domingo, 1 de febrero de 2015

Lunes 16 de Febrero de 2015


 “PRIMERO LA VIDA”

PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 4,1-15.25

“Caín atacó a su hermano Abel y lo mató”
El hombre se llegó a Eva; ella concibió, dio a luz a Caín, y dijo: "He adquirido un hombre con la ayuda del Señor." Después dio a luz a Abel, el hermano. Abel era pastor de ovejas, mientras que Caín trabajaba en el campo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda, por lo cual Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: "¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo."
Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos al campo." Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: "¿Dónde está Abel, tu hermano?" Respondió Caín: "No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?" El Señor le replicó: "¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte su fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo." Caín contestó al Señor: "Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Hoy me destierras de aquí; tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me matará." El Señor le dijo: "El que mate a Caín lo pagará siete veces." Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien tropezase con él, no lo matara. Adán se llegó otra vez a su mujer, que concibió, dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: "El Señor me ha dado un descendiente a cambio de Abel, asesinado por Caín." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
No hay un error tipográfico ni una confusión involuntaria. Nos queremos referir en esta ocasión al día en que murió la vida en Caín, que fue antes de que él, ya muerto en su interior, matara  a su hermano Abel. En efecto, Caín llega a su crimen a través de un proceso o degradación: "se enfureció", por envidia; "andaba cabizbajo", por amargura y depresión; obró mal y rechazó la advertencia de Dios y de su conciencia; renunció a luchar contra el pecado; urdió un plan... todo ello es como una pendiente por la que la vida de Caín va dando tumbos. En el fondo de ese abismo al que se ha lanzado se consuma el crimen: "se lanzó contra su hermano Abel y lo mató". La muerte de Abel, pues, nace de la muerte de Caín, es decir, del trágico desmoronamiento de su ser racional y de su misma capacidad de ser humano. Sólo los muertos matan.

¿Dónde está tu hermano?". El Papa Juan Pablo II ha escribió una preciosa reflexión sobre esa gran pregunta que el Señor hace a Caín y que es como el símbolo de la corresponsabilidad que nos liga como seres humano. Escribe el Papa: 2.2 "Caín, frente a Dios, que le pregunta sobre el paradero de Abel, lejos de sentirse avergonzado y excusarse, elude la pregunta con arrogancia: No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano? (Gén 4, 9). Con la mentira Caín trata de ocultar su delito. Así ha sucedido con frecuencia y sigue sucediendo cuando las ideologías más diversas sirven para justificar y encubrir los atentados más atroces contra la persona. "¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?: Caín no quiere pensar en su hermano y rechaza asumir aquella responsabilidad que cada hombre tiene en relación con los demás. Esto hace pensar espontáneamente en las tendencias actuales de ausencia de responsabilidad del hombre hacia sus semejantes, cuyos síntomas son, entre otros, la falta de solidaridad con los miembros más débiles de la sociedad -es decir, ancianos, enfermos, inmigrantes y niños- y la indiferencia que con frecuencia se observa en la relación entre los pueblos, incluso cuando están en juego valores fundamentales como la supervivencia, la libertad y la paz." (Evangelium Vitae, 8).

SALMO RESPONSORIAL: 49
R./Ofrece a dios un sacrificio de alabanza.

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
"No te reprocho tus sacrificios,
 pues siempre están tus holocaustos ante mí." R.

"¿Por qué recitas mis preceptos,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?" R.

"Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara." R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 8,11-13

“¿Por qué esta generación reclama un signo?”
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: "¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación." Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Después de la multiplicación de los panes, Jesús se embarca en el mar y entabla una viva discusión con los fariseos ciegos que piden una señal. El hilo conductor de este episodio es, una vez más, la incredulidad de los interlocutores de Jesús. Por parte de los fariseos es ceguera. Marcos se mantiene, pues, fiel a su propósito inicial: poner de relieve la falta de auténtica acogida al mensaje de Jesús. En aras de su propósito no repara en introducir algunas modificaciones en el relato. La discusión con los fariseos debió de girar probablemente en torno a la señal de Jonás (Mt 16,1-4), signo de la Resurrección mediante la cual Jesús triunfará, a su vez, del mar de la muerte. Pero Marcos ha suprimido la alusión al signo de Jonás, porque todavía no siente la preocupación por subrayar los presentimientos de la pasión de Jesús, y sobre todo porque quiere atraer la atención de sus lectores tan sólo sobre la ceguera de los fariseos. El segundo evangelista se limita, entonces, al análisis de las reacciones negativas de las diferentes capas de la población ante el mensaje de Jesús. Ante la incredulidad de sus interlocutores, Jesús se retira dando por terminado el diálogo que no produce respuesta positiva alguna respecto a su persona. Porque el único signo válido es su propia persona. ¿Necesitamos nosotros de signos o señales milagrosas en qué apoyar nuestra fe? ¿Nos basta la persona misma de Jesús?

ORACIÓN

Señor ayúdanos a amar lo que somos sin anhelar lo que otros tienen y sin mirar con desprecio a otros que consideramos mejores que nosotros. No queremos ser como los fariseos encerrados en ellos mismos y en sus círculos sociales excluyentes. Enséñanos  a ser como tú, que amas a todos aún en la diversidad y no excluyes a nadie por su pensamientos, figura, condición religiosa social económica o política. Amén    

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