sábado, 1 de octubre de 2016

Domingo 09 de Octubre de 2016


“SIEMPRE AGRADECIDOS”

La enfermedad de la lepra era más que una enfermedad para la gente de los tiempos bíblicos. Era vista como una especie de manifestación exterior de un mal interior y por eso se asociaba con el concepto de pecado y con las nociones de impureza.  Dentro de esta lógica, la reacción frente a la lepra sólo podía ser de rechazo al mismo leproso. En dos lecturas de hoy, la primera y el evangelio, aparece la victoria sobre la lepra. En el primer caso por la intercesión del profeta Eliseo; en la segunda por el mandato de  Jesucristo. Sin embargo, estas dos lecturas tienen en común algo más que una enfermedad : la gratitud.


PRIMERA LECTURA
2REYES 5, 14-17

“Volvió Naamán al profeta y alabó al Señor”

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor." Eliseo contestó: "¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada." Y aunque le insistía, lo rehusó. Naamán dijo: "Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor." Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Agradecimiento y gracia están emparentados: nada nos mueve tanto a agradecer como recibir un regalo, una gracia, un bien que necesitábamos o deseábamos pero que por alguna razón estaba más allá de nuestras previsiones, recursos o fuerzas.  La sanación de la lepra, que implicaba también el comienzo de la sanación de toda la vida social e interpersonal del enfermo, es un regalo, una gracia de esa naturaleza. En la primera lectura vemos a Naamán, general del ejército del rey sirio, aquejado de una enfermedad de la piel, fue a ver al profeta Eliseo, para que lo librase de su enfermedad. Eliseo, en lugar de recibirlo, le dijo que fuese a bañarse siete veces en el Jordán y quedaría limpio. Naamán, aunque contrariado por no haber sido recibido por el profeta, hizo lo que éste le dijo y quedó limpio. Cuando se vio limpio, a pesar de no pertenecer al pueblo judío, se volvió al profeta para hacerle un regalo, reconociendo al Dios de Israel, como verdadero Dios, capaz de dar vida.
El pagano Naamán lo mismo que el samaritano curado del evangelio de hoy manifiestan una inmensa gratitud. No es casualidad que se trate de dos personas que no pertenecían directamente al pueblo de Dios: precisamente, cuanto más "excluidos" parecía que  más  les alegra sentirse y saberse curados.
Aquí hay una lección para nosotros: el que más reconoce su necesidad y el que menos cree merecer el remedio es quien mejor y más pronto ve la mano de Dios y la agradece. Y lo opuesto también es verdad: quien se considera muy fuerte o quien tiene asumido que se lo merece todo no encuentra apenas de qué dar gracias.

SALMO RESPONSORIAL: 97
R./. El Señor revela a las naciones su salvación.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
 su diestra le ha dado la victoria,
 su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
 se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra
 han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor,
tierra entera, gritad,  vitoread, tocad. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este Salmo es un canto de aclamación a la realeza de Dios, Señor del universo y de la historia. El despliegue del poder salvador de Dios llega a su punto culminante en la encarnación de su hijo y en la victoria de este sobre la muerte y el pecado. 
SEGUNDA LECTURA
2TIMOTEO 2, 8-13

“Si perseveramos, reinaremos con Cristo”

Querido hermano: Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada: Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Palabra del Señor
REFLEXIÒN
En esta Segunda Lectura, Pablo nos presenta el tema de la fortaleza apostólica, que permite a los discípulos misioneros de Jesús Resucitado soportar los obstáculos, los sufrimientos y las adversidades que se presentan en la misión evangélica. Por tanto más allá de todas las adversidades y diferentes circunstancias la Palabra de Dios seguirá siendo fecunda en la historia.  El hacer memoria de la eficacia de esta Palabra, se convertirá en nueva fuerza de Dios cuando el discípulo tenga que atravesar por la propia pasión y cruz. En definitiva esta Palabra vivida desde los propios sufrimientos de los(as) seguidoras de Jesús se convierten en un memorial liberador y de amor de Jesús que permite que su obra sea fecunda en la vida de los discípulos y de las comunidades  humanas, y que de ellas nunca deje de emanar su originalidad, actualidad y dinamicidad hoy.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17, 11-19

¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros." Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes." Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Recuerdo el día de la ordenación de un sacerdote amigo, él hizo una bella oración en el momento de la acción de gracias, después de la comunión. Como esto pasó hace más de veinte años,  olvidé los detalles de su plegaria, pero no puedo olvidar que hizo referencia a la multiforme variedad de palabras que componen el campo semántico de la gratitud.
Dio gracias por tantos bienes recibidos a lo largo de su vida; dijo que se sentía agradecido con Dios, con sus familiares y amigos, y con otras muchas personas que nos habíamos hecho presentes de una manera tan grata para él en ese día tan especial; subrayó que se sentía profundamente congratulado y gratificado por la extraordinaria asistencia a la celebración; agradeció que su experiencia de Dios fuera tan gratificante; declaró el agrado que sentía por ser una persona particularmente agraciada por Dios; expreso su agradecimiento al coro que había hecho agradable la ceremonia; habló de la gratuidad con la que quería vivir su sacerdocio; manifestó su gratitud con el obispo y con todos los presentes; exaltó lo gratuito de la vida, observando que todo lo valioso de su existencia lo había recibido gratis; terminó afirmando que se consideraba muy gracioso, pues lograba decir grandes verdades graciosamente y que nos quería gratificar con una copa de vino y una tajada de ponqué, a las que estábamos todos invitados, gratuitamente.

El refrán popular nos recuerda que “ser agradecidos es de bien nacidos”. Por algo esta es una de las primeras cosas  que los papás y mamás enseñan con mucha insistencia a sus hijos e hijas: “¿Cómo se dice?”, repiten al unísono después de que sus hijos han recibido algún regalo o han sido objeto de alguna obra buena; y los niños y niñas, antes de saber pronunciar muy bien las palabras, balbucean, como pueden, su gratitud. Tal vez esta es la enseñanza más importante del pasaje que nos trae el evangelio de hoy, que nos presenta a un Jesús peregrino que, de camino hacia Jerusalén, pasa por entre las regiones de Samaria y Galilea: “Y llegó a una aldea, donde le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, los cuales se quedaron lejos de Él gritando: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!. Cuando Jesús los vio, les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad.
Lo curioso del pasaje que se nos presenta hoy es que sólo uno, al verse limpio, “regresó alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle gracias. Ese hombre era de Samaria”. Entonces Jesús se pregunta: “¿Acaso no era diez los que quedaron limpios de su enfermedad?¿Dónde están los otros nueve?, ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?. Evidentemente, San Lucas quiere destacar el hecho de que los extranjeros, los que eran considerados como parias por parte del pueblo de Israel, son los que reconocen con mayor facilidad las gracias que reciben.
Cuando nos sentimos con derechos y pensamos que lo que hemos recibido nos lo hemos ganado, ya sea por nuestros propios méritos o por otra razón, ya sea religiosa, cultural, política, social, económica, no reconocemos la gratuidad del don recibido. ¿Cuál es nuestra experiencia? ¿De verdad dejamos que de nuestro interior brote con frecuencia la acción de gracias por tanto bien recibido?. ¿Agradecemos la luz del sol que gratuitamente nos regala Dios cada día? ¿Reconocemos la gratuidad de nuestro corazón que no descansa ni siquiera mientras dormimos?, ¿Decimos gracias por las maravillas de la amistad y la ternura que no se cobran?, ¿Nos sentimos gratificados por todo lo gratuito y gracioso de la vida?.
No nos olvidemos nunca de dar GRACIAS. 

ORACIÓN
 Buen Dios, todos nosotros somos enfermos y nos sentimos alejados y rechazados con frecuencia. Míranos hoy con misericordia y derrama sobre todos nosotros tu poderosa y bendita bendición. Danos un corazón agradecido, para que siempre podamos reconocer todo lo que haces por nosotros. Amén.  


“La verdadera espiritualidad es hacer de cada momento de la vida, un momento de Acción de Gracias”

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