miércoles, 1 de marzo de 2017

Domingo 05 de Marzo de 2017


 “RADICAL FIDELIDAD  A LA PALABRA DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 2,7-9; 3,1-7

“Creación y pecado de los primeros padres”

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: "¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?" La mujer respondió a la serpiente: "Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte."" La serpiente replicó a la mujer: "No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal."

La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó el fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.


SALMO RESPONSORIAL: 50
R. / Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo  -designado tradicionalmente con el nombre de Miserere- es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado. Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro”. El tono de la súplica es marcadamente personal, y en el contenido del Salmo se percibe la influencia de los grandes profetas, en especial de Jeremías y Ezequiel.

SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 5,12-19

“Si creció el pecado, más abundante fue la gracia”

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en sentencia absolutoria. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La desobediencia primera de la Palabra de Dios tuvo consecuencias para todo el ser humano, ahora privado de la gracia de Dios. La fidelidad de Dios hizo que sobreabundara la gracia, a tal punto que no es compatible con el delito, pues por la gracia de Jesucristo  en su misterio pascual todos han sido hechos justos y lo que era signo de condenación se ha convertido en causa de justificación. En el Hijo está la plenitud de la obediencia a la Palabra del Padre, por lo que tuvo el poder de enfrentar y derrotar al enemigo. Por eso hoy la comunidad discipular es la responsable de comunicar la Palabra de Dios como generadora de diálogo entre Él y el ser humano y como experiencia vital.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 4,1-11

“Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes." Pero él le contestó, diciendo: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."  Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras." Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios." Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras." Entonces le dijo Jesús: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto."
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos relata, que una vez Jesús es bautizado es llevado por el Espíritu al desierto y tentado por el mal (diablo). Las tentaciones de Jesús en el desierto son como un resumen o sumario de toda la vida de pruebas, acechanzas, crisis o tentaciones que le acompañarán a lo largo de su vida y de su ministerio público, sobretodo, la tentación de un “falso mesianismo”. Después de haber sido confirmado por el Padre, en su bautismo, como el “Hijo amado y predilecto”, lleno del poder del Espíritu Santo, y antes de iniciar su misión, Jesús apoyándose en la fuerza de la Palabra y el Espíritu, vence sus propias tentaciones que  vienen de su participación en la condición humana, débil y egoísta;  de esta forma, reafirma su fidelidad al Padre y su proyecto de vida. Todo esto ocurre en el desierto, lugar simbólico de purificación o transformación y de prueba, y durante cuarenta días (cuaresma), tiempo también simbólico que recuerda los cuarenta años de Israel por el desierto, en busca de la tierra prometida; tiempo dispuesto para alcanzar la perfecta plenitud. Jesús es tentado por el diablo (el que divide), que busca por todos los medios distraer, confundir y separar a Jesús y a todos nosotros de la misión que Dios nos ha encomendado. Pero Jesús se manifiesta en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, y lo podemos ver venciendo las tentaciones.
Las tres tentaciones de Jesús en el desierto, buscan siempre lo mismo, que Jesús ceda a las tendencias egoístas de su naturaleza humana en provecho personal, sacando ventaja de su relación filial con Dios: “Si eres de verdad el Hijo de Dios…. ”. Jesús, entonces, en vez de faltar y falsear su relación filial con el Padre, se reafirma en ella, apoyado en la fuerza del Espíritu y  utilizando la misma Palabra como defensa y ataque a la acechanza (Deut. 8,3; 6,13-15 y 6,16). Rechazando así la tentación, Jesús rescata la dignidad de nuestra condición humana, siendo en la prueba obediente al Padre. Pablo el gran apóstol, como lo leímos hoy en la segunda lectura lo reafirma:  “por la obediencia de uno (Cristo) todos hemos sido liberados”. 

ORACIÓN
Dios de la vida, nos creaste por amor, dotándonos de tantos bienes y posibilidades que no se justifica el que seamos desobedientes a tu Palabra, que es certera, sabia, nos guía, alimenta, fortalece. Por favor ayúdanos a mantenerla muy presente, a ser fieles a Ti, asimilándola, discerniéndola, y sacando todos las enseñanzas que tiene para que vivamos como verdaderos hijos(as), amantes de un Dios tan Hermoso y maternal como Tú. Amén

“Si cierras tus oídos a Dios, nunca escucharás los sonidos de la vida”

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