lunes, 1 de enero de 2024

Domingo 21 de Enero de 2024

 

 

“LLAMADOS A LA CONVERSIÓN”

 

 

La realidad más visible en las lecturas de hoy está, sin duda, en el arrepentimiento. Jonás predica en la ciudad pagana por excelencia, Nínive; Cristo predica en Galilea. El mensaje, sin embargo, es distinto, por lo menos en su aspecto exterior: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida", dice Jonás; "El Reino de Dios ha llegado", anuncia Jesús. Podemos mirar en estas expresiones diversas las dos caras del mensaje que llama a la conversión.

 

PRIMERA LECTURA

JONÁS 3,1-5.10

 

“Los ninivitas se convirtieron de su mala vida”

 

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo." Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: "¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!" Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Jonás hoy presenta un contenido positivo: el profeta atiende el mandato de Dios, que le envía a predicar, va, predica, y además tiene éxito su predicación, pues la ciudad se arrepiente. El comentario más simple a este texto puede ir por la línea de la importancia de la predicación profética para la conversión de los que están alejados de Dios. Es un tema conocido. Y, como decíamos, hace un paralelismo con el texto del evangelio: Jesús es un nuevo profeta, que empalma con la línea de los profetas clásicos, que también se lanza por los caminos para predicar un mensaje de conversión.

 

Que este texto también nos haga reflexionar que Dios siempre se preocupa por todos y por todos nosotros,  siempre se  quiere hacer cercano, cercano a nosotros, que es un Dios que escucha, un Dios que se compadece de  todo hombre arrepentido, y no es ajeno nunca a nuestra realidad.

 

SALMO RESPONSORIAL: 24

R./Señor, enséñame tus caminos.

 

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

 

Recuerda, Señor, que tu ternura

y tu misericordia son eternas;

acuérdate de mí con misericordia,

por tu bondad, Señor. R.

 

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo es un canto a la bondad y al amor de Dios y petición humilde de orientación y enseñanza. El cristiano sabe que el amor de Dios se hizo presente de manera nueva e insuperable en la persona de Jesús. Él es quien debe guiarlo y enseñarle la verdad que conduce a la vida.

 

SEGUNDA LECTURA

1CORINTIOS 7,29-31

 

“La representación de este mundo se termina”

 

Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Esta  lectura  también puede iluminarse hoy con la del evangelio de Marcos: ante el reinado de Dios que ha sido instaurado por la actuación de Jesús -su predicación, sus milagros, sus controversias, especialmente su muerte y resurrección-, todas las realidades humanas adquieren un nuevo sentido: comprar, vender, llorar, reírse, casarse o permanecer célibe, todo es diferente y su valor distinto. Lo absolutamente definitivo es el ejercicio de la voluntad salvadora de Dios que Jesús vino a poner en marcha. Por eso Pablo puede afirmar que "la presentación de este mundo se termina", es decir, que Dios hace nuevas todas las cosas realizando la utopía de su Reino en donde pobres y tristes, enfermos y condenados, excluidos y ofendidos de la tierra son rescatados y acogidos, y en donde los ricos y los poderosos son llamados urgentemente a la conversión.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 1,14-20

 

“Convertíos y creced en el evangelio”

 

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio." Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, en unas frases muy condensadas, los comienzos de la actividad pública de Jesús: es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, la próspera pero malafamada Galilea, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada a cambio. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado –es que se ha cumplido el plazo de su espera– y ante el reinado de Dios sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe.

Muchos reinados recordaban los judíos que escuchaban a Jesús,  el muy reciente reinado de Herodes el Grande, sanguinario y ambicioso, tantos reinados que habían oprimido al pueblo, otros reinados de los viejos reyes convertidos en figuras de leyendas doradas como David y su hijo Salomón. ¿Pero de qué rey hablaba ahora Jesús? Del anunciado por los profetas y anhelado por los justos. Un rey divino que garantizaría a los pobres y a los humildes la justicia y el derecho y excluiría de su vista a los violentos y a los opresores. Un rey universal que anularía las fronteras entre los pueblos y haría confluir a su monte santo a todas las naciones, incluso a las más bárbaras y sanguinarias, para instaurar en el mundo una era de paz y fraternidad.

 

Este «Reinado de Dios» que Jesús anunciaba hace 2000 años por Galilea, sigue siendo la esperanza de todos los pobres de la tierra. Ese reino que ya está en marcha desde que Jesús lo proclamara, porque lo siguen anunciando sus discípulos, los que Él llamó en su seguimiento para confiarles la tarea de pescar en las redes del Reino a los seres humanos de buena voluntad. Es el Reino que proclama la Iglesia y que todos los cristianos del mundo se afanan por construir de mil maneras, todas ellas reflejo de la voluntad amorosa de Dios: curando a los enfermos, dando pan a los hambrientos, calmando la sed de los sedientos, enseñando al que no sabe, perdonando a los pecadores y acogiéndolos en la mesa fraterna; denunciando, con palabras y actitudes, a los violentos, opresores e injustos.

 

ORACIÓN

Comenzando un día nuevo contigo, Buen Señor de la Vida, te damos gracias por esta nueva oportunidad de encuentro contigo a través de tu palabra. Quizás tu sabes bien lo que hoy te vamos a pedir, ¡Tantas veces te lo ha dicho nuestro corazón!. Sólo deseamos  amarte más en este día. Mi amado Jesús tu eres el mejor de nuestros amigos, más aún, nuestro único y verdadero amigo. Tú eres nuestro Hermano y nuestro Padre, nuestro Dios y nuestro Todo. Hoy queremos convertirnos y regresar a ti. Tú eres todo para nosotros, eres nuestro rey  y nosotros queremos ser todo para ti. Amén

 

“El tiempo en las manos de Dios encuentra su verdadero lugar”

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