domingo, 1 de febrero de 2015

Martes 24 de Febrero de 2015


“LA ORACIÓN HACE FECUNDA LA VIDA DEL CREYENTE”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 55,10-11
“Mi palabra hará mi voluntad”
Así dice el Señor: "Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La lectura nos presenta la imagen viva de la eficacia de la Palabra, de la cual dice Dios: "no volverá a mí sin resultado". Acerquémonos a esta imagen y descubramos su sabor y su fuerza nutritiva.
Nieve y lluvia "bajan del cielo". Pertenecen al ámbito de aquello que el hombre no domina. Son un regalo. Así es también la Palabra. Hay que "empapar" la tierra para fecundarla. Así también la Palabra hace su obra "empapándonos", es decir: colmándonos interiormente, penetrándonos, llenando nuestros vacíos interiores. Cuando esto permitimos a la Palabra nos fecunda y hace dar fruto. Lluvia y nieve "vuelven" al cielo. Así también la Palabra: a nosotros llega y de nosotros sale. Viene sola pero no retorna sola, pues ha hecho posible el milagro del pan y de la semilla. La Palabra llega del cielo como enseñanza y vuelve al cielo como plegaria y como alabanza. En nuestras súplicas de hijos y en nuestra gratitud habla la Palabra con la fuerza de sus frutos.

SALMO RESPONSORIAL: 33
R. / El Señor libra de sus angustias a los justos.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 6,7-15

“Vosotros orad así”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando oreís, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La oración que educa para el Reino. El Padrenuestro no lo podemos orar en toda su profundidad si no es dentro de una comunidad de hermanos y hermanas, en la que se experimenta a Dios como Padre-Madre de todos. La verdad del evangelio consiste esencialmente en una nueva práctica de hermandad, de comunión de mesa, de bienes y de vida. Eso es lo que experimentamos cuando estamos en nuestras pequeñas comunidades fraternas y solidarias. Allí se viven las nuevas relaciones de igualdad y se van superando los antivalores que esclavizan. Es allí donde mejor resuenan las palabras de la oración que nos enseñó Jesús:  Padre nuestro, Madre nuestra. Padre y Madre de todos los que nos reconocemos con la misma dignidad, igualdad y derechos; donde nadie es discriminado, donde nadie queda fuera, donde nadie es más que los otros. Todos somos servidores, hijos e hijas del mismo Padre del cielo, que dio los bienes de la tierra para que todo el mundo tenga cada día el pan que necesita. ¿Qué le está faltando a nuestra Iglesia…, que el Padre nuestro no resuena como denuncia de la injusticia en que vivimos?


ORACIÓN
Señor que no permitamos que la oración deje de ser ese elemento esencial para nuestra vida, pues sin ella no podemos mantener firme nuestro espíritu,  nuestros pensamientos, sentimientos y nuestro actuar. Que estando en diálogo directo contigo y en la escucha de tu Palabra y en la vida comunitaria mantengamos nutrida nuestra vida para poder dar buen fruto y fruto abundante. Amén



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