“SERVIR A DIOS CON LIBERTAD”
PRIMERA LECTURA
DEUTERONOMIO
18,15-20
“Suscitaré un profeta y pondré
mis palabras en su boca”
Moisés
habló al pueblo, diciendo: "Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus
hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo
que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No
quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese
terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen
razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras
en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que
pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la
arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en
nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La primera lectura
de hoy nos lleva a hacer una comparación entre Moisés y Jesús. Para apreciar lo
que esto significa necesitamos descubrir a Moisés; descubrir en qué sentido
Moisés es un profeta. Se suele pensar
que un profeta es alguien que predice cosas. Y aunque los escritos
tradicionalmente atribuidos a Moisés contienen algunas referencias hacia el
futuro, por ejemplo: qué pasará cuando Israel sea infiel a Dios, no parece que
ese sea el motivo básico de su lugar en el caminar del pueblo de Dios.
Más bien podemos
decir que si un profeta habla con propiedad del futuro es porque de algún modo
se aproxima a la mirada de Dios, el cual abarca todo. Esta proximidad tiene
como fruto inmediato no tanto predecir sino mostrar la voluntad de Dios, que a menudo
entra en contraste con los planes humanos. Vemos así que Moisés "el
legislador" y Moisés "el profeta" son en verdad la misma
persona, uno que con su testimonio y su oración hizo transparente el querer de
Dios para todo un pueblo.
Y hay más: no se
trata sólo de decir "esto quiere Dios;" se trata de mostrar
"cómo nos quiere Dios." Las disposiciones de Dios serían pura
imposición si no supiéramos de su amor que libera, de su ternura que es
potente, de su sabiduría que rebasa a todos. Y de todo esto ha dado fe uno que
supo vivir buscando su rostro: Moisés.
SALMO RESPONSORIAL: 94
R./ Ojalá escuchéis hoy la voz
del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón
como en Meribá,
como el día de Masá en el
desierto;
cuando vuestros padres me
pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían
visto mis obras." R.
SEGUNDA LECTURA
1CORINTIOS
7,32-35
“La soltera se preocupa de los
asuntos del Señor, consagrándose a ellos”
Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos
del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los
asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la
mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor,
consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los
asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para
vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble
y al trato con el Señor sin preocupaciones. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Esta
segunda lectura nos plantea un tema que ha suscitado dificultad en su
interpretación, pero que no pretende ser un mandato obligatorio de tipo moral;
el tema del celibato versus el matrimonio; mas que un mandato es una
sugerencia, que debe ser acogida y respetada entre quien opta por servir al
Señor a través del celibato, o de la vida matrimonial. Es cierto que un estado
de vida célibe, da mayor libertad para el servicio, pero esto no le quita valor
al trabajo que los casados puedan hacer en la comunidad. Pablo hace la debida aclaración al afirmar
que “quisiera que vivieran sin preocupaciones”. No hay una sentencia
obligatoria. Pablo también hace caer en la cuenta que a partir de Jesús cada individuo vive la
presencia de Dios en sí mismo, y el cristiano deposita su vida entera en
ella. Pero no puede vivir sino en
relación con los acontecimientos y con las relaciones con las demás personas.
El estado matrimonial, aunque llegue a perder su papel exclusivo de perpetuar
la raza, sigue siendo el lugar por excelencia en que se vive la presencia de
Dios. Pero de todas formas, esa presencia es explícita; no se hará explícita
sino en el Reino, dice el apóstol cuando Dios sea todo en todos.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MARCOS
1,21-28
“Enseñaba con autoridad”
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado
siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina,
porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente
en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con
nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le increpó:
"Cállate y sal de él." El espíritu inmundo lo retorció y, dando un
grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto?
Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y
le obedecen." Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando
la comarca entera de Galilea. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Después
de dar inicio a su ministerio de salvación entre los hombres, llamando a sus
discípulos, Jesús se dedica a establecer el Reino con sus palabras y acciones.
El evangelio de Marcos nos lo muestra hoy en su realidad de profeta y
liberador. (Mc 1,21-28). Pero para poder comprender mejor la figura de Jesús,
la liturgia pone de paralelo al evangelio un texto del Deuteronomio en la
primera lectura (18,15-20) en el que el pueblo pide a Dios un profeta que sea
humano, cercano y sin los signos terribles de la gloria de Dios, que asustan y
atemorizan. La respuesta de Dios es bellísima: “Yo suscitaré un profeta de
entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que
yo le mande”. Ese es Jesús: hermano nuestro y profundamente humano, capaz de
hacer sentir con su gestos y palabras, la ternura y la cercanía de un Dios
bondadoso y salvador.
Este
es Jesús, es el que va a la sinagoga para reunirse en oración con la comunidad
de Israel. La sinagoga y el templo eran el lugar de reunión normal de un pueblo
de alabanza. Allí acudían todos los creyentes judíos para cantar salmos,
escuchar la palabra de la Ley y poner en común sus necesidades. Allí va Jesús y
le permiten enseñar a la comunidad.
Marcos
nos dice que la palabra y la enseñanza de Jesús son especiales: tenía autoridad
y fuerza; en nada se parecía a la enseñanza de los escribas del pueblo. Por
eso, la palabra de Jesús está cargada de una fuerza divina, asombraba y
admiraba, conquistando el corazón de los creyentes. Jesús, como Maestro, es
único. Por eso el pueblo, admirado, decía: “Este enseñar con autoridad es
nuevo”. A él lo sienten cercano, comprensivo, conocedor profundo del
sentimiento humano un hombre que habla
con palabras de Dios, como lo había anunciado Moisés.
En
la sinagoga, además, estaba un hombre dominado por fuerzas extrañas, que no le
dejaban ser libre y lo oprimían duramente. La presencia de Jesús crea inmediatamente un choque y una oposición, pero al mismo
tiempo una afirmación de la realidad especial de Jesús: “¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno?. Tú eres el Santo de Dios”. Jesús por su parte, sin
aspavientos y espectáculo, pero con autoridad dijo al espíritu: “Cállate y sal
de él”. Y el hombre quedo libre para alabar y servir a Dios. Jesús pues, es el
profeta de Dios que, no sólo anuncia con vigor el mensaje de Dios, sino que va
haciendo en nosotros un proceso liberador. Con su palabra y sus acciones nos
libera de todo lo que nos domina y esclaviza, pero nos deja libres para servir
a Dios y trabajar a favor de los hermanos.
ORACIÓN
Elevamos a ti nuestra oración en gratitud
por el mes que acaba de terminar y el regalo del nuevo que comienza. Gracias
por los bellos momentos donde no te cansas de manifestarnos y hacernos sentir
tu inmenso amor y misericordia. Como eco del encuentro con tu bendita palabra,
hoy te pedimos que coloques en nuestro corazón siempre la necesidad de querer
escuchar tu voz muy dentro de nosotros(as). Voz de tu Palabra que nos oriente,
guíe y acompañe en nuestra búsqueda de felicidad y realización cada día. Amén.
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