“LA
LIBERACIÓN VA DE LA MANO CON LA RENUNCIA A TODO POR CRISTO”
PRIMERA LECTURA
FILIPENSES 2,12-18
“Seguid actuando vuestra salvación, porque es Dios quien activa en
vosotros el querer y la actividad”
Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo
estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra
salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el
querer y la actividad para realizar su designio de amor.
Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así
seréis irreprochables y límpios, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente
torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando
una razón para vivir. El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he
corrido ni me he fatigado en vano. Y, aún en el caso de que mi sangre haya de
derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre
y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la
mía. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo nos sorprende hoy con una
expresión que puede sonarnos extraña: “esfuércense con santo temor en lograr su
salvación" (Flp 2,12). Pablo nos tenía acostumbrados a un lenguaje
distinto. La salvación es un regalo, la salvación es gracia: este es el estilo
del Nuevo Testamento en general, y de Pablo en particular, por ejemplo allí
donde dice: " la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a
todos los hombres" (Tit 2,11). O también: "por gracia habéis sido
salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de
Dios" (Ef 2,8). Ahora en cambio se nos habla de una salvación por la que
hay que "esforzarse", y no de cualquier modo, sino "con santo
temor", según dice esta traducción, o "con temor y con temblor",
como dicen otras versiones. ¿Por qué este cambio?
Si seguimos el pasaje de hoy encontramos algo bien
profundo: "es Dios quien, más allá de su buena disposición, realiza en
ustedes el querer y el actuar". Lo que hay detrás de este cambio
(aparente) es una enseñanza sobre la relación entre nuestra voluntad y la
voluntad de Dios, entre nuestro querer y el querer de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 26
R. /
El Señor es mi luz y mi salvación.
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es la defensa de mi vida,
¿quién
me hará temblar? R.
Una
cosa pido al Señor,
eso
buscaré:
habitar
en la casa del Señor
por
los días de mi vida;
gozar
de la dulzura del Señor,
contemplando
su templo. R.
Espero
gozar de la dicha del Señor
en el
país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten
ánimo, espera en el Señor. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
La
presencia de Dios en el templo es fuente de atracción constante y de alegría
confiada. La presencia de Dios entre los hombres se hace definitiva a través de
su Hijo Jesucristo, quien es la luz que ilumina a todo hombre. Él puso su
morada entre nosotros para hacernos participar de su vida
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14,25-33
“El
que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les
dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y
a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí
mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no
puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una
torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para
terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a
burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y
no ha sido capaz de acabar". ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro
rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al
paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía
lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no
renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
Mucha gente seguía a Jesús; y
él se volvió y dijo: "Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre,
a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun
más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz
y me sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de ustedes quiere construir
una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene
con qué terminarla? De otra manera, si pone los cimientos y después no puede
terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él, diciendo: 'Este
hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.' O si algún rey tiene que ir
a la guerra contra otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez
mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil? Y si no
puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará
mensajeros a pedir la paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo
que tiene, no puede ser mi discípulo. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Muchas personas se postulaban
como candidatas para seguir a Jesús, y ser sus discípulos(as). “Maestro, te
seguiré a donde vayas”, le decían algunos, tal vez en un arrebato, en un
momento de emotividad, de efervescencia y calor, porque a la hora de hacer
realidad sus anhelos, empezaban a llover las condiciones: “Déjame primero ir a
enterrar a mi padre” “primero déjame despedirme de mi familia” etc. Por eso hoy
Jesús en el evangelio nos vuelve a recordar que el discipulado es una misión
que nos pone a pensar con cabeza fría, como el que quiere construir una torre,
o el rey que se dispone a luchar con su adversario.
Para ser auténticos discípulos
de Jesús es necesario desligarnos de aquellos vínculos que nos mantienen atados
al pasado y no nos permiten avanzar con libertad hacia la meta como hijos de
Dios. Un verdadero discípulo de Jesús hace una elección radical, da un giro de
180 grados a su vida, huye del conformismo y de la mediocridad, no puede estar
con un pie adentro y el otro afuera. Aquí el cambio de mentalidad es decisivo,
pues se necesita “pensar como Jesús pensó” para estar en condiciones de cargar
con la cruz de cada día. El compromiso cristiano no puede ser fruto de un
momento emotivo, de un entusiasmo pasajero, sino que es una decisión continua,
de cada día y para toda la vida, aunque a veces se sientan desánimos y no se
tengan ganas de continuar el camino.
En la formación de Jesús a sus
discípulos, podemos decir que se da dentro de un proceso, en el cual queremos
destacar cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada
etapa del camino, pero que se compenetra íntimamente y se alimentan entre sí:
a) El encuentro personal con
Jesucristo
b) La conversión
c) El seguimiento o discipulado
d) La comunión con el Maestro y
con los otros discípulos
e) La misión.
El discípulo no puede tener una
fe totalmente desentendida de los problemas sociales y económicos que vive el
mundo de hoy, una fe temerosa al compromiso y a la entrega total por los
hermanos. De otra parte cuando Jesús habla de relativizar la familia, de dejar
padre, madre, esposa, hijos, hermanos, se está refiriendo a la necesidad de
edificar un nuevo sistema de relaciones, un nuevo modelo de sociedad, en el que
la fraternidad, la solidaridad, el servicio son fundamentales y en el que toda
estructura, incluida la familiar, están en función de construir este nuevo tipo
de sociedad y no uno contrario. El seguidor de Jesús está llamado a ser
partícipe de esta nueva sociedad, donde lo principal es hacer presente en la
historia el reino de Dios, lo cual exige en él un cambio de valores y de
prioridades: renunciar a todos sus bienes, es decir, renunciar a todo tipo de
seguridad para poder colaborar libremente y sin impedimentos en la gran obra de
Dios.
ORACIÓN
Señor necesitamos adquirir el
don de dejar todo aquello que nos ata para poder llegar como mensajeros y
obreros a donde está la necesidad, la
ceguera, sordera y distracción, incluso en
nuestros cercanos, quita de nosotros todo lo que impide descubrir que
eres la esencia de nuestra existencia, para alcanzar la sanidad y el estilo de
vida que tu quieres para nosotros, basado en el amor. Por favor fortalécenos
para ser capaces de decir y hacer el “Heme aquí que dispuesto(a) estoy”. Amén
"Entrar en
la comunidad discipular es una inversión de alto precio que requiere ser
afrontada con realismo y compromiso”
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