martes, 1 de diciembre de 2020

Lunes 28 de Diciembre de 2020

 

Santos Inocentes

 

“LOS NIÑOS, EL ROSTRO TIERNO DE DIOS”

   

Los días de la semana posterior a la Navidad conforman una "octava" es decir, un conjunto de ocho días que prolongan la meditación y la celebración de la fiesta mayor que les precede. En la actualidad se conserva sólo dos octavas: la de Pascua y la de Navidad.

En la octava de Navidad no es tan fácil descubrir un hilo conductor, si vemos una variedad de fiestas que la tradición de veinte siglos nos ha entregado para estos días: San Esteban, San Juan Evangelista, y ahora los Santos Inocentes.

 

PRIMERA LECTURA

1JUAN 1,5-2,2

 

“La sangre de Jesús nos limpia los pecados”

 

Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Continuamos hoy la lectura de la primera carta de Juan. El autor nos introduce en el primer gran tema de su exposición: En Jesucristo Dios ha manifestado su luz, y todo aquel que crea en Él debe caminar en a luz, es decir vivir en comunión con Dios, reconociendo que sólo por su poder podrá pasar de las tinieblas a la luz. No se trata de entrar en estados de angustia o complejos de culpa, sino de reconocer humildemente que tendemos al mal, a lo fácil, a lo que no es de Dios. Nadie puede decir que no tiene pecado. Sería engañarse a sí mismo e ir contra la luz. El Jesús de quien habla Juan es el que ha venido en Navidad y, a la vez, el de la Cruz, el que con su sangre nos purifica de todo pecado, no solo a nosotros, sino a todo el mundo. Él es quien aboga ante el Padre por nosotros y nos fortalece para vivir en la luz.

 

La invitación de Juan es a que vivamos en coherencia con nuestra fe en el amor de Dios, manifestado en Jesucristo, a través de una conducta coherente, hecha de alegría y a la vez de seriedad exigente con nosotros mismos. Porque el pecado no se puede conjugar con la luz. La luz, en el lenguaje bíblico, es sinónimo de alegría, de vida, de verdad, de bondad, de pureza. Lo contrario de todo esto es  tinieblas, oscuridad, o  penumbra en la que a veces vivimos.

 

SALMO RESPONSORIAL: 123

R./Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros. R.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes. R.

 

La trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

En este canto de liberación, Israel agradece al Señor que lo haya salvado de un gravísimo peligro. Varias imágenes se suceden para describir la seriedad de la amenaza: las aguas torrenciales, las fieras a punto de devorar, la trampa del cazador. Sin embargo, faltan alusiones concretas a una situación histórica precisa, y no es fácil decidir si la liberación es el retorno del exilio babilónico o una victoria en tiempos de los Macabeos.

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 2,13-18

 

“Herodes mandó matar a todos los niños en Belén”

 

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto." Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven". Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Jesús Niño forma parte de esos millones de niños y niñas que recorren hoy el planeta, sus mares y desiertos huyendo de la violencia y del hambre. Hoy en plena navidad se mezclan las alegrías propias de estas fiestas con la memoria del niño nacido en Belén que debe huir a una tierra extranjera en medio de una masacre de niños inocentes. Qué nos sorprende más: ¿la crueldad de los Herodes que poblan el planeta, el sufrimiento de millones de niños y niñas, o la fortaleza de sus papás, sobre todo de sus mamás, que huyen buscando una patria segura?. Lo que más debe conmovernos en estas fiestas es que el mismo Dios se hace un niño para que lo cuidemos con cariño y con él a todos los niños y niñas del mundo, los protejamos de los peligros, les ayudemos a crecer, les garanticemos un hogar seguro. Contemplando a Jesús Niño como un refugiado en Egipto ¿Estamos dispuestos a proteger a esa infinidad de niños que huyen de la violencia y el hambre?

 

ORACIÓN

Bendito Padre, te pedimos nos des la fuerza para no dejarnos vencer por el mal, danos de tu paz, de tu guía para no seguir las lógicas del mundo, que esclavizan, tiranizan, destruyen, destierran. Oramos hoy muy especialmente por los niños, pero también por todos los pueblos maltratados, desprotegidos, asesinados, vulnerados, desterrados, explotados, te pedimos nos ayudes a luchar por ellos, por nuestras familias, por un mundo, más justo, solidario, no hostil, equitativo,  ayúdanos a ser constructores de paz, constructores de tu Reino. Amén. 

 

“De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida”

 

 (Benedicto XVI)

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