viernes, 1 de diciembre de 2017

Miércoles 27 de Diciembre de 2017

San Juan apóstol y evangelista

“TESTIGOS FIELES Y CREÍBLES”

PRIMERA LECTURA
1JUAN 1,1-4

“Os anunciamos lo que hemos visto y oído”

Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Dos características se destacan indudablemente, en los escritos del apóstol Juan; dos notas que parecen contradecirse en términos físicos, pero se complementan bellamente cuando se trata de espiritualidad: altura y profundidad, es decir: ojo a lo alto y mirada a lo profundo.
La audacia de su mensaje compite con la belleza de su expresión, de modo que el corazón creyente, cuando de veras lee a Juan, llega a sentir esa especie de embriaguez deliciosa que se siente en los lugares altísimos, cuando todo se hace visible y adquiere por así decirlo su lugar en el conjunto sobrecogedor e imponente. Apegado a lo concreto y a lo real, mira qué nos ofrece: "lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida...". No es un vendedor de quimeras, no es un soñador atorado en sus ilusiones: es ante todo un testigo. Es difícil saber cuál podría ser la "gran palabra", el concepto clave de la enseñanza de Juan: Lo más seguro es decir que, más que una palabra o una única idea, en el corazón de la doctrina de Juan tenemos un conjunto armonioso y complementario de experiencias vividas desde Dios y hacia Dios. En este sentido el término clave sería "comunión". Estar "en comunión" es precisamente participar-de, recibir y compartir, aprender y ejercer un lenguaje, vivir lo mismo aunque no en la misma forma, en fin, llegar a ser con el otro. "Estar en comunión", es respirar de un mismo Espíritu, tener, haber aprendido juntos un modo de hablar sobre el Señor, llorar con las lágrimas del hermano y reír con su sola sonrisa.

SALMO RESPONSORIAL: 96
R/ Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean
justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es un himno de alabanza a la realeza de Dios, quien manifiesta su grandeza en los fenómenos naturales y en los juicios de la historia, se anuncia la venida de la luz para los justos.
Esa luz anunciada es Cristo, “que al venir a este mundo ilumina a toda la humanidad” (Jn1,9)   

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,2-8
“El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro”
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En el contexto de Navidad, ayer reflexionábamos en la muerte de Esteban y ahora meditaremos sobre la Resurrección, a través de la fe y del testimonio de Juan. Siguiendo esta dinámica, pudiéramos decir que: encarnación /muerte /resurrección, son signos del cristiano. Juan presenta la figura del “discípulo amado” que viendo los “signos de la muerte” (lienzos, sudario), llega a entender la resurrección (vio y creyó). La tradición ha asociado la “figura del discípulo amado” con la persona de Juan. Quizá “el anonimato” del discípulo amado represente a todos los seguidores de Jesús para que viendo “las marcas de la muerte de Cristo”, vean y crean, ¡que Jesús está vivo! Creer en el Resucitado no es tarea fácil, porque celebramos más la muerte que la vida misma. Al convertirnos en “discípulos amados” estamos invitados a correr a los sepulcros para constatar y anunciar que nuestra fe no pertenece a los muertos, sino a los vivos. Solo así, podemos celebrar que el Crucificado en realidad es el Resucitado.


 ORACIÓN
Cuando nos sabemos amados por ti, sin ningún interés, sino por tu don misericordioso, no nos queda  más que dejarnos amar y corresponder  con nuestra fe, transformación de vida, trato a los demás  y evangelización. Ayúdanos, por favor a continuar anunciando tu proyecto de vida con corazón dispuesto y generoso a la acción de Dios. Amén                                                                                                                                                                                                             
                                                                                                                                                                  “No basta con declarar el evangelio, hay que trasmitirlo, como la que ha corrido al encuentro del que se ha hecho Humano y ha Amado hasta el extremo”

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