“AMOR A LA CAUSA DE DIOS”
PRIMERA LECTURA
1SAMUEL 17, 32--51
“Venció David al filisteo con la honda y una piedra”
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo:
"Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese
filisteo". Pero Saúl le contestó: "No podrás acercarte a ese filisteo
para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde
mozo". David replicó: "El Señor, que me ha librado de las garras del
león y de las garras oso, me librará de las manos de este filisteo".
Entonces Saúl le dijo: "Anda con Dios".
Agarró la cayada, escogió cinco cantos de arroyo, se los echó al zurrón,
empuñó la honda y se acercó al filisteo. Este, precedido de su escudero, iba
avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque
era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: "¿Soy yo un perro, para
que vengas a mi con un palo?" Luego maldijo a David, invocando a sus
dioses, y le dijo: "Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a
las fieras del campo". Pero David le contestó: "Tú vienes hacia mí
armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los
ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te
entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los
hombros y echaré tu cadáver y los cadáveres del campamento filisteo a las aves
del cielo y las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios
en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria
sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor y él os
entregará en nuestro poder. Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba
en dirección a David, éste salió de la formación y corrió velozmente en
dirección al filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y
le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de
bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo
mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo,
le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
Conviene destacar en este texto qué es lo mueve a David:
"Yo voy contra ti en nombre del Señor Todopoderoso, dice David al
filisteo, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado."
El nombre de este sentimiento vigoroso, que en un momento dado puede darnos
fuerza extraordinaria y gran sagacidad, es celo y es fe. En últimas, proviene
del amor y en realidad es una forma de amor a la gloria de Dios. De hecho, la
gran preocupación de David se resume en que "toda la tierra sabrá que
Israel tiene un Dios." Y la victoria, según vimos, fue suya. De otra parte miremos al filisteo gigante, fanfarrón,
maldiciente, mal encarado, guerrero desde joven, que resulta vencido de un solo
golpe, sirve sobre todo para hacer un contraste entre la mirada de Dios y la
mirada del hombre, como nos lo decían las lecturas de ayer. Ya ayer se nos
hablaba de que David era de buena presencia, era bien parecido. Y el filisteo
en cambio, era seguramente uno de esos hombres con cara de matón, de
"conmigo nadie se mete", de "conmigo la tienen perdida",
que infundía terror. Y desde luego que con esas características y
con esos deseos, sólo podía despreciar la agilidad, la juventud, la
inexperiencia y la belleza de David. David es un muchacho pequeño, frágil, al
que ni siquiera le sirve la armadura. La armadura defiende, pero hace pesado al
guerrero. David es un hombre ágil, y sobre todo, es un hombre que cuenta
fundamentalmente con Dios. El desenlace del relato lo hemos escuchado, y es que
David sí logra la victoria, una victoria que es de David, una victoria que es
de todo Israel, pero en realidad, una victoria que es de Dios. Lo que va a
seguir entonces, es que el pueblo de Dios reconoce que la victoria ha sido de
Dios. Porque una persona así no tenía ninguna esperanza. Ni ante los
israelitas, ni ante los filisteos tenía ninguna esperanza de vencer. Si ha
vencido, ha sido por su confianza en el Señor: el que ha vencido es el Señor.
Esta va a ser la característica de este líder; esta va a ser la característica
de este rey. David va a ser un rey de tal naturaleza, que cuando él vence, el
que vence es Dios, y es una victoria con estilo, con belleza, con gracia; es
una victoria en la gracia de Dios.
David es un hombre sin
armadura, Jesús es un hombre sin armadura; no sólo sin armadura, sino estuvo
desnudo e indefenso en la cruz. Un hombre así, sin defensa, un
hombre sin armadura, ése es el que verdaderamente puede moverse con agilidad,
percibir el soplo del Espíritu, ser dócil a su acción. Despojémonos de
nuestras armaduras, confiemos en el Señor, creámosle al Espíritu de
Dios, y obtengamos la gracia y la victoria con el Señor.
SALMO RESPONSORIAL:
143
R. / Bendito el Señor, mi Roca.
Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra
mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas;
para ti, que das la victoria a los reyes
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una súplica, al parecer puesta en boca del rey para pedir
ayuda en la batalla y oración por todo el pueblo. El acento guerrero puede ser
traspuesto a realidades morales (la lucha contra el mal presente aun dentro de
nosotros). Todo el pueblo debe reconocerse en manos de Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 3, 1-6
“¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo
morir?”
En aquel tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un
hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en
sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: "Levántate y
ponte ahí en medio". Y a ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en
sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo
morir?" Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido
de su obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo". Lo
extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos
se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
No sólo la acción es origen del mal. La omisión y la permisión también
lo son. Jesús reta a sus adversarios con un dilema ético: salvar o destruir.
Jesús desea con una pedagogía única encaminar al Pueblo, incluidas sus
autoridades, a descubrir que el culto, “guardar el sábado”, debe fomentar el
bienestar y la vida. Cierto que en la tradición judía estaba previsto la
posibilidad de ayudar a una persona en sábado para salvar la vida y por eso
Jesús cuestiona; sin embargo los fariseos no lo ven así. Creen que se puede
esperar. Hoy recordamos que “los enfermos no esperan”. Jesús enfatiza que la
vida pide salud, integridad, felicidad y a este enfermo le faltaba lo primero
estando bajo el poder de la muerte. Jesús por esa razón juzga que devolverle la
vida plena al paralítico no era atentar contra el culto, sino la mejor forma de
honrar a Dios. Todo lo que Jesús dice y hace va dirigido a promover la vida.
Jesús es el Hijo del hombre que rescata al hombre de la esclavitud del
legalismo para llevarlo a la verdadera libertad. Pidamos al Señor vencer
nuestra obstinación y ceguera ante la vida y el culto que profesamos.
ORACIÓN
Volvemos a ti hoy, Señor misericordioso, con
gratitud. Te pedimos, Señor tu libertad en nosotros; danos la capacidad para
quitarnos todo cuanto nos oprime. Déjanos respirar el aire fresco de tu amor,
que nos restaura, que nos hace ser capaces de levantarnos y seguir luchando por
salir adelante, abre nuestra mente para confiar siempre en ti a pesar de los
Goliat que se nos presenten en el camino, llévanos a actuar en el momento que
lo debamos hacer y hacerlo en el nombre tuyo Señor.. Amén.
“La victoria de David sobre Goliat demuestra que la fe en el Señor y el
celo por la causa divina abre caminos donde el miedo humano sólo ve barreras”
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