“SER SABIOS PARA SER SANTOS”
El tema central de
las lecturas de este domingo es la opción. La grandeza y al mismo tiempo toda la
responsabilidad de ser humanos depende de esa palabra: opción; optar. Por otra
parte, es obvio que no todas las opciones tienen idéntico peso. Optar por salir
al parque o ir a ver el partido de fútbol es algo relativamente trivial. Optar
por una carrera profesional o por otra es algo más serio. Y así podemos pensar
que hay una jerarquía de opciones en la vida, y que eventualmente uno toma
alguna opción que podemos llamar "fundamental".
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 7, 7-11
“En comparación de la sabiduría, tuve en nada la
riqueza”
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu
de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada
la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su
lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La
quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su
resplandor no tiene ocaso. Con ella me vieron todos los bienes juntos, en sus
manos había riquezas incontables. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La opción
fundamental de algún modo es la escogencia radical que hacemos para darle una
forma específica a nuestra vida. Así por ejemplo, en la primera lectura de hoy
encontramos a alguien, que según el relato es Salomón, que ha hecho una opción
radical por algo maravilloso que es la sabiduría. No un asunto de amontonar
conocimientos o teorías, sino un modo de vida; una opción fundamental, que en
este caso ha traído una inmensa felicidad a Salomón.
Salomón expresa
la preferencia de la Sabiduría frente a todos los bienes de la tierra. El sabio
pone en su plegaria la superioridad de los valores espirituales sobre los
materiales, supeditándolos todos al don de la sabiduría y la prudencia para el
gobierno de su pueblo.
SALMO RESPONSORIAL: 89
R. /Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda
nuestra vida será alegría.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prosperas la obras de nuestras manos. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A
SU CONTEXTO
Lamentación
por la derrota sufrida por la nación y por la humillación del rey que parecen
contradecir las promesas hechas a David y sus descendientes. Como parte de la
historia de salvación, las vicisitudes del pueblo de Israel, hacen parte de nuestra propia
historia y nos ayudan a comprender mejor los caminos de Dios.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 4, 12-13
“La palabra de Dios juzga los deseos e
intenciones del corazón”
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo,
penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y
tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que
escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien
hemos de rendir cuentas. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En el texto de la carta a los hebreos, el autor, al
describir la fuerza transformadora de la Palabra de Dios, se hace eco de hondas
raíces del Antiguo Testamento. En efecto, ya Isaías 42,9 había comparado la
Palabra de Dios con la espada, y Jeremías la había presentado como una realidad
operante por sí misma ( Jer. 23,29).
La
íntima acción salvadora de la Palabra en la persona oyente es descrita en el
texto diciendo que es “penetrante... hasta el punto donde se dividen alma y
espíritu”. Allí, en el santuario de la intimidad del corazón de la persona, de
la comunidad oyente activa de esa voz salvadora que le muestra caminos de
liberación, allí, donde reside la voluntad y la decisión de aceptarla o de
rechazarla, donde anida lo más denso del ser humano: sus intereses, sus
afectos, su libertad, es hasta donde la Palabra llega cuestionante, incisiva,
liberadora, transformante. Por eso, el autor de la carta coloca
intencionadamente las palabras “corazón, deseos, intenciones”, como abarcando
en estas categorías la integralidad humana. Dios y su Palabra, “más íntimo que
yo mismo” en expresión de San Agustín, conoce hasta los secretos más recónditos
del corazón. El más absoluto misterio humano está patente ante sus ojos. Por
eso, la Palabra es juez densamente imparcial, que conoce amando lo que ocurre
en la conducta humana y en el corazón de hombres y mujeres.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 10, 17 – 30
“Vende lo que tienes y sígueme.”
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo,
se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida
eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie
bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu
padre y a tu madre."Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido
desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una
cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así
tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme." A estas palabras, él
frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando
alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos
entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas
palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de
Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello
pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios."
Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no
para Dios. Dios lo puede todo." Pedro se puso a decirle: "Ya ves que
nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os
aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o
tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces
más- casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con
persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La
imagen del camino es central en el evangelio de Marcos (Mc 10, 17). Estamos
ante el tema del seguimiento de Jesús. En ese sentido va la pregunta de aquel
que únicamente Mateo llama "el joven rico" (19, 22); para Marcos (y
Lucas) parece tratarse más bien de una persona mayor que pregunta: ¿cómo
heredar la vida? (Mc 10,17). Jesús comienza por remitir a Dios; su bondad está
al inicio de todo. Esto equivale a resumir la primera tabla de los
mandamientos. En seguida enuncia explícitamente los correspondientes a la
segunda tabla, con un añadido importante (que sólo se encuentra en Marcos):
"no seas injusto" (v. 19). La frase es algo así como un sumario del
listado que se recuerda. Se trata de la condición mínima que se plantea al
creyente. Con sencillez el rico dice que todo eso lo ha observado (v. 20), no
hay nada de arrogante en esta afirmación. Ésa era la convicción de los sabios
de la época: la ley puede ser cumplida plenamente.
Pero
seguir a Jesús es algo más exigente. Con afecto lo invita Jesús a ser uno de
los suyos. No sólo debe abandonar la riqueza, hay que entregarla a los pobres,
a los necesitados. Esto lo pondrá en condiciones de seguirlo (v. 21). No basta
respetar la justicia en nuestras actitudes personales, hay que ir a la raíz del
mal, al fundamento de la injusticia: el ansia de acumular riqueza. Pero, dejar
sus posesiones, le resultó una exigencia muy dura al preguntante; como muchos
de nosotros prefirió una vida creyente resignada a una cómoda mediocridad ( v.
22). «Creer sí, pero no tanto». Profesar la fe en Dios, aunque negándonos a
poner en práctica su voluntad. Jesús aprovecha la ocasión para poner las cosas
en claro con sus discípulos: el apego al dinero y al poder que él otorga es una
dificultad mayor para entrar en el Reino (v. 23). La comparación que sigue es
severa; algunos han querido suavizarla, pretendiendo -por ejemplo- que había en
la ciudad unas puertas pequeñas llamadas "agujas"... y que bastaba
entonces al camello agacharse para poder entrar por ese ojo de aguja...
Los
discípulos, en cambio, entendieron bien el mensaje. El asunto se les presenta
poco menos que imposible. Pasar por el ojo de una aguja significa poner su
confianza en Dios y no en las riquezas. No es fácil ni personalmente ni como
Iglesia aceptar este planteamiento, siguiendo a los discípulos nos preguntamos
-con pretendido realismo-: “entonces, ¿quién se podrá salvar?" (v 26). El dinero da seguridad, nos permite
ser eficaces, decimos. El Señor recuerda que nuestra capacidad de creer
solamente en Dios es una gracia (v. 27).
Como
comunidad de discípulos, como Iglesia, debemos renunciar a la seguridad que da
el dinero y el poder. Eso es tener el "espíritu de sabiduría" (Sab
7,7), aceptar que ella sea nuestra luz (v. 10). A la sabiduría nos lleva la
palabra de Dios, cuyo filo corta nuestras ataduras a todo prestigio mundano.
Ante ella nada queda oculto, todas nuestras complicidades aparecen con claridad
(Hb 4,12-13). Como creyentes, como Iglesia, ¿seremos capaces de pasar por el
ojo de una aguja?
ORACIÓN
Mi Buen Señor, cuanto apego a nuestras riquezas y a nuestras
pequeñas posesiones, como nos cuesta desprendernos y compartir con los que nos rodean, ayúdanos a pensar más
en los tesoros en el cielo y no pensar en solo atesorar bienes y riquezas en la
tierra. Enséñanos a ser generosos, a ser solidarios, a no tenerte sino a ti,
como el centro y la mayor riqueza de nuestra vida. Haznos de corazón libre
frente a toda posesión y generosos para entregarnos con amor al servicio de los
demás. Amén
“La Sabiduría Divina es el único
hallazgo que nos acarrea bendiciones, por eso es un tesoro ante lo cual todo lo
demás es secundario”
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