“NUESTRO
CAMINO DE SERVICIO: LA PERSONA”
PRIMERA LECTURA
ROMANOS 9,1-5
“Quisiera ser un proscrito por el bien de mis
hermanos”
Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el
Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor
incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según
la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden
de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la
alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes,
según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito
por los siglos. Amén. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Bastante han
discutido los eruditos sobre cómo encajan los capítulos 9 a 11 de la Carta a
los Romanos dentro del resto de esta Carta. El motivo es que hay un brusco
cambio de tema entre el capítulo octavo, que hablaba de la vida en el Espíritu
Santo y este noveno que trata un tema muy distinto, relativo a los judíos y
cómo puede entenderse su dureza para creer, con el conjunto del anuncio de
salvación y de gracia que Pablo predica. Para Pablo, era muy doloroso el rechazo de su pueblo, por muchos
aspectos. Está la dimensión personal.
Todo su mundo, hasta su conversión, había sido el mundo de su religión.
Convertirse, para él, no significaba abandonar ese mundo, desde luego, sino
entender que todo cobraba su pleno sentido y obtenía su real respuesta en
Cristo, y por lo tanto, entender que toda la ley y todas las prácticas judías
adquirían su valor en la gracia abundante que Cristo nos trajo. ¿Cómo abandonar
a sus hermanos, amigos y parientes, precisamente cuando llega la esperanza,
cuando amanece la gracia, cuando llega la respuesta a tantos años de
desolación?
Está la dimensión
teológica como tal. Pablo, iluminado por su experiencia del Espíritu Santo, ha
podido contemplar como en un arco maravilloso el conjunto del plan divino. Ha
podido comprender que hay una dinámica bellísima que va de la promesa al
cumplimiento y de la esperanza a la posesión de lo prometido.
Consiguientemente, se supone que el hombre ha de pasar del anhelo a la gratitud
y de la súplica a la alabanza. Pero no sucede así. Hay un muro de ingratitud y
dureza que tiene su parte más dura en el pueblo amado y elegido. Esto destroza
el corazón de Pablo.
Es posible que la Carta a los Romanos se haya
formado de fragmentos preexistentes, como dicen algunos estudiosos; lo que no
podemos dudar es que su distribución actual tiene una lógica. El judaísmo no es
un tema ajeno a esta Carta. Desde el primer momento Pablo ha sentado como tesis
básica que todos estamos necesitados de la salvación que nos llega por gracia y
mediante la fe en el sacrificio redentor de Cristo. Y para afirmar ello, desde
el principio ha dejado bien entendido en qué términos particulares quedan los
judíos, precisamente en cuanto pueblo de las promesas, pueblo al que Dios ha
empeñado su fidelidad. ¿Y qué nos
enseñan esos párrafos sobre el judaísmo? Mucho. Nos muestran de un modo muy
sugestivo y real a un Dios sabio, fiel, compasivo y poderoso.
SALMO RESPONSORIAL: 147
R. / Glorifica
al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
Canto
de acción de gracias por la reconstrucción de Jerusalén y el regreso de los
desterrados, y de alabanza por la providencia con que gobierna el universo. La
restauración de Jerusalén es anticipo y símbolo de la redención obrada por Dios
en Cristo. El sigue presente en medio de su pueblo y le ofrece diariamente
pruebas de su amor.
LECTURA DEL EVANGELIO
“Si a uno se le cae al pozo el hijo o el buey,
¿no lo saca, aunque sea sábado?”
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para
comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de
hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó:
"¿Es lícito curar los sábados, o no?" Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: "Si
a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida,
aunque sea sábado?" Y se quedaron sin respuesta. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La
escena del evangelio nos ubica ante un milagro y una polémica. Llama la
atención que es Jesús el que toma la iniciativa. Ésta siempre ha sido la
dinámica de Dios, el sale al encuentro del hombre. Él les pone una pregunta a
los fariseos, la cual es rechazada con el silencio renuente de los allí
presentes y que se niegan a reconocer la
obra de Dios en Jesús. Ellos se mantienen insolidarios con el ministerio de
Jesús. No se unen a la tarea de encontrar una sanación, un alivio al
sufrimiento humano, son indiferentes ante éste. Jesús nos ha dicho cuáles son
los mandamientos más importantes: Amar a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a sí mismo. Pues bien, hoy
este es el criterio que usa para sanar al hombre enfermo en sábado. Según las
leyes de los fariseos no era lícito sanar en sábado, pero los rabinos si
permitían que se salvara un buey que estaba en peligro. Jesús sabe y les hace
saber que ese hombre vale más que el buey y por lo tanto vivir en la ley de
Dios es manifestar la misericordia de Dios con él. El
reclamo de Jesús a estos “silenciosos” adversarios es que son capaces de dejar
entrar la salvación de un buey en la casuística de lo permitido hacer en sábado
pero no el sanar a un hombre.
Existen
muchas personas en nuestras comunidades, formalistas y legalistas que exageran
el cumplimiento de lo externo y se olvidan de lo más importante, de la
misericordia que debe ser nuestro criterio de vida. Cuántos de nosotros en
nuestras familias y comunidades, le damos la espalda a las necesidades de
nuestros hermanos, por estar atentos a lo formal del culto o de la ley. La fe
de los que amamos a Dios, a la manera de Jesucristo se hace concreta en el
servicio, en la misericordia, en la actuación bondadosa para con el otro. El
énfasis de nuestro culto no puede estar
en lo externo sino en lo que tenemos en el corazón.
ORACIÓN
Señor,
danos la oportunidad de hacer bien las cosas, de vivir a tu manera, de no centrarnos
en lo que es vacío y llano, sino sumergirnos en tu amor que nos lleva a vivir
con misericordia y amor hacia los demás. Amén
“La
salvación no es exclusiva de un grupo de personas, jerarquías, grupos o
religiones, sino que es un don gratuito de Dios y está abierta a todos(as) por
igual”
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