lunes, 1 de junio de 2020

JUNIO 2020

“PENTECOSTÉS EN LOS TIEMPOS DELA PANDEMIA”

Un saludo y una bendición en estos días todavía de confinamiento y, me imagino, que de mucha reflexión y deseos de grandes cambios.
Pensando que después de estos noventa días de tiempo fuerte dentro de la liturgia, cuarenta de la preparación a la Pascua y luego cincuenta celebrando la gran y mejor noticia en el tiempo de pascua, es que “La vida venció a la muerte”. Ya al final de esta Pascua veíamos la ascensión que nos llevó a los días presentes en la liturgia que es el tiempo de Pentecostés; sobre este tiempo o vida en el Espíritu, quisiera para este mes proponerles cuatro momentos, y especialmente centrarme en uno de ellos. Entonces Pentecostés o vida en el Espíritu es:

1.      Conversión, quiere decir vuelta o regreso a Dios. De nada serviría todos estos días de dificultad y adversidad si las diferentes situaciones no nos mueven o nos empujan a volver nuestra vida a Dios.
2.      Renovación, que quiere decir volver a comenzar de nuevo. Si he caído muchas veces es levantarme por la gracia y la ayuda del Señor, Renovación es que lo viejo, lo añejo por la medicina del amor (Espíritu Santo) se convierta en un hoy, en un eterno presente, en algo nuevo.
3.      Decisión, que es atreverse a optar por nuevas opciones o propuestas de vida, o lo que, por estos tiempos se llama “Reinventarse”
4.      Misión, que es igual a compromiso de solidaridad, fraternidad y servicio con el otro
Quisiera que reflexionáramos un poco más sobre el tercer momento que es la decisión y para ello me gustaría que interioricemos acerca de un modelo bíblico muy hermoso e interesante: María de Nazaret. En no muy pocas veces, llamada en la teología cristiana como “la mujer de las decisiones”.
Muchas veces en medio de las situaciones adversas, cuando he intentado darme por vencido o en el ambiente muy coloquial nuestro de “tirar la toalla”, vuelvo a esta mujer y me gusta su propuesta de vida con el famoso “Sí” al proyecto de su hijo Jesús, venga lo que venga.
En el Evangelio de Lucas en el capítulo 1 a partir del versículo 26, la vemos al igual que en Hechos de los apóstoles 1,14, acompañando a la comunidad en medio de las dificultades. Una vez se encarna en ella la Buena Noticia de la Salvación, toma la decisión apresuradamente de ir por los caminos montañosos de Judea a prestar un servicio en solidaridad en la casa de su prima Isabel y del sacerdote Zacarías; muy a pesar de la gran distancia en la que se encontraba. María no esperó ayudar para el próximo día sino se decide radicalmente ya a obrar el bien. Mientras a veces tanta gente, entre esos, yo también, postergamos las acciones importantes de la vida, especialmente para enfrentar el reto del amor misericordioso, lo dejamos quizás para después, o “cuando lo sienta o tenga ganas”. María no espera, como no da espera la necesidad de los demás para hacer lo que es debido, sino que decide atravesar casi todo su país para ir a buscar a las personas de su familia que en eso momento más lo necesitan. En este contexto ella decide acortar las distancias que la separan de la necesidad de su familia y aún las incertidumbres propias de quien debe atreverse, solo por amor a optar por caminos desconocidos que van a ayudar a los otros. Qué bueno sería aprender de María a tomar decisiones que impliquen toda la vida, sin poner excusas reales o imaginarias como frecuentemente lo hacemos.
 Este tiempo difícil por el que atravesamos nos debe llevar a que movidos por el Espíritu Santo tomemos decisiones y deseos de grandes cambios. “Todavía no es 31 de diciembre, por lo general en esa época es muy común ver a la gente hacer propósitos para el año que va a comenzar… “desde mañana dejo el cigarrillo, el licor; a partir de mañana empiezo a hacer ejercicio, dieta, leer, estudiar, etc.etc.” Pero es muy divertido ver que llega el 15 de febrero o marzo y todas esas buenas intenciones o propósitos que nos planeamos al finalizar el año anterior quedaron en eso: simplemente buenas intenciones que no se tradujeron en acciones reales y, como María de Nazaret, decisiones concretas de vida y por supuesto, se postergan para el próximo 31 de diciembre. Como te darás cuenta todavía no estamos en diciembre, menos en el 31, pero Pentecostés o la vida del Espíritu dentro de nosotros nos quiere motivar e impulsar a que tomemos decisiones. Es hora de acortar las distancias y tomar el control de nuestra vida que en estos duros días nos lleve a enfrentar y a vencer las montañas de odios o rencores, miedo y pánico, valles de lejanía y distancia con Dios y con los demás, los desiertos de afecto, las cumbres de recuerdos dolorosos del pasado y así como la madre de Jesús, al entrar en “La casa de los suyos”, podamos envolver, a nuestra familia y pequeñas comunidades ojala muy pronto, en un gran abrazo y renovador afecto en la vida a pesar de las dificultades. Que ojalá como fruto de este nuevo Pentecostés nos atrevamos a tomar y ejercer, a la luz del Espíritu Santo, las mejores decisiones para nuestro bien y el de nuestro prójimo.
Que como a la joven mujer campesina de Nazaret, venga la fuerza del Espíritu a nuestro interior para no seguir dejando la felicidad para mañana, el amar para después, el perdonar para el futuro. Que ese mismo Espíritu nos anime a emprender el camino para enfrentar y vencer el miedo y el pánico que por este tiempo nos está acobardando. Que confiados en el amor misericordioso del Buen Padre-Madre Dios solamente sigamos creyendo, confiando y esperando unos no lejanos sino prontos mejores días para todos nosotros en medio de las situaciones difíciles.

“QUE EN EL ESPÍRITU DE DIOS NOS DEJEMOS CONTAGIAR POR DECISIONES DE AMOR, PERDON Y SERVICIO”

PROMESA BÍBLICA DEL MES
“Los apóstoles perseveraban unidos en oración, en compañía de María la madre de Jesús y de otras mujeres”

Hechos 1,14

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