“JESUCRISTO ES EL MISMO AYER, HOY Y SIEMPRE”
PRIMERA LECTURA
HEBREOS 13, 1-8
“Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre”
Hermanos: Conservad el amor fraterno y no olvidéis
la hospitalidad; por ella algunos recibieron sin saberlo la visita de unos ángeles.
Acordaos de los que están presos, como si estuvierais presos con ellos; de los
que son maltratados, como si estuvierais en su carne. Que todos respeten el
matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille, porque a los libertinos y
adúlteros Dios los juzgará. Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que
tengáis, pues él mismo dijo: "Nunca te dejaré ni te abandonaré"; así
tendremos valor para decir: "El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá
hacerme el hombre?" Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la
palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo
es el mismo ayer y hoy y siempre. Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Entramos a la lectura del último capítulo de este
discurso sacerdotal. Todo este capítulo da unas recomendaciones éticas
construidas desde la afirmación de la caridad como elemento fundamental de las
relaciones cristianas. Toda la grandeza de la fe que el autor muestra, se
concreta en acciones muy sencillas que expresan la relación con el que se ha
entregado por nosotros. Se nos pide tener actitudes que el mismo Jesús vivió y
enseñó.
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Es Él
quien nos sostiene, no nosotros a Él, como en cambio sucede con los pensadores
o líderes del pasado, que tienen que recibir vida de sus seguidores, Él está
vivo hoy, y es vida para nosotros, es la razón de ser de nuestro camino
y de nuestra fe. Obedecer, amar, seguir a Jesucristo, esa es
nuestra misión.
SALMO RESPONSORIAL: 26
R./El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.
OREMOS CON EL SALMO
La presencia de Dios en el templo es fuente de
atracción constante y de alegría confiada. La presencia de Dios entre los seres
humanos se hace definitiva a través de su Hijo Jesucristo, quien es la luz que
ilumina a toda persona. Él puso su morada entre nosotros para hacernos
participar de su vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 6, 14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había
extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: "Juan Bautista ha
resucitado, y por eso los poderes actúan en él." Otros decían: "Es
Elías." Otros: "Es un profeta como los antiguos." Herodes, al
oírlo, decía: "Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado." Es
que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel,
encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su
hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su
hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en
medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que
era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba
desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por
su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente
principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a
Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: "Pídeme lo que
quieras, que te lo doy." Y le juró: "Te daré lo que me pidas, aunque
sea la mitad de mi reino." Ella salió a preguntarle a su madre: "¿Qué
le pido?" La madre le contestó: "La cabeza de Juan, el
Bautista." Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le
pidió: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el
Bautista." El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los
convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese
la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una
bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al
enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo
enterraron. Palabra del Señor
REFLEXIÓN
A Jesús lo
confunden con figuras del pasado, Juan Bautista, Elías o un profeta, porque el
pueblo de Israel no alcanza a ver y entender la novedad de su mensaje y de su
misión. El poder, la hipocresía y la mentira de la familia de Herodes chocan
contra la verdad profética anunciada por Juan el Bautista, que es la puerta de
entrada para entender que con Jesús ha llegado la Buena nueva del Reino de
Dios. Cuando no logramos vivir al estilo de Jesús, corremos el peligro de vivir
como la familia de Herodes, con una conciencia y una voluntad frágil, que
traiciona fácilmente a las personas que amamos, que planea la venganza para
ocultar la verdad y que incentiva la violencia para eliminar a quienes
incomodan nuestra egoísta forma de vida. Los herodianos muestran su poder con
banquetes de muerte. A los cristianos nos corresponde mostrar el proyecto de
Jesús con banquetes de vida y con fiestas de alegría, para contagiar al mundo
de evangelio y de Reino de Dios.
ORACIÓN
Señor. te damos gracias por tu llamado, ayúdanos a
ser fieles a tu proyecto, a buscar la verdad, la justicia, a que no
vendamos nuestros principios ni ideales por la visión que el mundo nos
presenta. Amén
“Las acciones
diarias del discípulo(a) deben dar testimonio verdadero de su fe”
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