“EN CAMINO HACIA LA LUZ DE LA
PASCUA”
PRIMERA
LECTURA
GÉNESIS
12,1-4A
“Vocación
de Abrahán, padre del pueblo de Dios”
En
aquellos días, el Señor dijo a Abrán: "Sal de tu tierra y de la casa de tu
padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te
bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te
bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas
las familias del mundo." Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Abraham y Sara pertenecían a un clan de
pastores seminómadas, de los muchos que buscaban pastos para sus rebaños lejos
de las ciudades-estado que, por los años 1800 a.C. se estaban organizando en
Mesopotamia y a lo largo de las costas del Mediterráneo. Abraham fue uno de los
muchos grupos que emigraban, lo mismo que hoy, «buscando la vida». En ese andar
luchando por la vida descubrieron el llamado de Dios a dejarlo todo y fiarse de
su promesa de vida. Dios promete a Abraham que será padre de un pueblo numeroso
y que tendrá una tierra, la “tierra prometida”. Es lo que anhelan sus
corazones, lo que necesitan para vivir una vida humana y digna. Hoy son muchas
las “minorías abrahámicas” que siguen escuchando el llamado de Dios, que les
invita a buscar nuevas formas de “vida prometida” para todos los hijos de Dios.
Hoy también hay muchísimos desplazados por el sistema neoliberal globalizado,
que crea marginación y expulsa a los más débiles de sus tierras. Y millones de
desplazados por efecto de las guerras y los problemas políticos. Son los nuevos
Abrahán y Sara, que se ven forzados a dejarlo todo en busca de la vida digna
que la realidad les niega en su lugar de origen.
Es
de tener en cuenta también que la Biblia pone el origen de Israel en esta
mitológica «migración» desde Oriente Próximo, «justificándolo» en la voluntad
de Dios de elegirse un pueblo... Así, en unos textos que son «Palabra de Dios»
y que hablan de Dios... en realidad es el pueblo judío el que habla de sí
mismo, y se da una identidad a sí mismo, que consiste en la voluntad del Dios
altísimo de crearse un pueblo eligiendo a la persona de cuyas entrañas lo haría
nacer. Además de padre «biológico» de Israel, a Abraham la Biblia le atribuye
el ser «padre en la fe» de Israel, y también de todos nosotros.
SALMO
RESPONSORIAL: 32
R.
/ Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
La
palabra del Señor es sincera,
y
todas sus acciones son leales;
él
ama la justicia y el derecho,
y
su misericordia llena la tierra. R.
Los
ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en
los que esperan en su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros
aguardamos al Señor:
él
es nuestro auxilio y escudo.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti. R.
OREMOS
CON EL SALMO
Este
Salmo es un canto de alabanza a Dios por su poder manifestado en la creación,
en el gobierno de las naciones, en la ayuda concedida a su pueblo. El nuevo
pueblo de Dios es más extenso que el solo Israel y tiene motivos más amplios
aún para cantar su alabanza, con la humilde confianza de ser objeto del amor de
Dios.
SEGUNDA
LECTURA
2TIMOTEO
1,8B-10
“Dios
nos llama y nos ilumina”
Querido
hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de
Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino
porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de
Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador
Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio
del Evangelio. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La segunda carta de Timoteo nos asegura
que la Palabra de Dios no está encadenada. Ella hace su propio camino en medio
de los muchos caminos del pueblo. Aunque hagamos muchas lecturas interesadas de
ella, el Espíritu siempre encontrará las formas de echarla a volar, sobre todo
en manos de los que buscan mejores situaciones de vida en dignidad y justicia,
como Abrahán y Sara, o como los desplazados de hoy. Todos ellos, minorías
abrahámicas o mayorías desplazadas, están pronunciando con su vida el rechazo a
este sistema excluyente que ha perdido la brújula, y que podría encontrarla con
la Buena Noticia de Jesucristo.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
17,1-9
“Su
rostro resplandecía como el sol”
En
aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro a Santiago y a su hermano Juan y se
los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su
rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces,
tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si
quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías." Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su
sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi
predilecto. Escuchadlo." Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces,
llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levantaos, no
temáis."
Al
alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la
montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo
del hombre resucite de entre los muertos." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La comunidad de Mateo, nos invita a reflexionar
hoy sobre el acontecimiento de la transfiguración, un anticipo de lo que será
la Pascua. Este hecho sucede inmediatamente después del primer anuncio de la
pasión (Mat. 16,21-26) y por tanto, debe ser leída y comprendida desde el
llamado a los primeros discípulos(as) (comunidad) a ir con Jesús en su camino
hacia la Pascua, pasando por la noche oscura que significa para ellos el
escándalo de la cruz. La transfiguración es como un “aliciente esperanzador
para el presente” de los discípulos(as); desconcertados por el anuncio de la pasión,
dolor y sufrimiento del Señor, reciben en ella una justificación para su
seguimiento discipulado; cuando Jesús les anuncia que va a subir a Jerusalén y
allí va a morir en manos de los poderosos, de los hombres, sus miedos y temores
se acrecentaron, y con ellos las confusiones y dudas sobre su seguimiento y si
éste valía la pena. La Comunidad de Mateo, por su parte, también estaba
temerosa y llena de miedos por la ruptura del cristianismo con el judaísmo
oficial y por su expulsión de las sinagogas. Además, por el anuncio de la
pasión y muerte de Jesús y la persecución y expulsión que vendría sobre la
comunidad discipular de hombres y mujeres seguidores del Maestro. Desde esta
realidad o breve contexto la transfiguración constituía una fuerza motivadora,
o “aliciente para el futuro”; de antemano como un anticipo de lo que será la
gran victoria del Resucitado en su comunidad en la próxima Pascua. Por eso nos
deja ver algunos símbolos o rasgos pascuales en el relato: Rostros
resplandecientes como el sol, sus vestidos blancos como la luz; y las mismas
palabras de Jesús: “No digan nada a nadie hasta que el Hijo del hombre haya
resucitado de entre los muertos”. Jesús es el Mesías de Israel, porque con su
Palabra y con su vida, ha llevado a plenitud lo anunciado en la ley antigua
(Moisés) y los profetas (Elías). Jesús como en la antigüedad y todo gran
profeta sube al monte (encuentro u oración), acompañado de sus discípulos
(comunidad). Lo confirma una voz desde la nube, signo de la presencia Dios
(Shekiná): “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”. En la vida
cotidiana y en el seguimiento del Mesías sufriente los discípulos(as) deberán
reconocerle y escucharle siempre como el “Hijo de Dios”, aunque vea
“desfigurado a quien han contemplado “transfigurado”. Una vez bendecidos o
transfigurados los discípulos, aunque sienten la tentación de quedarse en el
monte ante tal espectáculo, no lo hacen , sino que son remitidos por el Maestro
a bajar al valle y ser ayer, hoy y siempre signo de bendición y transfiguración
por un mundo que cada vez más se ha desfigurado.
ORACIÓN
Jesús, necesitamos comprender
cómo los cuarenta días de preparación para el
proceso de tu crucifixión y paso glorioso a la verdadera dimensión tuya,
la Pascua, no se queda en un momento histórico,
sino que es todo un sentido espiritual, que nos lleva a ver la Luz verdadera
que eres Tú, amando, sirviendo y entregando la vida por amor. Amén
“El
cristianismo es el encuentro con el transfigurado que nos transfigura y nos
invita a transfigurar el mundo”
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