jueves, 1 de noviembre de 2018

Martes 20 de Noviembre 2018


“HOY HA LLEGADO LA LIBERACIÓN…”

PRIMERA LECTURA
APOCALIPSIS 3,1-6 14-22

“Si alguien me abre la puerta, Yo entraré y cenaremos juntos”

Ésta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan. Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el momento está cerca. Juan, a las siete Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de parte de los siete espíritus que están ante su trono.  Oí cómo el Señor me decía: "Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes."   Palabra del Señor

REFLEXIÓN
De las cartas a las siete Iglesias del Asia -todas en la actual Turquía, una va para "el ángel de la Iglesia de Sardes", lo que puede significar al pastor responsable o a la comunidad entera. Sardes era una ciudad comercial muy viva. La carta le echa en cara a la comunidad cristiana: "tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto". Y les exhorta a convertirse: "ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir... arrepiéntete, porque si no estás en vela, vendré como ladrón". Eso sí, en esa comunidad hay algunos "que no han manchado su ropa" y han vencido a las tentaciones del mundo. Ésos participarán en la victoria de Cristo: "ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre".
La otra carta va dirigida a la comunidad de Laodicea, ciudad cercana a Colosas, con fuentes termales, rica en industria textil y famosa por una escuela de medicina ocular. Las palabras de la carta son muy duras: "no eres ni frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca".
Si los de Laodicea estaban orgullosos de su riqueza, aquí les tacha de pobres y miserables; si tenían telares, les acusa de que están desnudos; si eran famosos sus médicos oculistas, pero en lo fundamental están ciegos. Irónicamente les aconseja que compren oro refinado y un vestido blanco y colirio para los ojos.

SALMO RESPONSORIAL: 14
R. / Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

       OREMOS CON EL SALMO
El salmo recalca la necesidad de unir el culto a Dios con la vida intachable. Al que sigue ese proceder Dios concede sus favores. Jesús nos enseña: “Si al ir a presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, delante del altar, y ve a reconciliarte con tu hermano. Entones si vuelve a presentar tu ofrenda. 



LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 19, 1-10

“El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido”

Jesús entró en Jericó y comenzó a atravesar la ciudad. Vivía allí un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Este quería conocer a Jesús, pero no conseguía verlo porque había mucha gente y Zaqueo era pequeño de estatura. Por eso corrió adelante y, para alcanzar a verlo, se subió a un árbol cerca de donde Jesús tenía que pasar. Cuando Jesús pasaba por allí, miró hacia arriba y le dijo:
--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con gusto recibió a Jesús. Al ver esto, todos comenzaron a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en la casa de un pecador. Zaqueo se levantó entonces y le dijo al Señor: --Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:--Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Hoy también Jericó es escenario privilegiado de la acción salvadora de Dios. Y el destinario concreto de esta salvación es el pequeño Zaqueo, bajito de estatura, pero grande a los ojos de Dios.
He aquí a un hombre que en medio de su notable condición pecadora, se deja tocar por el amor y la misericordia de Dios.  
Zaqueo era  recaudador de impuestos, oficio que era símbolo de impureza, de maldición para los judíos. Él no era pobre, sino rico. Su riqueza estaba construida en la mentira. Ser recaudador de impuesto significaba alguien que vive fiel a la causa de Roma y en contra de la lógica nacional judía. Jesús va a las fronteras de la impureza y lleva la alegría del Evangelio a un hombre excluido de la lógica judía. Dios, en Jesús, sale al encuentro de lo que el mundo y la religión deja como desecho. Jesús acerca su propuesta de humanización a los que no cuentan para aquella sociedad. En Zaqueo está representada nuestra vida. Dios tiene para nosotros una propuesta de vida, de humanidad. Hoy, como ayer, Dios visita nuestra casa. Así como sucedió con Zaqueo, hoy cuando nos encentramos con la Palabra de Dios, es Dios mismo que nos visita, quiere que le abramos la puerta y le dejemos entrar, para establecer una relación de amor con nosotros. ¿Estamos dispuestos a aceptarlo y a acoger su proyecto de vida? 

ORACIÓN
Dios que bello eres al obrar como Padre y Madre que ama pero que corrige para nuestro bien, ayudándonos a enderezar nuestros caminos. Eres tan misericordioso al acercarte a nuestra humanidad y no dejarnos perder. Ayúdanos a entender que aunque nos liberaste de estar apartados(as) de ti, nuestra condición humana te necesita a cada instante para no dejar de sentir  y vivir en tu amor. Amén.

“En la medida en que permitamos que Dios entre en nuestra vida y la transforme, experimentaremos la Buena Noticia de la liberación”


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