martes, 1 de diciembre de 2020

Viernes 04 de Diciembre de 2020

 


“EL SEÑOR SE MUESTRA MISERICORDIOSO CON LOS QUE CONFÍAN EN ÉL”

 

El reinado de Dios no puede entenderse sólo como manifestaciones de realidades espirituales, sino que abarca cada aspecto de la vida del ser humano, por eso la liturgia de hoy habla de signos de sanación y redención. Los sordos oirán, los ciegos verán la luz, los oprimidos despejarán, los tiranos y cínicos serán aniquilados. Pero la salvación de Dios también tiene su repercusión en la naturaleza: “El desierto se convertirá en un jardín y el jardín en bosque”. El ser humano no puede alcanzar su plenitud si no vive en armonía con toda la obra de la creación.

 


PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 29,17-24

 

“Aquel día, verán los ojos de los ciegos”

 

Así dice el Señor: "Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los más pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por nada hunden al inocente."

 

Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: "Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN
Es interesante recordar la etimología de la palabra "enfermedad". El enfermo es el "in-firmus", el que no está firme, el que tambalea. Y así sucede: la enfermedad nos quebranta, es decir: nos quiebra. Por ello los milagros de curación física tienen una fuerza persuasiva particular, pues no sólo se trata del bien de la salud sino de devolver "firmeza" al que decaía y se derrumbaba. El Dios que se muestra capaz de vencer a la enfermedad es el Dios que así se revela capaz de devolver a su vigor y firmeza la obra que Él mismo ha creado. Las lecturas de ayer nos hablaban de la firmeza que sólo Dios concede; hoy nos hablan de la fortaleza que sólo Él restaura.

Es interesante destacar en la primera lectura que la salud tiene un propósito, según vemos. Por ejemplo, los sordos no recuperan simplemente la capacidad de oír, esto es, de oír cualquier cosa, sino que recuperan el oído para oír la palabra del Señor. La salud recobrada, pues, no es sólo un bien que Dios da, sino un camino que abre para que a través de sus dones le conozcamos a Él mismo

 

SALMO RESPONSORIAL: 26

R /  El Señor es mi luz y mi salvación.

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R.

 

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R.

 

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

La presencia de Dios en el templo es fuente de atracción constante y de alegría confiada.

La presencia de Dios entre los seres humanos se hace definitiva a través de su Hijo Jesucristo, quien es la luz que ilumina a cada persona. Él puso su morada entre nosotros para hacernos participar de su vida.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 9,27-31

 

“Jesús cura a dos ciegos que creen en él”

 

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: "Ten compasión de nosotros, Hijo de David." Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?" Contestaron: "Sí, Señor." Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe." Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: "¡Cuidado con que lo sepa alguien!" Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

Adviento es tiempo de recobrar la vista. Las lecturas de este día nos iluminan al respecto. Isaías nos recuerda que la venida del Mesías estará acompañada por grandes liberaciones de males espirituales, físicos y morales; el Evangelio nos presenta a dos ciegos que recobran la vista anunciando a Jesús como el Mesías prometido. En esta semana somos llamados a la vigilancia, con los ojos bien abiertos para la llegada del Señor, sin embargo, no basta con poder ver físicamente; se necesita la humildad de reconocer que aunque vemos estamos ciegos por nuestros comportamientos y actitudes negativas ante la vida y las personas. No dejemos pasar este tiempo de gracia para pedir ayuda al Señor. “Ten piedad de nosotros, Señor” sea una aclamación constante. Recordemos que la fe parte de un reconocimiento realista de nuestra pobreza y llega así a una confianza absoluta en el poder de Jesús “Sí, Señor, creemos que puedes hacerlo”. Es un viaje difícil en tiempos de autosuficiencia y desconfianza, ahora en tiempo de pandemia y  enfermedad  sin embargo, siempre posible. ¿Qué me impide ver la llegada del Señor?

 

ORACIÓN

Señor, ¡Cuán grandes son tus obras frente a nuestras necesidades y limitaciones, cuando ves que tenemos la certeza de tu actuar en nuestra vida! Ayúdanos a recobrar la vista,  la visión de la vida,  que seamos muchos y muchas quienes al adherirnos a ti, encontremos el norte de nuestra vida y recibamos las respuestas de amor desde tu perfecta voluntad. Amén  

 

 

“Tú eliges cerrar los ojos ante las dificultades y la hecatombe del mundo o, con Jesús, comprometerte a una sociedad más justa y solidaria”

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