viernes, 1 de diciembre de 2017

Martes 12 de Diciembre de 2017


NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

“MISIONEROS DEL AMOR COMO MARÍA”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS  7 10-14; 8,10

 El Señor dijo también a Acaz: «Pide al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.»  Acaz contestó: «No, yo no voy a poner a prueba al Señor pidiéndole una señal.»
Entonces Isaías dijo: «Escuchen ustedes, los de la casa real de David. ¿Les parece poco molestar a los hombres, que quieren también molestar a mi Dios?
 Pues el Señor mismo les va a dar una señal: La joven está encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel. Hagan planes, que serán desbaratados; propongan lo que quieran, que no se realizará, porque Dios está con nosotros. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
En la profecía de Isaías, Dios por medio de este se dirige al rey Acaz, quien se encuentra desesperado     por el temor a una posible invasión extranjera, al punto de casi ofrecer en sacrificio a su propio hijo, y le dice que no tema, que conserve su “fe” en Dios, y él y su dinastía estarán asegurados. Le promete un nuevo heredero, un descendiente, que afianzará su reino. Ese hijo será Ezequías, el rey piadoso que reinara en Jerusalén, pero, leído a la luz de la fe, en Jesús, detrás de ese contexto histórico se perfila el futuro y tan esperado Mesías. Esto lo concluye la primitiva comunidad cristiana cuando empezó a celebrar la llegada de la gran promesa a través del niño, que nacería de una virgen. Como suele ocurrir en la historia de Israel  es mucho tiempo después de realizada la profecía,  cuando esta resulta  esclarecida.

SALMO RESPONSORIAL 66
R./ Oh Dios, que te alaben los Pueblos;  ¡Que Todos Los pueblos te alaben!

Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
 para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación. R.

 Que las naciones griten de alegría,
pues tú gobiernas los pueblos con justicia;
¡tú diriges las naciones del mundo! R.

La tierra ha dado su fruto;
¡nuestro Dios nos ha bendecido!
¡Que Dios nos bendiga!
¡Que le rinda honor el mundo entero!

OREMOS CON EL SALMO
En esta hermosa oración -compuesta para celebrar la recolección de las cosechas (Éx. 23. 16)- la comunidad agradece al Señor los frutos de la tierra. Además, le suplica que renueve constantemente sus bendiciones, a fin de que todos los pueblos reconozcan en el Dios de Israel al único Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS  1,39-48
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
 María dijo: «Mi alma alaba la grandeza del Señor;  mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
Porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora siempre me llamarán dichosa. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
En el evangelio de hoy, la comunidad lucana nos narra cómo María,  después de la anunciación no se queda instalada egoístamente en su propio bienestar, sino el Espíritu de Dios que lleva dentro de su vientre, la lleva al servicio, a la misión; dando a entender que lleva a Jesús en su corazón y vida por naturaleza   debe colocarse en una continua disposición  a la misión.  María emprende el camino, hasta la casa  (comunidad) de su prima Isabel, madre de Juan el Bautista, para ayudarla en los meses que le restan de embarazo; en esta misión se da el encuentro de dos generaciones:  María, que representa al proyecto y generación nueva, traída por Jesús el Señor, e Isabel que representa la antigua alianza en la generación de los adultos mayores. Al saludo de María (palabra de bendición), el pequeño que se gesta en el vientre de Isabel “salta de alegría”, como reconocimiento al salvador que llega a visitarle. Entonces Isabel responde a aquel saludo también con una alabanza de bendición que exalta a María como la feliz, la bienaventurada, la llena de la gracia, del  favor de Dios.  Pero también reconoce la fe de María que libremente  “creyó” en el anuncio del ángel  y acepto el plan salvador y liberador de Dios. Ella, tú y yo que creemos, somos los favorecidos de Dios.
En María, Dios nos invita y enseña a estar abiertos a la acción del Espíritu, que todo lo puede, a la escucha de la palabra para ponerla en práctica, a optar con una disposición libre  a trabajar, por hacer realidad el Reino de Dios, que es amor , justicia, perdón  y solidaridad entre todos nosotros.
Esta experiencia de encuentro transformador entre María e Isabel se sigue dando a diario en personas que como tú y yo, le creemos al Señor y creemos en  sus promesas de bendición y vida.

ORACIÓN
Oramos desde Tu Palabra, Señor, en gratitud hoy al recordar el discipulado fiel de María Virgen, desde la advocación de Guadalupe, y meditando las palabras de sabiduría de esta discípula amada: “Mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu festeja a Dios mi Salvador, porque ha mirado nuestra pequeñez”. Queremos a imagen de María de Nazareth, ser mujeres y hombres que decimos si a Jesucristo como centro y Señor de nuestra vida. Amén. 

“Seremos verdaderos seguidores de Cristo, si como María, nos convertimos en servidores de los demás”


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