“ATENTOS
A LA LLEGADA DEL SEÑOR”
PRIMERA
LECTURA
ISAÍAS
63.16b-17;19;64,3b-8
“Ojalá rasgases el cielo y bajases!”
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de
siempre es "Nuestro redentor". Señor, ¿por qué nos extravías de tus
caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a
tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron
con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera
tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia
y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta
nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era
un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos
arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por
aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de
nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros al
arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
REFLEXIÓN
Qué grato es volver los ojos al pasado, a nuestro
pasado en Israel, porque todos hemos nacido a la fe gracias a Israel, y
reconocer nuestra voz en ese gemido del profeta: "ojalá rasgaras el cielo
y bajaras" (Is 64,1)! Así suplica el corazón oprimido por la tristeza; así
ruega el alma agotada en su esfuerzo; así se queja el hombre que ha palpado su
límite y sabe que nada le queda, sino el horizonte de Dios. Aparentemente se
trata de un mensaje de desesperación, pero es todo lo contrario. Cuando el
hombre sólo cuenta con sus recursos y estos se le terminan llega la
desesperación; pero si ese hombre cree en Dios, hace de su angustia un camino
que le lleva más allá de sí mismo. Pues tal es la condición del ser humano:
desesperarse en la cárcel de sí mismo, o trascender arrojándose en las manos de
su Creador. El profeta nos enseña a escoger.
Y lo más hermoso de esa oración es que sabemos que fue y que será
escuchada. Fue escuchada ya, podemos decir si miramos el misterio de Jesús
hecho hombre, pues él rasgó los cielos y bajó. Pero además será escuchada una
vez más, la última y gloriosa, la definitiva, cuando el Cristo glorioso rompa
los cielos, cuando los recoja como una tienda ( Is 40,22) y brille su majestad
infinita el día último. Esta súplica, pues, abre el adviento de modo único,
porque recuerda la primera venida y ya anuncia la segunda.
Todo el adviento, que hoy empieza, va sellado con un tono de
bendita esperanza. La esperanza no es simple ilusión; la esperanza no es simple
proyecto. La esperanza nace en el borde mismo en donde nace también la
desesperanza, esto es, allí donde sabemos profundamente qué somos y qué
quisiéramos ser. En el texto se percibe la meditación de Isaías: "nosotros
pecábamos y éramos siempre rebeldes" (Is 64,5): esto es lo que hemos sido;
"sin embargo, Señor, tú eres nuestro Padre" (Is 64,8): este es el
principio de lo que podemos ser.
Pero nuestro pecado no destruye nuestro vínculo con Dios.
Pecadores como somos, seguimos estando en sus manos, y él sigue siendo nuestro
alfarero. El pecado no anula la soberanía de Dios. El que nos hizo es quien
sabe rehacernos. No hay para el hombre otra alternativa, porque no hay otro
Creador. Y en la victoria sobre el pecado siempre brillan la gracia y la
misericordia.
SALMO RESPONSORIAL: 79
R./ Oh Dios, restáuranos, que
brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines,
resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Se refiere a las calamidades del
reino del norte. Se utiliza la alegoría de la vid. La imagen de la vid se utiliza también en el
Nuevo Testamento para referirse al pueblo de Dios. También nosotros debemos
repetir: “la luz de tu mirada nos dará la salvación.
SEGUNDA LECTURA
1CORINTIOS 1,3-9
“Aguardamos la manifestación de
nuestro Señor Jesucristo”
Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de
gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en
Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en
el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho,
no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro
Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de
qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar
en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
REFLEXIÓN
Pablo en esta segunda lectura a la comunidad de
Corinto, habla sobre los dones y carismas que posee la comunidad, los cuales
alaba, pero al mismo tiempo les menciona la necesidad de cuidar y orar
constantemente por esos dones y de mantenerse firmes en el Señor, quien a su
vez, nos dará fuerzas para mantenernos en Él. La experiencia de Pablo con esta
comunidad comienza con una oración de gratitud a Dios por la gracia salvadora
otorgada en la persona de Señor Jesús. La fe en Jesucristo se ha ido
consolidando en cada creyente, la palabra ha encontrado eficacia en el corazón
de los integrantes de la comunidad. Y Pablo garantiza que esta misma palabra
nos mantendrá firmes y fuertes hasta la meta final.
LECTURA DEL
EVANGELIO
MARCOS
13,33-37
“Velad, pues no sabéis cuándo
vendrá el dueño de la casa”
En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos:
"Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un
hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su
tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo
vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del
gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!"
REFLEXIÓN
Ha llegado el tiempo del Adviento, comienzo de un
nuevo año litúrgico. Es hora de detenerse y mirar atrás a fin de revisar como marcha nuestra
vida. Hoy en el primer domingo de Adviento se enfatiza sobre la esperanza. El
evangelio de Marcos se mueve en clave de esperanza y vigilancia. Forma parte
del discurso escatológico de los evangelios. La finalidad de este mensaje es
invitar a mantenerse siempre a la expectativa en la venida del “Hijo del
Hombre”. No se sabe cuándo será ese día ni el lugar de la plena revelación del
Reino, pero hay que estar vigilantes y preparados
en todo momento. El mensaje está dirigido no solo a los oyentes inmediatos de
Jesús sino a los seguidores de todos los tiempos. La palabra más repetida en
este texto es “velar”. La vigilancia debe ser una actitud natural de nuestra
vida cristiana. Muchas personas a veces manifiestan haberse desanimado ante
tantos problemas, familiares, sociales, religiosos, etc. A veces se sienten
hundidos en un barco cuya esperanza de ser salvados se pierde en el caos. Pero
la palabra de Dios es siempre eficaz, consoladora y esperanzadora. A pesar de
los momentos difíciles, de las crisis de fe de las pérdidas de sentido de la
vida, Dios está siempre presente, dispuesto a tendernos la mano en todo
momento. El asunto es estar siempre vigilantes “despiertos”, Dios siempre es
fiel, su gracia no falla. ¿Cómo podemos fortalecer en estos días de Adviento
nuestra fe y esperanza?.
ORACIÓN
Padre Tú sabes bien que nos hemos alejado de Ti y
con frecuencia hemos endurecido nuestro corazón porque nos hemos dejado dominar
por la rutina y la superficialidad sin
practicar la misericordia y la justicia, vuélvete hoy a nosotros con amor; sal a nuestro encuentro y toma nuestras
miserias. Tú eres nuestro Padre, nosotros el barro y Tú, el Alfarero. Así como
nos hiciste un día, restáuranos ahora con tu gracia y renueva en nosotros el
rostro de tu Hijo, para que podamos alabarte y servirte siempre con alegría y
anunciar con poder tu evangelio. Amén.
“No basta solo con estar
atentos(s) a la llegada del Señor sino a estar atentos de las necesidades
de los que ha dejado bajo nuestro cuidado”
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