“TENEMOS
UN GRAN DEFENSOR: ¡EL ESPÍRITU SANTO!”
PRIMERA
LECTURA
ROMANOS
4,13.16-18
“La
promesa es para todos los que tienen fe”
Pues
Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibirían el mundo como
herencia; pero esta promesa no estaba condicionada al cumplimiento de la ley,
sino a la justicia que se basa en la fe. Por eso, para que la promesa hecha a
Abraham conservara su valor para todos sus descendientes, fue un don gratuito,
basado en la fe. Es decir, la promesa no es solamente para los que se basan en
la ley, sino también para todos los que se basan en la fe, como Abraham. De esa
manera, él viene a ser padre de todos nosotros, como dice la Escritura:
"Te he hecho padre de muchas naciones." Este es el Dios en quien
Abraham creyó, el Dios que da vida a los muertos y crea las cosas que aún no
existen. Cuando ya no había esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así
vino a ser "padre de muchas naciones", conforme a lo que Dios le
había dicho: "Así será el número de tus descendientes." Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
¿Qué
es lo que nos hace justos ante Dios? Y ser justo ante Dios; es ser grato a Él,
ser agradable a Él, ser como Él. ¿Cómo se puede llegar a estar en amistad con
Él? Esa es la pregunta que se plantea hoy Pablo. Él toma un ejemplo de la
Escritura, y es tan interesante, y tan
profundo lo que está diciendo; porque de lo que se trata en el fondo es de
abandonar la lógica de la carne y de la sangre,
que era como la gran seguridad en la que se apoyaban los judíos de
aquella época.
Abandonar
esa seguridad de la carne y de la sangre, esa seguridad que viene de: “Yo soy
hijo de Abraham”, esa seguridad que viene de: “Yo soy del pueblo elegido”, “mi
raza es especial”. Es abandonar la seguridad de la carne y de la sangre, para
encontrar que nuestra única referencia, y nuestra única seguridad se hallan
solamente en la fe.
La
fe como acto con el cual me abro a confiar radicalmente, totalmente,
absolutamente en Dios; porque Dios me ha dado en Jesucristo la prueba
incontestable, definitiva, irreversible de su amor.
En
cierto sentido, este es el propósito de toda la Carta a los Romanos, que
nosotros nos abramos a esa experiencia de ser amados en su totalidad, pero para
ser amados en totalidad necesitamos descubrir que somos amados porque sí.
Una
palabra que nos encontramos con frecuencia en los escritos de San Pablo es
"justificación." Uno entiende que tiene una relación con
"justicia" pero ¿qué significa en realidad? Cuando san Pablo habla de
que somos "justificados" por la fe, está diciendo que alcanzamos la
justicia.
La
justificación entonces indica que se hace justicia pero no en el sentido que
uno tiende a entenderlo, o sea, por vía de "ajusticiar," sino por vía
de transformación interna que nos hace próximos al querer de Dios, o sea, por
vía de "ajustar." Así comprendemos por qué el apóstol insiste en la
"justificación por la fe." La fe nos abre al universo de Dios; nos
permite entrar en la escala de magnitud de las obras de Dios. Nosotros entramos
en el ámbito de Dios, gracias a la fe porque es a través de ella como le
abrimos la puerta para que Él entre en lo más profundo de nuestros ámbitos y
nos reforme y transforme como sólo él sabe, quiere y puede hacerlo.
SALMO
RESPONSORIAL: 104
R.
/ El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
Él gobierna toda la tierra. R.
Se acuerda de su alianza
eternamente,
de la palabra dada, por mil
generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.
Porque se acordaba de la palabra
sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de
triunfo. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Himno litúrgico de alabanza
a Dios por la maravillas hechas en favor de su pueblo, recordando la historia
desde los patriarcas hasta la entrada a la tierra prometida. La historia de
liberación de Israel hace parte de nuestra propia historia de liberación, pero
ella se completa con la nueva alianza mediada por Jesucristo y con el
ofrecimiento de salvación a todos los pueblos.
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS
12,8-12
“¡No
se preocupen de cómo se van a defender, o qué van a decir!”
"Les
digo que si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, también el
Hijo del hombre se declarará a favor de él delante de los ángeles de Dios; pero
el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de
Dios.
"Dios
perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre; pero no
perdonará a aquel que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo. "Cuando
los lleven a ustedes a las sinagogas, o ante los jueces y las autoridades, no
se preocupen por cómo van a defenderse o qué van a decir, porque cuando les
llegue el momento de hablar, el Espíritu Santo les enseñará lo que deben
decir." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En
la persecución y en la dificultad, los discípulos tendrán que dar testimonio de
su fe. Así lo experimentaba la iglesia primitiva, que desde el principio
encontraba su fuerza en el Espíritu. En este contexto, las palabras de Jesús
sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo pueden entenderse como una
invitación a no abandonar la fe ante las persecuciones. A quien no ha
comprendido la realidad humano-divina de Jesús, se le puede perdonar, porque
todavía tiene posibilidad de cambiar, pero quien insulta al Espíritu Santo no
tiene perdón.
Jesús
nos prepara psicológicamente y nos advierte que el seguimiento y el ejercicio
de la misión no estarán exentos de persecución. Esto no debería asustarnos, ya
que cada uno tiene muy presente la promesa de que quien nos envía nos ayudará
en el momento de la prueba. En tiempos de duda y de desconfianza, los
cristianos debemos tener conciencia de la presencia constante de Dios en
nuestras vidas. En él debemos poner toda nuestra esperanza. “Apoyado en la esperanza, creyó contra toda
esperanza”
ORACIÓN
Saludándote,
en este día, nuestro Buen Señor, reconocemos nuestra fe en Ti, creemos en el
motor de vida que es tu Palabra. Hoy te seguimos pidiendo que nos llenes de tu Espíritu Santo,
para que seamos personas sabias, orantes y valientes, en medio de los momentos
difíciles y de persecución. Te confesamos, Amado Señor, que sólo nos importas Tú,
haz que tu presencia, bondad y amor siempre se reflejen en nosotros.
.Amén.
“El
discípulo es el que no habla a nombre propio, sino que siempre esta asistido
por la fuerza del Espíritu Santo, su juez y defensor”
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