“SER SABIOS PARA SER SANTOS”
PRIMERA LECTURA
Sabiduría 7, 7-11
“En comparación de la sabiduría, tuve en nada la
riqueza”
Supliqué, y se me concedió la
prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y
tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra
más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a
ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y
me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me
vieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La primera lectura,
tomada del libro de la Sabiduría, expresa la preferencia de la Sabiduría frente
a todos los bienes de la tierra. El sabio pone en la plegaria de Salomón la
superioridad de los valores espirituales sobre los materiales, supeditándolos
todos al don de la sabiduría y la prudencia para el gobierno de su
pueblo; encontramos a alguien, que según el relato es Salomón, ha hecho
una opción radical por algo maravilloso que es la sabiduría. No un asunto de
amontonar conocimientos o teorías, sino un modo de vida; una opción
fundamental, que en este caso ha traído una inmensa felicidad a Salomón.
Salmo responsorial: 89
R. / Sácianos de tu
misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.
Enséñanos a calcular nuestros
años,
para que adquiramos un corazón
sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta
cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
R.
Por la mañana sácianos de tu
misericordia,
y toda nuestra vida será
alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en
que nos afligiste,
por los años en que sufrimos
desdichas. R.
Que tus siervos vean tu
acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del
Señor
y haga prosperas la obras de
nuestras manos. R.
OREMOS CON EL SALMO
Frente al Dios Eterno y trascendente el ser humano siente su pequeñez y
su fragilidad, más cuando esta agobiado por la calamidad. Sin embargo, siempre,
puede esperar su bondad. La pequeñez humana ha sido transformada por la
encarnación del Hijo de Dios, quien asumió nuestra miseria para hacernos
participar de la vida divina.
SEGUNDA LECTURA
Hebreos 4, 12-13
“La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones
del corazón”
La palabra de Dios es viva y
eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde
se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e
intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está
patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
El autor, al describir la
fuerza transformadora de la Palabra de Dios, se hace eco de hondas raíces
escritas desde el Antiguo Testamento, en efecto, ya Isaías 42,9 había comparado
la Palabra de Dios con la espada, y Jeremías la había presentado como una
realidad operante por sí misma. ( Jer 23,29).
La íntima acción salvadora de
la Palabra en la persona oyente es descrita en el texto diciendo que es
“penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu”. Allí, en el
santuario de la intimidad del corazón de la persona, de la comunidad oyente
activa de esa voz salvadora que le muestra caminos de liberación, allí, donde
reside la voluntad y la decisión de aceptarla o de rechazarla, donde anida lo
más denso del ser humano: sus intereses, sus afectos, su libertad, es hasta
donde la Palabra llega cuestionante, incisiva, liberadora, transformante. Por
eso, el autor de la carta coloca intencionadamente las palabras “corazón,
deseos, intenciones”, como abarcando en estas categorías la integralidad
humana. Dios y su Palabra, “más íntimo que yo mismo” en expresión de San
Agustín, conoce hasta los secretos más recónditos del corazón. El más absoluto
misterio humano está patente ante sus ojos. Por eso, la Palabra es juez
densamente imparcial, que conoce amando lo que ocurre en la conducta humana y
en el corazón de hombres y mujeres.
LECTURA DEL EVANGELIO
Marcos 10, 17 – 30
“Vende lo que tienes y sígueme”.
En aquel tiempo, cuando salía
Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le
contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya
sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre."Él
replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se
le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo
que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y
luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso,
porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué
difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los
discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡que
difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el
dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un
rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedo mirando y les
dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede
todo." Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado
todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje
casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por
el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y hermanos
y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura,
vida eterna." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Estamos ante el tema del
seguimiento de Jesús. En ese sentido va la pregunta de aquel que únicamente
Mateo llama "el joven rico" (19, 22); para Marcos (y Lucas) parece
tratarse más bien de una persona mayor que pregunta: ¿cómo heredar la vida? (
Mc 10,17). Jesús comienza por remitir a Dios; su bondad está al inicio de todo.
Esto equivale a resumir la primera tabla de los mandamientos. En seguida
enuncia explícitamente los correspondientes a la segunda tabla, la frase es
algo así como un sumario del listado que se recuerda. Se trata de la condición
mínima que se plantea al creyente. Con sencillez el rico dice que todo eso lo
ha observado ( v. 20), no hay nada de arrogante en esta afirmación. Esa era la
convicción de los sabios de la época: la ley puede ser cumplida plenamente.
Pero seguir a Jesús es algo
más exigente. Con afecto lo invita Jesús a ser uno de los suyos. No sólo debe
abandonar la riqueza, hay que entregarla a los pobres, a los necesitados. Esto
lo pondrá en condiciones de seguirlo. No basta respetar la justicia en nuestras
actitudes personales, hay que ir a la raíz del mal, al fundamento de la
injusticia: el ansia de acumular riqueza. Pero, dejar sus posesiones, le
resultó una exigencia muy dura al preguntante; como muchos de nosotros prefirió
una vida creyente resignada a una cómoda mediocridad. «Creer sí, pero no
tanto». Profesar la fe en Dios, aunque negándonos a poner en práctica su
voluntad. Jesús aprovecha la ocasión para poner las cosas en claro con sus
discípulos: el apego al dinero y al poder que él otorga es una dificultad mayor
para entrar en el Reino. La comparación que sigue es severa; algunos han
querido suavizarla, pretendiendo -por ejemplo- que había en la ciudad unas
puertas pequeñas llamadas "agujas"... Bastaba entonces al camello
agacharse para poder entrar por el ojo de la aguja...
Los discípulos, en cambio,
entendieron bien el mensaje. El asunto se les presenta poco menos que
imposible. Pasar por el ojo de la aguja significa poner su confianza en Dios y
no en las riquezas. No es fácil ni personalmente ni como Iglesia aceptar este
planteamiento, siguiendo a los discípulos nos preguntamos -con pretendido
realismo-: “entonces, ¿quién se podrá salvar?" El dinero da
seguridad, nos permite ser eficaces, decimos. El Señor recuerda que nuestra
capacidad de creer solamente en Dios es una gracia. Como comunidad de
discípulos, como Iglesia, debemos renunciar a la seguridad que da el dinero y
el poder. Eso es tener el "espíritu de sabiduría" (Sab 7,7), aceptar
que ella sea nuestra luz. A la sabiduría nos lleva la palabra de Dios, cuyo
filo corta nuestras ataduras a todo prestigio mundano. Ante ella nada queda
oculto, todas nuestras complicidades aparecen con claridad. Como creyentes,
como Iglesia, ¿seremos capaces de pasar por el ojo de una aguja?
ORACIÓN
Amado Dios necesitamos
constantemente suplicar los dones que nos hacen más como Tú. La vida ofrece
muchos bienes en todos los ámbitos, concédenos como discípulos(as)
tuyos(as), saber optar por el mejor bien que se puede recibir, el de tu
Palabra en tu Hijo Amado, que escuchándola se abra nuestra inteligencia y
corazón para poder hacerla vida a lo largo de esta semana que inicia. Oramos,
damos gracias y bendecimos la vida de Luz Marina Mejía en su cumpleaños. Amén
“Buscar la
vida eterna es entrar en sintonía con la sabiduría de Dios”
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