“LA VOZ QUE ANUNCIO ISAÍAS”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS
61,1-2A.10-11
“Desbordo de gozo con
el Señor”
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el
Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los
cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del
Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha
vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio
que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa
sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar
la justicia y los himnos ante todos los pueblos. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
El
profeta Isaías invita a todo el
pueblo que retorna del destierro, y que ha visto que las promesas con que
esperaban encontrar su tierra no son tan ciertas; lo invita a la esperanza. La
acción de Dios es efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora ven arruinada, será
en un futuro centro de peregrinaciones y a la que acudirán todas las naciones
de la tierra. Es una realidad muy dura de pobreza, de tristeza y de cautiverio.
Por eso, la vocación del profeta está dirigida hacia esas personas. Se siente
capacitado por Dios para el anuncio de «buenas noticias» de esperanza a los
marginados del país. Las cosas están difíciles pero podemos salir adelante,
Dios no nos abandona, parece decir el profeta. Aunque haya dificultades al
regreso el Señor ha revestido al pueblo de ropas de salvación, le ha retornado
el don de la tierra, y así como está hace germinar los frutos, quien hace
germinar la justicia y la alabanza es el Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: INTERLECCIONAL: LUCAS 1,46-54
R./Me alegro con mi
Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
María
de Nazaret, entonó una canción, conocida como el Magníficat, que fue un canto
de alabanza por el favor de Dios para ella y su pueblo. Y que consistía, casi
en su totalidad, de alusiones y citas del Antiguo Testamento. Nos recuerda que
el agradecimiento es la primera expresión de la fe. No lo son, en cambio, la
lamentación, la crítica, la amargura, la autocompasión ni el derrotismo, que
son actitudes de falta de fe, porque la verdadera fe prorrumpe espontáneamente
en la alabanza y el agradecimiento.
Alabanza
por todo cuanto Dios realiza en nosotros y en el mundo; agradecimiento al
reconocernos agraciados y al tomar conciencia de que la misericordia divina «se
extiende de generación en generación». Es una invitación a confesar que también
muchos discursos eclesiásticos, por así decirlo, muchas recriminaciones y
muchas amarguras son fruto de una fe empobrecida.
SEGUNDA LECTURA
1TESALONICENSES
5,16-24
Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes
en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo
Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de
profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma
de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo
vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de
nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
En
la segunda lectura vemos como el apóstol Pablo invita a la comunidad de Tesalónica a la fidelidad. La vida
de la comunidad tenía algunas dificultades: problemas con los animadores de la
comunidad, peleas, desánimo, falta de fe, fornicación. Es una comunidad que se
ha convertido del paganismo al cristianismo (1,9) y que ha dejado los ídolos,
sus dioses, para seguir al Dios verdadero, pero que le cuesta desprenderse del
todo de sus tradiciones antiguas, de su legado cultural. Parece que la
exigencia de la vida de comunidad no le era satisfactoria a muchos que se
sentían desilusionados. Es por esto que Pablo les llama la atención; reconoce
que ha sido una comunidad que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el
Espíritu del Resucitado, pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres,
a orar constantemente, a no dejarse desanimar. No se trata de rechazar todo lo
que les viene de fuera y que les impide la vida de comunidad, se trata de
examinar todo y quedarse con lo bueno. Les llama a fidelidad y a continuar en
el camino que han emprendido. No hay que dejarse desanimar por los problemas,
que siempre habrán, se trata de ser fieles al camino emprendido y vivirlo con
alegría pues estamos convencidos que es el mejor camino a la felicidad.
LECTURA DEL
EVANGELIO
JUAN
1,6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba
Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él
todos vieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los
judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le
preguntaran: "¿Tú quién eres?" Él confesó sin reservas: "Yo no
soy el Mesías." Le preguntaron: "¿Entonces, qué? ¿Eres tú
Elías?" El dijo: "No lo soy." "¿Eres tú el Profeta?"
Respondió: "No." Y le dijeron: "¿Quién eres? Para que podamos
dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?" Él
contestó: "Yo soy al voz que grita en el desierto: "Allanad el camino
del Señor", como dijo el profeta Isaías." Entre los enviados había
fariseos y le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con
agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí,
y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia."
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del
Jordán, donde estaba Juan bautizando. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
El
evangelio de Juan nos presenta
el testimonio de Juan el Bautista que ahondaremos a lo largo de esta semana
litúrgica. La lectura nos introduce diciendo que este es el testimonio de Juan
y luego nos cuenta que de Jerusalén los dirigentes judíos enviaron delegados
para preguntarle si era el Mesías o Elías que precedería a la llegada del
Mesías. La respuesta de Juan es ambigua. Si bien no se reconoce como Mesías
tampoco se reconoce como Elías que ha de venir; sin embargo, sí se reconoce
como la voz que clama en el desierto, que prepara la venida del Mesías. La
respuesta genera una pregunta lógica en los emisarios judíos: si no eres,
entonces ¿por qué bautizas? Su respuesta es parecida a la primera, el bautismo
de agua es un bautismo purificador, si se quiere externo, pero quien vendrá
traerá un bautismo que purificará a todo el ser humano y ante el cual el
bautismo de Juan es solo anticipo. Es claro que la figura de Juan el Bautista
tiene gran importancia para las primeras generaciones cristianas. Además de
homologarlo con el profeta Elías, muchos de los seguidores de Juan
pertenecieron a las primeras comunidades cristianas. Por otro lado, fue crítico
ante el poder dominante de los romanos y de Herodes, lo que le llevó a la
muerte. Fue un hombre que supo entregarse a su misión y que supo ver en el
futuro que se avecinaba, los tiempos esperados.
ORACIÓN
Amado Dios tu eres el Verbo hecho carne
que habitaste y habitas en las realidades de este mundo apartado de Ti. Ayúdanos
a cambiar nuestro interior y a recibir muchos beneficios de tu parte, pero
principalmente el comprender la grandeza de tu amor al liberarnos y hacerte el
puente entre Dios Padre y nosotros hijos desobedientes, necesitados de cambio,
necesitados de ti y quienes también como Juan debemos ser la voz que clama en
el desierto. Amén
“Que la espera atenta y vigilante nos lleve a
descubrir la presencia del Mesías, pero
no entre las nubes sino en el rostro de las personas que nos rodean”
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