Miércoles de Ceniza
“CUARESMA: TIEMPO
BENDITO PARA ENTRAR EN LA VERDAD DE NUESTRO SER ANTE DIOS”
PRIMERA LECTURA
JOEL 2,12-18
“Rasgad los corazones y no las vestiduras”
"Ahora -oráculo del Señor- convertíos a mí de
todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las
vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y
misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las
amenazas." Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la
ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión,
proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la
asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga
el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren
los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: "Perdona, Señor, a tu
pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se
diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su
tierra, y perdone a su pueblo." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La drástica expresión de la primera lectura nos
impacta: "desgarren los corazones". Sin embargo, un corazón
desgarrado es un corazón próximo al encuentro con el Señor, por más de una
razón. Ante todo, un corazón desgarrado es un corazón ABIERTO. Cerramos el
corazón cuando no queremos escuchar; lo cerramos cuando no queremos sentir; lo
clausuramos cuando preferimos no compadecernos de nadie si no es de nosotros
mismos; lo sellamos a fuego cuando pretendemos que podemos resolverlo todo y
que no hace falta un Dios en nuestra vida. Un corazón cerrado es un sepulcro.
Abrir el corazón es dejarlo respirar, dejarlo escuchar, dejarlo sentir. Un
corazón desgarrado es un corazón DOLIENTE. El pecado nos atrajo con la
seducción de la alegría. El pecado utilizó a la belleza y se hizo acompañar de
la risa para envolvernos en su encanto mentiroso. Dejar estas mieles duele y
abandonar estas caricias es duro. Pero en ese dolor empieza un camino de genuina
salvación.
SALMO RESPONSORIAL: 50
R. / Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es una confesión de un pecador
arrepentido, que pide a Dios perdón e implora la misericordia divina. En la parábola
del hijo pródigo y del padre compasivo (Luc. 15, 11-32), nos habla Jesús de la
alegría que siente Dios por todo pecador que confiesa su pecado y vuelve a
él.
SEGUNDA LECTURA
2CORINTIOS 5,20-6,2
“Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable”
Hermanos: Nosotros actuamos como enviados de
Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo
hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco
roto la gracia de Dios, porque él dice: "En tiempo favorable te escuché,
en día de salvación vine en tu ayuda"; pues mirad, ahora es tiempo favorable,
ahora es día de salvación. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
A la vista de estos llamados de la gracia en la voz
de Nuestro Señor y de sus profetas entendemos la expresión apremiante de San
Pablo en la segunda lectura de hoy: " ¡En nombre de Cristo les suplicamos que
se dejen reconciliar con Dios!".
Esta época, esta cuaresma, es "un tiempo
favorable". Lo mejor que podía sucedernos quiere sucedernos. Dios quiere
llegar a nuestra vida y reconstruirla. Dios sabe quiénes somos; conoce lo
escondido, y así como somos nos acepta; aunque no para dejarnos cuales somos
sino para hacernos cada vez más imagen y semejanza suya. Este es el tono sereno
y profundo de gozo que se esconde detrás de la penitencia que hoy empezamos.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 6,1-6.16-18
“Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre
celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por
delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el
fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo
secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes
les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para
que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas
a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en
lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te
recompensará." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Comenzamos hoy el
tiempo de Cuaresma, de caminata comunitaria y peregrinación al encuentro del
misterio de la Pascua, el misterio del hombre y la mujer nuevos. Como pueblo de
Dios que peregrina en América, abrazamos este tiempo de gracia, de reflexión,
de meditación como posibilidad de estrenarlo y vivirlo en profundidad,
confrontando nuestras experiencias con la Palabra y el sueño de vida digna y
plena que tiene Dios para la obra de sus manos. Jesús nos regala una preciosa
explicación de tres modos de practicar el vínculo con nuestro buen Dios en la
intimidad del corazón. Dar limosna, Orar y Ayunar, tres acciones que nos
vinculan en justicia, en comunicación-silencio y en solidaridad. Tres modos
concretos de ser integrantes de una comunidad humana que busca el Rostro de Dios
en la historia de cada día.
Miremos como el evangelio de Mateo nos muestra como
para Jesús, pareciera que los signos externos no tienen ningún sentido si no
nacen del corazón, de una “recta intención”, de una auténtica actitud de
conversión, de un compromiso real con el Reino de Dios. La limosna, la oración
y el ayuno deben estar íntimamente conectados con un compromiso de vida que
contribuya a transformar el ambiente en que vivimos. La solidaridad, la
justicia, la honradez y la apuesta por la paz son la expresión de una auténtica
conversión que nace de lo profundo del ser humano. Hoy, el evangelio nos llama
ir a lo interior y la Iglesia a tomar ceniza. La ceniza queda en el suelo tras
la quemazón; es el saldo de la pérdida. Nos la imponemos para abajarnos,
reconociendo que no nos sostenemos por nosotros mismos; nos despojamos de
nuestra propia fuerza, para caminar rendidos al poderío de Cristo y su cruz, lo
único que nos hace cristianos. Jesús nos lleva a distinguir lo que vale a los
ojos de Dios. Nos pide quemar lo vanidoso y superficial que nos envuelve,
caminar bajo la mirada amorosa de nuestro Padre Dios; lo único que transforma
el corazón humano y nos regenera.
ORACIÓN
Señor en este tiempo nos invitas a mirar hacia
adentro, a despojarnos de todo lo que obstaculice el encuentro cara a cara
contigo, en lo secreto y escondido del corazón. Ayúdanos por favor, a dirigir
la mirada en tres direcciones importantes, hacía nuestros adentros, hacia las
necesidades de los demás, hacia tu ternura y acción de tu Espíritu, para
generar un cambio de actitud y una nueva vida en cada uno(a) de nosotros(as).
Amén
“Con un
corazón dispuesto y necesitado de volver a Dios podremos descubrirle y recibir
su amor misericordioso”
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