jerarquía en los puestos. Se
está ya tan acostumbrado a tales reglas, que parece normal este comportamiento
jerarquizado.
Jesús acaba con este tipo de protocolo,
invitando a la sensatez y al sentido común a sus seguidores. Es mejor, cuando
se es invitado, no situarse en el primer puesto, sino en el último, hasta tanto
venga el jefe de protocolo y coloque a cada uno en su lugar. El consejo de
Jesús debe convertirse en la práctica habitual del cristiano. El lugar del
discípulo, del seguidor de Jesús es, por libre elección, el último puesto.
Lección magistral del evangelio que no suele ponerse en práctica con
frecuencia. No hay que darse el primer puesto; deben ser los demás quienes nos
den la merecida importancia, hay que actuar con sencillez; lo contrario puede
traer malas consecuencias. El cristiano no debe situarse nunca por propia
voluntad en lugar preferente.
No sólo no darse importancia, sino actuar
siempre desinteresadamente. Jesús denuncia la práctica de aquellos que invitan
a quienes los invitan, “te doy para que me des”, y anima a invitar a pobres,
lisiados, cojos y ciegos, gente a la que nadie invita, cuando se da un
banquete; quien actúe así será dichoso, porque no tendrá recompensa humana,
sino divina “cuando resuciten los justos”. Las palabras de Jesús son una
invitación a la generosidad que no busca ser compensada, al desinterés, a
celebrar la fiesta con quienes nadie la celebra y con aquellos de los que no se
puede esperar nada. El cristiano debe sentar a su mesa, o lo que es igual,
compartir su vida con los marginados de la sociedad, que no tienen, por lo
común, lugar en la mesa de la vida: pobres, lisiados, cojos y ciegos. Quien así
actúa sentirá la dicha verdadera de quien da sin esperar recibir.
Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy
muestran las reglas de oro del protocolo cristiano: renunciar a darse
importancia, invitar a quienes no pueden corresponder; dar la preferencia a los
demás, sentar a la mesa de la vida a quienes hemos arrojado lejos de la
sociedad. Quien esto hace, merece una bienaventuranza que viene a sumarse al
catálogo de las ocho del sermón del monte: «Dichoso tú, porque no pueden
pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».
Para Jesús adquiere el verdadero honor quien no
se exalta a sí mismo sobre los demás, sino quien se abaja voluntariamente.
Paradójicamente, se adquiere el verdadero honor no exaltándose a sí mismo sobre
los demás, sino poniéndose el último a su servicio. La generosidad se debe
compartir con los “pobres” que no pueden pagar con la misma moneda, porque no
tienen nada. Honor y vergüenza adquieren en boca de Jesús un contenido
diferente: el honor consiste en servir ocupando los últimos puestos y esto ya
no es motivo de vergüenza sino señal verdadera de que se está ya dentro del
grupo de los verdaderos seguidores de un Jesús que "no ha venido para ser
servido, sino para servir y dar la vida por muchos”.
ORACIÓN
Señor
enséñanos a buscar, la sencillez, la humildad, los últimos lugares, la
gloria que solo Tú das. Que tu Espíritu
nos ayude a no vivir lo que ahora es normal para el mundo, el protagonismo, el reconocimiento, la
vanidad y prepotencia; que nos llene más de actitudes sabias y justas que nos
engrandezcan ante Ti Amén
“Hay
que estar prevenidos con los honores y abajarnos a los preferidos de Dios”
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