Domingo 5º de Cuaresma
“EL SENTIDO DE LA VIDA ES DAR VIDA”
JEREMÍAS 31,31-34
En medio de la aflicción que se siente al ver Jerusalén destruida y a los
judíos divididos entre los que se quedaron y los que fueron deportados, se oyen
las palabras del profeta Jeremías como un canto al perdón y la esperanza. Con
razón los expertos llaman a estos capítulos de Jeremías el «libro de la
consolación». Dios quiere comenzar de nuevo con su pueblo, proponiendo sellar
una «nueva alianza», que genere relaciones nuevas entre Dios y su pueblo. ¿Qué
tipo de alianza? Una que ya no esté escrita en tablas sino en el corazón mismo
del ser humano. Dios deja claro que no es la simple ley, por sí misma, sino su
espíritu, lo que nos acerca a Dios. Cuando se tiene a Dios «en el corazón», la
ley se humaniza, se des-absolutiza, se acata desde el corazón, sin legalismos,
con sinceridad, y el ser humano entra a formar parte del pueblo de Dios. Con
ello, el otro regalo que nos hace Dios es acceder gratuitamente a su
conocimiento. No hay que pagar ni matrícula ni mensualidades, no hay que ser
mayor o menor, ni de una raza u otra: Dios se revela en la historia de cada
pueblo, sin discriminaciones, sin olvidar a ninguno.
SALMO RESPONSORIAL: 50
R./Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu Santo Espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
OREMOS CON EL SALMO
HEBREOS 5,7-9
“Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor
de salvación eterna”
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó
oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando es su angustia
fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y,
llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en
autor de salvación eterna. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La carta a los hebreos destaca las actitudes de Jesús en el cumplimiento de
la voluntad del Padre. El pasaje recuerda la escena del huerto de los Olivos,
cuando Jesús ora al Padre ante la posibilidad de ser librado de la muerte. La
oración tuvo como efecto el fortalecer a Jesús para llevar a cabo su misión, no
ahorrarle la realización de la misión. Los cristianos tenemos mucho que
aprender en este sentido, pues, la mayoría de las veces, nuestras palabras más
que oraciones o súplicas parecen «órdenes dadas a Dios para que no se haga su
voluntad». El texto nos acerca también al sufrimiento que asume Jesús como
prueba de su obediencia a los designios del Padre. Oración y sufrimiento de
Jesús son signos concretos de esta solidaridad que comparte con toda la
Humanidad. Por este acercamiento tan perfecto a la voluntad del Padre es por lo
que Jesús se convierte en manifestación de la presencia de Dios entre nosotros,
camino y modelo de salvación abierto a todos los hombres y mujeres del mundo.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12,20-33
“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da
mucho fruto”
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había
algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le
rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a
Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
"Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro
que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si
muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece
a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera
servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a
quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?:
Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre,
glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he
glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó
decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por
vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a
ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia
mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a
morir. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En el evangelio de Juan vemos a judíos -o convertidos al judaísmo- que vienen
a Jerusalén con motivo de la fiesta pascual. En medio de la caravana aparecen
algunos griegos que aprovechan para pedir a Felipe: «quisiéramos ver a Jesús».
La pregunta no es «¿dónde está?», a lo que probablemente cualquiera les hubiera
respondido con una información adecuada, sino una petición que va unida al
deseo de la mediación de los discípulos para conocer personalmente a Jesús. Los
discípulos son reconocidos por su cercanía al maestro y se convierten en
mediadores, testigos y compañeros de camino para quienes quieren ver a Jesús.
El hecho de que sean griegos quienes buscan a Jesús tal vez quiera ser un
símbolo de universalidad del evangelio, pues «incluso los paganos buscan a
Jesús». La ocasión es aprovechada para anunciar que el tiempo de las palabras y
los signos está llegando a su fin, pues se acerca la «hora» del «signo» mayor:
su pasión y muerte en la cruz.
Jesús acude a una breve parábola. Sólo el grano de trigo que muere da mucho
fruto. Esta brevísima parábola presenta una vez más, de otro modo, la lección
fundamental del Evangelio entero, el punto máximo del mensaje de Jesús: el amor
oblativo, el amor que se da a sí mismo, y que por ese perderse a sí mismo, por
ese morir a sí mismo, genera vida. Estamos ante una de las típicas «paradojas» del
evangelio: «perder» la vida por amor es la forma de «ganarla» para la vida
eterna (o sea, de cara a los valores definitivos); morir a sí mismo es la
verdadera manera de vivir, entregar la vida es la mejor forma de retenerla,
darla es la mejor forma de recibirla… «Paradoja» es una figura literaria que
consiste en una «contradicción aparente»: perder-ganar, morir-vivir,
entregar-retener, dar-recibir… Parecen dimensiones o realidades
contradictorias, pero no lo son en realidad. Llegar a darse cuenta de que no
hay tal contradicción, captar la verdad de la paradoja, es descubrir el
Evangelio. El ser humano, se caracteriza por ser capaz de amar, por ser capaz
de salir de sí mismo y entregar su vida o entregarse a sí mismo por amor. La
humanización sería ese «descentramiento» de sí mismo, que es centramiento en
los demás y en el amor. La parábola que estamos reflexionando expresa un punto
alto de esa maduración de la Humanidad; tanto, que puede ser considerada como
una expresión sintética de la cima del amor. En el fondo, esta parábola
equivale al mandamiento nuevo: «Éste es mi mandamiento, que se amen los unos a
los otros ‘como yo’ les he amado; no hay mayor amor que ‘dar la vida’» (Jn
15,12-13). Las palabras de Jesús tienen ahí también pretensión de síntesis: ahí
se encierra todo el mensaje del Evangelio.
Nos entregamos hoy a ti, Señor Jesús, enteramente y para siempre. Queremos
estar adheridos, por la fe a tu doctrina, por la esperanza a tus
promesas, por tu amor y caridad, a tus mandatos y consejos. Queremos seguirte
en la práctica de tus virtudes, seguirte en el día a día; ayúdanos
a morir a nosotros para que otros vivan y así dar fruto abundante. .
Queremos continuar nuestra vida sobre la tierra, caminando contigo y
haciendo tu voluntad. Oramos, damos
gracias y bendecimos la vida de
Alfredo León en su cumpleaños.
Amén.
“La cuaresma es un tiempo adecuado
para preguntarnos de que podemos despojarnos a fin de ayudar y enriquecer
a otros con nuestra pobreza” (Papa Francisco)
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