“ABRIMOS LA BUENA NUEVA QUE
PROCLAMA JESÚS”
PRIMERA LECTURA
1TESALONICENSES 4,13-18
“A
los que han muerto, Dios, por medio Jesús, los llevará con él”
Hermanos, no queremos
que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres
sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo
modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto
es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos
para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el
Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta
divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer
lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en
la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el
Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Hemos
comentado en otras ocasiones que la Primera Carta a los Tesalonicenses es con
muy alta probabilidad el primer documento escrito del Nuevo Testamento. Y vemos
en la primera lectura de hoy que uno de los temas que ocupan a estos cristianos
de las primeras horas es el destino de los difuntos. ¿Por qué esa cuestión parece tan importante
para ellos? La pregunta puede revertirse y hacer que apunte hacia nosotros: ¿en
nombre de qué o de quién hemos convertido la religión en un asunto
fundamentalmente para esta vida? ¿No será que hemos llegado a pensar que el
cristianismo es una manera de pasar por esta tierra, o una manera de hacer
vivible el mundo, o una manera decente de no dañar a los otros mientras uno
busca lo que le gusta?
Lo cierto es que aquellos cristianos necesitaban
una luz sobre su destino final, y sobre el destino final de los que ya se han
ido. Y lo esencial de cuanto leemos hoy es: Pablo anuncia que la victoria de
Cristo sobre la muerte significa también la victoria de los cristianos sobre la
muerte. Aunque los ribetes específicos de su enseñanza quedan un poco velados
por el uso generoso de metáforas, una cosa es clara, ante todo: allí donde la
fe ha encontrado a Cristo no hay lugar para el temor y siempre habrá vida
abundante.
SALMO RESPONSORIAL: 95
R./
El Señor llega a regir la tierra.
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la
tierra.
Contad a los pueblos su
gloria,
sus maravillas a todas
las naciones. R.
Porque es grande el
Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos
los dioses.
Pues los dioses de los
gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Alégrese el cielo, goce
la tierra,
retumbe el mar y cuanto
lo llena;
vitoreen los campos y
cuanto hay en ellos. R.
Aclamen los árboles del
bosque,
delante del Señor, que
ya llega,
ya llega a regir la
tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con
fidelidad. R.
OREMOS
CON EL SALMO
La proclamación de la realeza del Señor es asociada
en este himno a dos acontecimientos decisivos de su obra salvadora: la creación
y el juicio (v. 10). La primera establece en la naturaleza el orden querido por
Dios (Gn. 1. 31); el segundo restablece en la historia el orden quebrantado por
la injusticia. Por eso, no sólo los seres humanos sino todos los seres creados son invitados a celebrar jubilosamente la
llegada del Señor, que viene a instaurar definitivamente su justicia.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 4,16-30
“Me
ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres... Ningún profeta es bien
mirado en su tierra”
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se
había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se
puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y,
desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el
Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los
ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de
gracia del Señor." Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y
se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
"Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír." Y todos le
expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de
sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?" Y Jesús les
dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti
mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en
Cafarnaún." Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado
en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de
Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran
hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más
que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había
en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue
curado, más que Naamán, el sirio". Al
oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su
pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se
alejaba. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús inicia su ministerio
profético y sacerdotal en su tierra.
Además de anunciar la salvación a todos los hombres (profeta), insiste en que
su vida será ofrecida a todos preferentemente a los pobres y oprimidos
(sacerdote) y aunque desafortunadamente los paisanos lo rechazan porque no
abren su corazón a la acción de Dios en lo conocido, lo cotidiano y no pueden
ver más allá de que “sólo es el hijo de José” y no dan el salto de la fe pues
al parecer sólo veían en él a un curador en favor de los enfermos de Nazaret y
por lo tanto desean matarlo, la libertad soberana de Jesús vence a sus enemigos
(rey) y la buena noticia, el Evangelio, seguirá su camino. Nosotros sus
seguidores hoy somos invitados a retomar esta misión de anunciar, dar testimonio
y ofrecer alegremente nuestra vida por el Evangelio. Además debemos tomar
conciencia de que nuestra misión evangelizadora se dirige preferentemente a los
más alejados y necesitados de nuestro entorno.
ORACIÓN
Gracias
Señor, por el don de la fe, que nos lleva a reconocerte desde el amor como
nuestro Señor y Salvador. Que hoy podamos ser fieles a la tarea y la misión que
nos has encomendado, que no solamente pensemos en ti sino que desde ya
continuemos preparándonos para el gran misterio esperanzador de la muerte .
Ayúdanos a ser sembradores de vida y esperanza. Amén
“Como
discípulos(as) misioneros(as), somos llamados(as) a trabajar con los pobres y
necesitados de Dios”
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