sábado, 1 de octubre de 2016

Domingo 23 de Octubre de 2016


“LA VERDADERA ORACIÓN”

Las lecturas de este domingo gravitan en torno a esas dos palabras que son centrales en la vida cristiana y en el evangelio de Lucas: oración y humildad. La idea central es clara: los orantes han de ser humildes y los humildes entienden mejor y más pronto qué es la oración.

PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 35, 12-14. 16-18

“Los gritos del pobre atraviesan las nubes”

El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia. Palabra de Dios
REFLEXIÓN
La Biblia nos habla de Dios como el Altísimo, que tiene  predilección con los pequeños y humildes. ¿Pero porque esa preferencia, por qué sucede así?.  Si miramos lo que somos los seres humanos cuando no nos dejamos guiar por los  desvíos mundanos,  encontramos que todo gobernante sabio se ocupa de modo preferencial de los desvalidos, pues al fin y al cabo los fuertes pueden defenderse mejor a sí mismos. ¿No hará lo mismo el que rige sobre las naciones y es rey del universo entero?
Es por eso que  primera lectura nos habla de un poder muy grande: "La oración del humilde, que atraviesa las nubes y no se detiene hasta alcanzar su destino." Nadie cree que haya tanto poder en aquellos que el mundo más desprecia pero es así. El gran orante es Cristo Jesús y nunca fue tan despreciado como en la hora de la Cruz. Pues bien, allí Él es el humilde entre los humildes y su plegaria de redención a atravesado las nubes y ha logrado salvación y vida para todos los que creemos en él y confesamos su santo Nombre.
SALMO RESPONSORIAL: 33
R./ Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
 mi alma se gloría en el Señor:
 que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
 para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita,
 el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
 El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.
                                                                      
OREMOS CON EL SALMO
El salmista participa su experiencia del amor de Dios e invita al ser humano a hacer esa experiencia. Jesús, más que nadie en este mundo, puede hablar del amor de Dios y puede hacérnoslo comprender en toda su profundidad.

SEGUNDA LECTURA
2TIMOTEO 4, 6-8. 16-18

“ Ahora me aguarda la corona merecida”

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.  Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Esta Segunda Lectura de San Pablo a su discípulo Timoteo, se puede considerar, como la herencia vivida de Pablo, el apóstol de las gentes o del pueblo, escrita por sus discípulos. Ante la inminente muerte del apóstol a manos del poder imperialista de Roma, Pablo deja una última buena noticia a la comunidad, para animarla y mantenerla en pie ante las adversidades y conflictos, invita a la comunidad a no dejarse arrastrar por las modas religiosas, intelectuales que se quieren instalar en las diferentes comunidades. En este sentido, la integralidad del mensaje cristiano estriba en la fidelidad a la experiencia del Jesús histórico y a la capacidad de actualizar su vida y su proyecto en el hoy de las realidades humanas, venciendo todo tipo de manipulaciones y acechanzas de ideologías perversas, de propuestas religiosas de muerte y exclusión.  

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 18, 9-14

“El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. " Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Cuentan que un hombre iba creciendo en su vida espiritual, llegó un momento en el que se dio cuenta de que era santo… En ese mismo instante, retrocedió todo el camino, que había recorrido y tuvo que volver a comenzar desde cero. Cuando una persona va trabajando intensamente en su proceso de crecimiento espiritual, tiene que cuidarse de dos amenazas: la primera es perder la esperanza y pensar que nunca va a alcanzar la meta y la segunda, no menos peligrosa, es pensar que ya llegó. Las dos situaciones son igualmente nocivas. Ambas producen un estancamiento en el camino espiritual.
La parábola que Jesús nos cuenta hoy fue dicha para “algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás”. Nos habla de dos hombres que fueron al templo a orar, dos hombres con dos actitudes diferentes: uno era fariseo y el otro publicano, cobrador de impuestos.  Dos personas con  actitudes que representan formas distintas de presentarse ante Dios. La primera, del que se siente justificado y seguro; cree que su comportamiento corresponde al plan de Dios; esta persona piensa que no necesita crecer más; tal como está, merece el premio para el cual ha venido trabajando intensamente. La segunda, del que se siente en camino, con muchas cosas por mejorar; se sabe necesitado de Dios y de su gracia; se sabe incompleto, en construcción. 
La conclusión de Jesús es que “el cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo, no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla será engrandecido” . Esta es la lógica del Reino de Dios. Una lógica que contradice nuestra manera de pensar. Hay que reconocer que es bueno ser conscientes de nuestros avances y logros; ciertamente, es sano saber que nos comportamos bien y que nuestra manera de obrar está de acuerdo con el plan de Dios.  Todo esto coincide con una sana autoestima, tan valorada recientemente por algunas corrientes psicológicas. Pero no debemos olvidar que esta actitud puede llevarnos a perder de vista lo que nos falta por avanzar en el propio camino espiritual; y, por otro lado, puede producir una actitud de desprecio por aquellos que , por lo menos aparentemente, van un poco más atrás. 
Por otra parte, si vivimos en la verdad, reconociendo nuestros  propios límites, sabiendo que no estamos terminados,   tendremos siempre la alternativa del crecimiento; podremos avanzar siempre más adelante. Cuando acogemos nuestra frágil humanidad, en todas su complejidad de luces y sombras y somos conscientes de nuestros defectos, comienza  en este mismo momento a generarse el proceso de la sanación interior. No hay sanación que no pase por el propio reconocimiento del límite. Esto supone mantener siempre activa la esperanza para seguir caminando, aunque todavía sintamos que nos falta mucho para llegar al final de nuestro crecimiento espiritual. Tan peligroso para nuestra vida es dejar de caminar, como pensar, antes de tiempo, que ya llegamos.  
 
ORACIÓN
Señor Jesús, como el publicano del evangelio hoy acudimos a ti, conscientes de nuestro pecado y necesitados de tu gracia. Nos humilla el peso de nuestras culpas y nos avergüenza la realidad de nuestro pecado. Míranos con amor, levántanos con tu poder, purifica nuestra vida y justifícanos con tu gracia, para que podamos vivir alegres en tu presencia y ser transformados con tu acción misericordiosa. Que tu Espíritu Santo nos guíe y enseñe siempre a orar. Amén



“Al diálogo con el Señor se llega en actitud de humildad y confianza,  no de orgullo y autosuficiencia”

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