jueves, 1 de noviembre de 2018

Sábado 3 de Noviembre 2018

SAN MARTIN DE PORRES

“NUESTRA GRANDEZA ES LA HUMILDAD”


PRIMERA LECTURA
FILIPENSES 1,18-26

“Para mí el vivir es Cristo, y la muerte ganancia”

Hermanos: De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El título dice que Dios puede valerse de muchos medios para hacer que su Reino crezca en medio de la humanidad, incluso de las circunstancias que parecieran más adversas, como la muerte misma. Así mismo Cristo es la vida del cristiano: Esta vida se desarrolla en medio de tensiones, pero todo fluye para bien de los que aman a Dios. Cuando se vive según Cristo, es decir en clave del Amor, las alegrías, los triunfos, así como las persecuciones y la muerte sirven para darle gloria al Dios mismo. La meta del cristiano es llegar a sentir que todo, incluyendo la muerte, es de Cristo. Y en cuanto a ella, nos damos cuenta además que no es opcional para el cristiano el modo de ver la muerte. El que niega que la muerte nos acerca a los bienes plenos, estables y verdaderos está negando la eficacia del amor redentor de Cristo. Lo que sucede es que hay gente maravillosa, como san Pablo, que se atreve a decir las cosas de un modo tan claro y brillante, que su claridad nos ilumina a todos.

Por otra parte reflexionemos en que anunciar el evangelio no es andar siempre con las palabras de la Biblia en los labios sino encarnar sus valores en cada situación que se hace y se vive. Cristo puede ser predicado también por los que son de otra corriente religiosa, diferente a la nuestra, pero que viven de manera coherente con la voz de Dios que les habla desde su propia conciencia, que les lleva a preocuparse de sus hermanos y de restablecer la justicia y la misericordia de la que han sido desterrados.
SALMO RESPONSORIAL: 41
R./ Mi alma tiene sed del Dios vivo.

Como busca la cierva
 corrientes de agua,
 así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.

Tiene sed de Dios,
 del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.

OREMOS CON EL SALMO
En este Salmo el poeta lejos de Jerusalén, expresa la nostalgia de otros tiempos y el deseo de regresar a la ciudad para poder entrar a la presencia de Dios, al templo.  Todo ser humano puede repetir como San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 14, 1.7-11

“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Pero ¿qué importa? De cualquier manera, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo; y esto me causa alegría.
Y todavía me alegraré más, pues yo sé que todo esto será para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Pues espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal, sino que, ahora como siempre, se mostrará públicamente en mí la grandeza de Cristo, tanto si sigo vivo como si muero. Porque para mí, seguir viviendo es Cristo, y morir, una ganancia. Y si al seguir viviendo en este cuerpo, mi trabajo puede producir tanto fruto, entonces no sé qué escogerme es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero, por otro lado, a causa de ustedes es más necesario que siga viviendo. Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con ustedes, para ayudarlos a seguir adelante y a tener más gozo en su fe. Así me tendrán otra vez entre ustedes, y haré que aumente su orgullo en Cristo Jesús.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

En el evangelio de hoy la comunidad lucana nos pone en sintonía con uno de los temas vitales de la comunidad de su tiempo: El del prestigio y el honor de ocupar los primeros puestos. En la mesa de los fariseos hay disputas por esos primeros puestos. Todos los invitados los desean. Los primeros en ocuparlos son los distinguidos los supuestos elegidos. Para ellos “ocupar los últimos puestos es una vergüenza” se muestra en este escenario, en contexto de la mesa y de la comida, el reflejo de la estratificación y exclusión social del tiempo de Jesús. Sin embargo, en la mesa del Reino de Dios los invitados buscan el último puesto. En la mesa de Jesús los últimos suben y los primeros deben estar dispuestos a bajar de manera que se llegue a conformar una mesa en la equidad, donde no haya jerarquías opresoras y delimitadoras de la dignidad humana.

Los invitados a la mesa del Reino, son invitados al gran banquete que es abierto a todos, en especial a los más pobres, necesitados, marginados, que en el evangelio son los considerados los “últimos”. El verdadero honor y prestigio evangélico del discípulo de Jesús tiene que pasar por el permanente servicio desinteresado a los demás. Estos son los rostros y las coordenadas del Reino de Dios.

ORACIÓN
Cuando nos llamas y comenzamos a pensar, ver y sentir diferente, es porque vamos descubriendo tu propuesta de amor misericordioso, dadivoso y servidor  en este proceso necesitamos mucho de tu ayuda para poder vivir el servicio desde el abajarnos para pensar en el otro y brindarle nuestro ser para que crezca como persona, sin que nos hagamos notar. Ayúdanos en esta tarea, te lo pedimos Señor. Amén

“El orgullo y la autosuficiencia pueden alejarnos del amor de Dios y del prójimo”


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