“DIOS CONOCE, ELIGE Y CONSAGRA”
PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 1, 1. 4-10
“Te
nombré profeta de los gentiles”
Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los
sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín. Recibí esta palabra
del Señor: "Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que
salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los
gentiles."
Yo repuse: "¡Ay, Señor mío! Mira que no sé
hablar, que soy un muchacho." El Señor me contestó: "No digas:
"Soy un muchacho", que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te
mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte."
Oráculo del Señor.
El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me
dijo: "Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre
pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para
edificar y plantar." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Es notable, en la primera
lectura de hoy, cuánto puede brindarnos un texto tan breve. Destaquemos:
Jeremías, que es sólo un "niño" o un "muchacho" y que es
llamado desde su condición de inferioridad para ser revestido de la autoridad
que viene de lo alto. ¿A quiénes elige Dios? ¿Esperamos que sea siempre a los
más maduros, capacitados, poderosos o bien informados? Y vemos también que es la victoria sobre el miedo. Un valiente, se ha
dicho, no es el que no siente temor, sino el que se sobrepone al temor. Las
palabras del Señor a Jeremías muestran la fragilidad del profeta y a la vez la
fortaleza de Aquel que al llamarle, le sostiene, y al encomendarle una misión
lo capacita para realizarla. Finalmente, el oficio del profeta, en cuanto tal.
Dios le dice: "pongo mis palabras en tu boca." De lo que se trata es
en cierto modo de un "morir," porque ya no es buscar lo que uno
quiere ni exponer lo que a uno le gustaría. Entregando su vida a Dios, de Dios
recibe el profeta una nueva vida, con nuevo vigor y nuevas metas.
SALMO RESPONSORIAL: 70
R. / Mi
boca contará tu salvación, Señor.
A ti,
Señor, me acojo:
no quede
yo derrotado para siempre;
tú que
eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a
mí tu oído, y sálvame. R.
Sé tú mi
roca de refugio,
el
alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío,
líbrame de la mano perversa. R.
Porque
tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi
confianza, Señor, desde mi juventud.
En el
vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el
seno tú me sostenías. R.
Mi boca
contará tu auxilio,
y todo el
día tu salvación.
Dios mío,
me instruiste desde mi juventud,
y hasta
hoy relato tus maravillas. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUEMONOS A SU CONTEXTO
El salmista apela a su
larga experiencia de anciano para expresar, en medio de la aflicción, su
confianza inalterable en la ayuda del Señor. Él quiere dejar un testimonio de
la gracia de Dios a las generaciones venideras. Mezcla la petición con la
acción de gracias. La iglesia en su oración también recurre a la memoria del
pasado, expresa en el presente su fe y su confianza, y apoyada en la esperanza
tiene la mirada hacia la consumación definitiva del Reino de Dios.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO 13,
1-9
“Cayó en
tierra buena y dio grano”
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al
lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y
la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: Salió el
sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los
pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas
tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó de seguida; pero, en
cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo
ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos,
ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga." Palabra del
Señor.
REFLEXION
Mateo inicia otro de los cinco discursos del nuevo
Pentateuco, del nuevo Moisés que es Jesús. Como en el sermón de la montaña
también aquí Jesús se sienta, pero esta vez a la orilla del lago. Se sienta
como un maestro experto en la asignatura del Reino. Con las Parábolas Jesús
quiere comunicar su experiencia más profunda de cómo Dios actúa en la Historia.
Con esta primera parábola nos dice que Dios siembra el Reino con una
generosidad excesiva, regando la palabra, en terrenos a veces imposibles para
producir frutos. Jesús mismo explicará más tarde el sentido de esta parábola.
La gente de Galilea, campesinos de tierras áridas y de caminos polvorientos
entendían la comparación. Pero Jesús les dejaba pensando, buscando, sobre el
sentido de la parábola. Como diciendo, ahora les toca a ustedes buscar, escudriñar
el sentido. La parábola no es una doctrina para aprender de memoria, es una
provocación para buscar cómo Dios interviene en la Historia y cómo nosotros
gente del Reino tenemos que actuar en la cotidianidad sembrando las semillas
del Reino. La Palabra está siempre lista, lo que hay que preparar diariamente
es el terreno para recibirla. ¿Es nuestra vida cristiana tierra pedregosa o
fértil?
ORACIÓN
Amado Dios, nos sentimos personas
conocidas, llamadas y consagradas por Ti, porque nos envías a anunciar la Buena
Noticia, por eso te pedimos que nos ayudes a dar el fruto correspondiente a tan
maravilloso encargo, pues ante este mundo tan fuera de tono de tu Reino a veces
nos sentimos desfallecer. Pero Gracias porque siempre estas caminando a nuestro
lado para tomarnos de la mano y seguir en la misión. Amén.
“Dios necesita de tu ser para
seguir bendiciendo, hablando, fortaleciendo, amando y liberando a los seres
humanos”
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