sábado, 1 de diciembre de 2012

Miércoles 19 de Diciembre de 2012



“PREPARÉMONOS PARA ACOGER AL QUE VIENE EN LA CARNE SIN DEJAR DE SER DIOS”

PRIMERA LECTURA
JUECES 13,2-7.24-25ª

“El ángel anuncia el nacimiento de Sansón”

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."" La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

REFLEXIÓN
Las lecturas de hoy nos presentan el anuncio de dos nacimientos y dos fortalezas. La llegada de cada ser humano a este mundo es una inmensa pregunta al futuro. La Historia misma es ante todo el tejido de las decisiones, pequeñas o grandes, que vamos tomando, y por ello la voluntad de cada persona es un elemento más de libertad para el conjunto de la humanidad.
En este caso los dos nuevos seres humanos tendrán una característica en común: una inmensa fortaleza. La proverbial fuerza física de Sansón y el poder de la denuncia de hacen pareja. Aunque, si bien lo pensamos, hay varios contrastes entre estos dos formidables siervos de Dios.
Sansón es la imagen de un hombre que quiere cambiar su entorno; Juan Bautista es aquella voz que llama a cada uno a revisar su propia vida. Sansón mira y hace mirar hacia fuera; Juan mira y hace mirar hacia adentro. Como Sansón actúa hacia fuera, desconoce su propio interior, y allí, en su mundo interior de afectos, es atrapado por un cariño que finalmente lleva al desastre su camino. En paralelo: como Juan denuncia la infidelidad interior, la del corazón, es encarcelado por un rey que vive encadenado a una pasión ilícita. Finalmente: aunque Sansón fue atrapado por ese afecto interior, al final de sus días ejerció a su modo su vocación y puso su fortaleza al servicio del plan divino. Paralelamente, aunque Juan fue encarcelado en su cuerpo, su profetismo obró en libertad y su martirio dejó una página imborrable de santidad y fidelidad que todavía hoy nos libera y hace inmenso bien.

SALMO RESPONSORIAL: 70
R. / Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,5-25

“El ángel Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista”

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."

Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento."
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres."

REFLEXIÓN
Ayer contemplamos en la liturgia de la Palabra el anuncio del nacimiento de Jesús a José. Hoy le corresponde el turno a Zacarías, padre de Juan el Bautista. Lucas, cuyo relato es propio de su evangelio, pone especial énfasis en la ancianidad de Zacarías e Isabel y en la esterilidad de ésta; también en el carácter sacerdotal de Zacarías. No sólo nos dice que es anciano y sacerdote, sino que el anuncio del ángel Gabriel acontece en el Templo, cuando Zacarías está de servicio. Isabel Y Zacarías representan simbólicamente las instituciones del Primer Testamento, las cuales, por estar ya caducas y estériles, son renovadas y “fertilizadas” por el Espíritu de Dios. Zacarías e Isabel representan al resto de Israel que espera la venida del Mesías. Juan y Jesús serán, entonces, los eslabones que articulan la historia de la salvación. El anuncio del ángel deja a Zacarías sin palabra, porque el silencio es la actitud reverencial y de expectativa frente a Dios. Silencio, esterilidad, ancianidad, son símbolos de un pueblo que a pesar de todo confía enteramente en las promesas de Dios. – Abramos el corazón para que podamos percibir la presencia fascinante de Dios que viene a anunciarnos buenas y grandes noticias de liberación para nuestro pueblo.

ORACIÓN
Señor en estos días nos llevas a comprender que naciste de mujer en el seno de una familia, pero que procedes del mismo Dios. Por eso lograste impregnar el mundo de su verdadera esencia: ese amor que produce, justicia, misericordia, unidad, paz, servicio y el propósito de luchar por sembrar de ti para que muchas personas sean capaces de construir a su paso un mundo diferente, que se hace más humano desde tu divinidad. Continuemos este tiempo en reflexión. Amén  

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