viernes, 1 de diciembre de 2017

Sábado 09 de Diciembre de 2017


“DEL AMOR A LA SANTIDAD”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 30,19-21.23-26

“Se apiadará a la voz de tu gemido”
Así dice el Señor, el Santo de Israel: "Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, porque se apiadará a la voz de tu gemido: apenas te oiga, te responderá. Aunque el Señor te dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: "Éste es el camino, camina por él." Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano de la cosecha del campo será rico y sustancioso; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo comerán forraje fermentado, aventado con bieldo y horquilla. En todo monte elevado, en toda colina alta, habrá ríos y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres. La luz de la Cándida será como la luz del Ardiente, y la luz del Ardiente será siete veces mayor, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llaga de su golpe." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN

Si hay una noticia consoladora es aquella que hoy nos regala el profeta: Dios ya no se esconde. Se deja sentir y atiende las súplicas. Dulce noticia, porque si hay algo angustiante y torturante es el silencio de Dios. La luz crece de tal modo que la luna se equipara al sol mientras el sol adquiere el brillo perfecto.

Más esa cercanía de Dios va en las dos direcciones. El mismo Dios que acoge las súplicas deja escuchar su voz y muestra el camino correcto. Esto debe ser destacado, porque a veces nos gusta que el Señor se haga presente para atender nuestra voz pero luego no nos interesa que esté cerca para que atendamos su voz. Hay una señal, un punto que marca el comienzo de esa cercanía; algo que no quisiéramos oír. Se trata del día de la gran matanza. No debiera ser así. El ser humano debería aprender a obedecer sin que tantos tuvieran que morir. La humanidad debería sentirse acompañada sin necesidad de saberse sobreviviente. Mas la obstinación humana ha conducido a eso: pareciera que necesitamos del horror de la muerte para reconocer el pecado, y necesitamos del vértigo de la supervivencia para aprender a agradecer.
SALMO RESPONSORIAL: 146
R./ Dichosos los que esperan en el Señor.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este es un canto de acción de gracias a Dios por la reconstrucción de Jerusalén y el regreso de los desterrados, y la providencia con que gobierna el universo. La restauración de Jerusalén es anticipo y símbolo de la redención obrada por Dios en Cristo. El sigue presente en medio de su pueblo y le ofrece diariamente pruebas de su amor.


LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 9,35-10,1.6-8

“Al ver a las gentes, se compadecía de ellas”
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Anunciar el Reino de Dios y sanar los males del cuerpo, es una tarea de grandes dimensiones que requiere abundancia de misioneros. Pero la realidad es que crecen las necesidades y escasean los misioneros. La actividad desbordante de Jesús, quien va por todas partes proclamando el Reino de Dios y realizando signos de vida, necesita la compañía de hombres y mujeres dispuestos a continuar y completar su tarea. Pero no se trata solo de solventar los problemas de la gente, sino de ver cómo se va realizando el Reino. Jesús siente el sufrimiento del pueblo y el abandono por parte de los dirigentes religiosos. En ese contexto envía a los discípulos para que anuncien la proximidad del Reino y realicen los signos y señales que visibilizan su proximidad. Los seguidores de Jesús hemos sido llamados y enviados para que el proyecto de Reino se haga visible. No es una tarea fácil, pero con la fuerza y la luz del espíritu la vamos alcanzando. Los signos del Reino se van percibiendo en muchos proyectos de promoción y dignificación humana. Jesús sigue esperando que nos  unamos a esta minoría misionera para seguir haciendo visible y vigente el Reino de Dios.

ORACIÓN
Padre de Bondad, gracias por esta nueva bendición de este día; por ver en los necesitados a los principales destinatarios de tu mensaje y de tu amor. Ayúdanos a que nosotros seamos capaces de obrar siempre con tus mismos sentimientos misericordiosos a los demás. Amén.


“Nuestro compromiso de amor con el prójimo, es signo de pertenencia a Dios y el reflejo de que recibimos en nosotros el mandato de Jesús”

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