lunes, 1 de junio de 2020

Lunes 01 de Junio de 2020

Fiesta de María, Madre de la Iglesia

“PENTECOSTÉS: EL AROMA DEL PERFUME DE LA MADRE”

PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 3,9-15

“Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer”
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: "¿Dónde estás?" Él contestó: "Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí." El Señor le replicó: "Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?" Adán respondió: "La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí." El Señor dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Ella respondió: "La serpiente me engaño, y comí." El Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La liturgia de la palabra de este día gira en torno al tema de realizar la voluntad de Dios. En el libro del Génesis encontramos como el querer igualarse a Dios, ignorando su voluntad, llevo a la desgracia al ser humano, quien fue expulsado del paraíso, pero desde el mismo comienzo se presentó también por amor misericordioso del Padre, la posibilidad de la salvación. Cuando el hombre peco, Dios no lo abandonó, al poder de la muerte como correspondía a su desobediencia, sino que se compadeció de él y decidió salvarlo. Cierto es que perdió la relación de amistad directa con el creador, pero al final recibió “el primer anuncio de la salvación”.
Si por una mujer (Eva) el mal sedujo a la humanidad, también por una mujer (María), llegará la redención, la esperanza del Mesías.    

SALMO RESPONSORIAL 86
R. / Alabad al Señor, todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
 a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
 ciudad de Dios! R.

"Contaré a Egipto y a Babilonia
 entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes, han nacido allí."
Se dirá de Sión: "Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado." R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Éste ha nacido allí."
Y cantarán mientras danzan:
"Todas mis fuentes están en ti." R.

OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es un canto a Jerusalén considerada como la patria de todos los pueblos. Visión universalista de la salvación. Esta visión se realiza plenamente en la Iglesia, que se convierte, gracias a Cristo, en la patria de todos los seres humanos y de todas las razas y pueblos
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 19, 25-34

 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena.  Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: –Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: –Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.

 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo se había cumplido, y para que se cumpliera la Escritura, dijo: –Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vino agrio. Empaparon una esponja en el vino, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.  Jesús bebió el vino agrio, y dijo: –Todo está cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
Era el día antes de la Pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran en las cruces durante el sábado, pues precisamente aquel sábado era muy solemne. Por eso le pidieron a Pilato que ordenara quebrar las piernas a los crucificados y que quitaran de allí los cuerpos. Los soldados fueron entonces y le quebraron las piernas al primero, y también al otro que estaba crucificado junto a Jesús.  Pero al acercarse a Jesús, vieron que ya estaba muerto, por eso no le quebraron las piernas.  Sin embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Dentro del marco de este tiempo de Pentecostés, hoy la liturgia nos invita a reflexionar en torno a María como madre de la Iglesia. Desde la comunidad del discípulo amado María, al igual que las mujeres tienen un papel fundamental. La veremos en sus inicios en Nazareth, pasando por Belén, llegando a Jerusalén y enfrentando el drama de la cruz y posteriormente al igual que las otras mujeres la encontraremos liderando a la comunidad en Pentecostés (Hechos 1,14); de esta manera vemos como se inicia la misión materna iniciada por el Espíritu Santo en ella. La madre, sufriente junto a la cruz (Jn 19,25), acepta por amor el sacrificio de dolor junto a la cruz  que es el de su Hijo Jesús.  Así mismo, allí mismo Jesús en la cruz elije a sus discípulos como herederos de su amor volcándolos hacia la madre, confiándoselos a ella para que la recibieran con afecto filial.
En los evangelios las pocas palabras de María siempre son palabras de madre. La madre y las mujeres y el discípulo amado son la clave y fundamento de la comunidad de Jesús. La madre con sus compañeras, representan todo el que da amor. María no solamente es madre de la comunidad sino signo del amor del Hijo que se debe compartir en la comunidad. María es madre de la Iglesia y, es más que simplemente la dimensión femenina de ella. La maternidad de María es algo grande de Dios, de hecho Dios ha querido nacer de una mujer para enseñarnos ese camino; que la mujer es signo generador de vida. Por eso hablar de Pentecostés es dejarnos llenar del Espíritu Santo y hacer que Él nos fecunde para que nos convirtamos cada vez más en generadores de vida para otros, con actitudes de ternura, de mansedumbre, de humildad, de esperanza, seguros que ese es el camino como el que un día escogió María allá en Nazareth. Al igual que el Hijo, María es algo más que una simple devoción. No se puede ver como un sustantivo, ni menos leer como un adjetivo; solamente como el Hijo, se puede conjugar como un verbo.    
               
ORACIÓN
Señor gracias porque tu Espíritu nos revela el rostro materno de tu amor a través de María. Gracias María, mujer campesina, humilde y sencilla; todos tus hijos llenos de gozo hoy te proclamamos por siempre bienaventurada. Tú que acompañaste desde Nazareth y Belén hasta la cruz a tu Hijo, danos fortaleza ante el dolor y grandeza de corazón para amar como tú, a todos los que nos ofenden. Amén


“La fidelidad de la Madre: de Nazareth a Belén, de Belén a la cruz y de allí a Pentecostés ”

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