“DIOS
TRIUNFA SALVANDO”
PRIMERA
LECTURA
DANIEL 12, 1-3
“Por aquel tiempo se salvará tu pueblo”
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu
pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones
hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para la vida eterna,
otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del
firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, para
toda la eternidad. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Cercanos ya al final del año litúrgico, la liturgia de hoy nos
presenta a través de la lectura del Antiguo Testamento y del evangelio, textos
relativos al final de los tiempos. En efecto, el pasaje de Daniel anuncia la
intervención de Dios a favor de sus fieles a través de Miguel, el ángel
encargado de proteger a su pueblo. Estas palabras de Daniel hay que enmarcarlas
en el marco amplio de todo el libro cuyo género y estilo corresponden a la
corriente apocalíptica popularizada a
finales del período correspondiente del Antiguo Testamento. Todo el libro de Daniel es un llamado a la
esperanza, característica principal de toda la literatura apocalíptica. No se
trata tanto de una revelación especial de lo que sucederá al final de los
tiempos, cuanto la utilización de imágenes que invitan a mantener viva la
esperanza, a no sucumbir ante la idea de una dominación absoluta de un
determinado imperio. El texto que leemos hoy es subversivo para la época, pues
invita al rechazo del señorío absoluto de los opresores griegos de aquel
entonces que a punta de violencia se hacían ver como dueños absolutos de las
personas, del tiempo y de la historia.
SALMO RESPONSORIAL: 15
R. / Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”
El
Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré. R.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y mi
carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha. R.
OREMOS CON EL SALMO
La
confianza y el gozo profundo que brotan de la intimidad con Dios, son los
sentimientos predominantes en este Salmo. Una persona consagrada al culto de
Dios en el Templo de Jerusalén y que se encuentra en un grave peligro,
acude al Señor, fuente de vida, para que lo libre de la muerte. Para el Nuevo
Testamento este Salmo tiene un sentido mesiánico, y anuncio anticipado
de la Resurrección de Cristo.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 10, 11-14. 18
“Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre
a los que van siendo consagrados”.
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo
muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los
pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo
sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta
hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola
ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde
hay perdón, no hay ofrenda por los pecados. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Al acercarnos al final del año litúrgico, la liturgia nos quiere
fortalecer, en la esperanza de la salvación, nos convoca a ser los
anunciadores del triunfo de Cristo sobre
la muerte y el pecado. La carta a la comunidad de los Hebreos expresa el
maravilloso don de la intervención de la vida de Cristo Jesús en su sacrificio
redentor por el perdón de los pecados; por eso, habiendo sido perdonados ya no
es necesaria ninguna otra ofrenda, ningún otro sacrificio como expiación. El Señor Jesús resucitado y
glorificado, se sienta eternamente a la derecha de Dios Padre aguardando a que
sus enemigos sean puestos como estrados de sus pies. Así es el único sacrificio
de Cristo, los ha perfeccionado y sanado para siempre. Al celebrar la
actualización de tan admirable sacrificio de entrega en esta Eucaristía,
gocémonos en el don de la salvación.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MARCOS 13, 24-32
“Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En aquellos días,
después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su
resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces
verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad;
enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de
horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las
ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca;
pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta.
Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y
la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo
sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Por su parte hoy el evangelio nos presenta una mínima parte del
«discurso del final de los tiempos»
según san Marcos. Un poco antes de comenzar la narración de la pasión, muerte y
resurrección de Jesús. Tengamos en cuenta que en ningún momento hablan los
evangelistas del «fin del mundo», en sentido estricto, esa es una
interpretación equivocada que no ha traído los mejores resultados ni a la fe
del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la historia.
Jesús no predica el fin
del mundo, ése no era su interés. Las imágenes de una conmoción cósmica
descrita como estrellas que caen, sol y luna que se oscurecen, etc., son una
forma para describir la caída de algún
rey o de una nación opresora, al estilo del Antiguo Testamento. Para los
antiguos, el sol y la luna eran representaciones de divinidades paganas ( Dt
4,19-20; Ez 8,16), mientras que los
demás astros y lo que ellos llamaban «potencias del cielo», representaban a los
jefes que se sentían hijos de esas divinidades y en su nombre oprimían a los
pueblos, sintiéndose ellos también como seres divinos. Pues bien, en esta línea, Jesús describe no tanto la caída de un
imperio o cosa por el estilo, para él lo más importante es anunciar los efectos
liberadores de su evangelio; y es que el evangelio de Jesús debe propiciar en
efecto el resquebrajamiento de todos los sistemas injustos que de uno u otro
modo se van erigiendo como astros en el firmamento humano.
Jesús es consciente y
sabe que la única forma de rescatar, redireccionar el rumbo de la historia por
los horizontes queridos por el Padre y su justicia, es haciendo caer los
sistemas que a lo largo de la historia intentan suplantar el proyecto de la
justicia querido por Dios, con un proyecto propio, disfrazado de vida pero que
en realidad es de muerte. Esta tarea la debe realizar el discípulo, el que ha
aceptado a Jesús y su proyecto.
Discípulas y discípulos
están entonces comprometidos en ese final de los sistemas injustos cuya
desaparición causa no miedo, sino alegría, aquella que sienten los oprimidos
cuando son liberados. Esa debiera de ser nuestra preocupación constante y el
punto para discernir si en efecto nuestras tareas de evangelización y nuestro
compromiso con la transformación de lo injusto en relaciones de justicia está
causando de veras ese efecto que debe tener el evangelio o si simplemente
estamos ahí a merced de las corrientes del momento esperando quizás que se
cumpla lo que no, ni siquiera pasó por la mente de Jesús.
ORACIÓN
Señor ayúdanos a comprender que
Tú nos liberaste de nuestra vida sin Dios, invitándonos a ser mejores personas,
a formar una sociedad armónica que practica el amor, la justicia, la
solidaridad, que quieres que lo vivamos
y reflejemos nuestras familias y comunidades fraternas con las que compartimos
la vida; que no nos dejemos llevar por las corrientes del momento, sino que
seamos fieles a tu proyecto. Amén.
“La
promesa de Dios es de un mundo nuevo, donde reine la paz, armonía y
solidaridad, no el fin del mundo ni la desgracia de la humanidad”
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