“VALOR
Y SENTIDO ORIGINAL DE LA LEY”
PRIMERA
LECTURA
DEUTERONOMIO 4,1.-5-9
“Pon
obra en tus mandatos”
"Ahora pues, israelitas, escuchen las leyes y decretos que
les he enseñado, y pónganlos en práctica, para que vivan y ocupen el país que
el Señor y Dios de sus antepasados les va a dar. Yo les he enseñado las leyes y los decretos
que el Señor mi Dios me ordenó, para que los pongan en práctica en el país que
van a ocupar. Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos
reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento, ya que cuando
conozcan estas leyes no podrán menos que decir: '¡Qué sabia y entendida es esta
gran nación!' Porque, ¿qué nación hay
tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al
Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que
tenga leyes y decretos tan justos como toda esta enseñanza que yo les presento
hoy? Así pues, tengan mucho cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni
de apartarlas jamás de su pensamiento; por el contrario, explíquenlas a sus
hijos y a sus nietos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En la primera lectura de hoy encontramos una fuerte advertencia:
"no te olvides de lo que vieron tus ojos", advertencia que bien
podemos considerar nacida de la experiencia, porque es muy cierto que hemos
visto maravillas y es cierto también que las hemos olvidado. No es la menor de
las desdichas humanas eso de que haya tantos males que al recordarlos nos parecen
tan recientes y tan capaces de afectarnos, mientras la niebla de un recuerdo
borroso e inocuo se apodera de los bienes y las bendiciones que también tuvimos
en el pasado. Por algo san Agustín, habló de la memoria como de una de las
"potencias" o "facultades" del alma. La memoria tiene poder
porque somos en buena parte lo que recordamos ser. Gracias a la memoria no
tenemos que reinventar cada día lo que significa "vivir". Y recordar
las maravillas que hizo el Señor es el principio ineludible para reconocer su
grandeza, admirar su poder y agradecer su misericordia. Y ciertamente no es
posible una vida agradable a Dios sin estas tres cosas.
Además, el texto nos habla de la obediencia, la obediencia a los
mandatos divinos es dura, casi imposible, si nos quedamos mirando lo que hay
que hacer; es suave, en cambio, posible e incluso deleitable, si atendemos a
quién nos los ha mandado y qué planes de gracia y salvación ha dispuesto a
favor nuestro.
SALMO
RESPONSORIAL: 147
R:
Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este
Salmo es un canto de acción de gracias a Dios por la reconstrucción de
Jerusalén y el regreso de los derrotados, y de alabanza por la providencia con
que gobierna el universo. La restauración de Jerusalén es anticipo y símbolo de
la redención obrada por Dios en Cristo. Él sigue presente en medio de su pueblo
y le ofrece diariamente pruebas de su amor.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
5, 17-19
“Quien
cumpla y enseñe será grande”
"No
crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a
ponerles fin, sino a darles su pleno valor.
Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le
quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su
cumplimiento. Por eso, el que no obedece uno de los mandatos de la ley, aunque sea el
más pequeño, ni enseña a la gente a obedecerlo, será considerado el más pequeño
en el reino de los cielos. Pero el que los obedece y enseña a otros a hacer lo
mismo, será considerado grande en el reino de los cielos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN:
El
Evangelio de hoy vuelve a llevarnos al “sermón de la montaña” para centrar la
atención de nuestro corazón en Jesús, plenitud de la Ley y los Profetas, el
verdadero Maestro –superior a Moisés- que nos hace entrar en el corazón de Dios
Padre. Jesús comienza con un planteamiento fundamental: “No piensen que he venido a abolir la ley y
los profetas, no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” , la ley de Dios, entregada al
pueblo por mediación de Moisés
expresa
la voluntad de Dios que quiere que hagamos el bien y evitemos el mal, que
busquemos lo que promueve la vida que evitemos lo que genera muerte. ( Deuteronomio 32,47). Jesús entonces no vino a dar
una abolición de la Ley sino
darle un nuevo sentido, a darle
una vivencia más perfecta de ella.
Testimonio y proclamación, cumplimiento y
enseñanza, son las dos caras de la misma moneda del evangelio de Jesús, del
Reino de Dios. El anuncio y la llegada del Reino fue el centro del mensaje de
Jesús. Por él vivió, habló, hizo milagros, rezó, lloró, se alegró, discutió,
juntó discípulos, expuso la vida, le arrestaron, le condenaron y le asesinaron.
El Reino fue su razón de ser y de vivir. La Ley del Reino lleva a plenitud la
Ley de Moisés, declarando felices a los pobres, los que lloran, los necesitados
de amor, pan y justicia. Jesús no achica las exigencias de la Ley, sino que
libera a la Ley de su carga de exclusión y la transforma en plataforma para
poder amar más y mejor. Para quien ama como Jesús toda ley ha caducado, porque
el amor la ha llevado a plenitud. ¿Qué ley obligaba a la Madre Teresa de
Calcuta a una solidaridad “hasta que duela”, como ella decía? La ley del amor.
En cambio, para quien no ama, todo servicio es carga y hace falta la ley que lo
obligue. No es cuestión de ley sí o ley no, es cuestión de amor si o amor no,
es cuestión de presencia de amor o
ausencia de amor, es cuestión de vivir en el amor.
ORACIÓN
Señor
hoy queremos expresarte un canto de alabanza y agradecimiento por tu
paso por nuestra vida, recordar y nunca olvidar
todas las maravillas que has hecho en nosotros, en nuestras familias, en nuestras realidades, queremos
vivir para construir tu Reino y vivir bajo la ley del amor. Amén.
“Desde la clave del amor, Jesús
devuelve a la Ley su pureza y espíritu original, para hacernos libres y
felices”
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