UNA
DECISIÓN EQUIVOCADA
En los últimos años se recuerda el 11 de septiembre de 2001 como el día más
trágico que vivió Estados Unidos, por la
caída de las torres gemelas y los diferentes acontecimientos que ocurrieron ese
día. Pero para muchos de nosotros, ese no fue el peor, ni el más triste día
sino que realmente fue el año de 1963, el más lamentable y no sólo para Estados Unidos sino también
para todo el mundo. No hubo ninguna
guerra, no hubo atentados ni catástrofes, la economía estaba más floreciente
que nunca. Entonces se preguntarán: “¿Qué es lo tan terrible para una nación en
progreso como esa?”. Aquel año, nada más ni nada menos que por mandato
presidencial se decidió quitar de las escuelas públicas, la lectura de la
Biblia y la oración como práctica diaria,
realizada durante mucho tiempo en ese país; se prohibió que el nombre de Dios
siguiera apareciendo con todos sus signos en la constitución y diferentes
formas políticas y sociales. ¡Una lamentable decisión! que trajo como
consecuencia el comienzo de su decadencia social y espiritual. A partir de
allí comenzaron a multiplicarse prácticas
como la hechicería, el espiritismo y el culto satánico. En la actualidad el
satanismo es la subcultura con mayor difusión entre los jóvenes. La venta de
películas, música y videos satánicos, va en considerable aumento y la
drogadicción y delincuencia juvenil han alcanzado niveles alarmantes. Cuando sacamos a Dios de nuestras
vidas, todo nuestro ser se encamina poco a poco, hacia senderos equivocados que
irremediablemente nos llevan a destinos trágicos (Deuteronomio11,26-28).
Después de todo esto ha sobrevenido cada vez más este caos que vivimos en el mundo. Se ha
quitado la oración en los colegios, no se permite leer la Biblia. Más adelante
algunos científicos, psicólogos, psiquiatras y educadores afirmaron que no deberíamos
corregir a nuestros hijos cuando se portarán mal, y todos dijimos “OK”,
aceptamos no corregiremos más. Más tarde llego la orden a rectores, decanos,
directores y maestros de escuela y universidades que no debían disciplinar a
sus alumnos y los padres dijeron: “OK
aceptamos”. Luego nos dijeron: permitamos que nuestros hijos vivan en libertad
y no se la cohibamos, dejémosles que tomen, consuman lo que quieran, a nuestras
hijas, escojan lo que quieran hacer con su cuerpo que eso está bien. La
industria del entretenimiento y del arte
nos dijo hagamos películas y shows que promuevan el exhibicionismo y la
profanación y violencia sexual, el consumo de drogas, la homosexualidad, que
solo son medios para que la gente se divierta y el que no quiera que no las
vea, y la mayoría dijeron: ACEPTAMOS..
Sacamos a Dios de nuestras vidas, de nuestras
familias, de nuestra sociedad y todavía nos estamos preguntando porque hemos
perdido los nuevos valores, porque nuestros jóvenes no tienen conciencia,
porque no distinguen entre el bien y el mal, porque son tan rebeldes y
agresivos, porque no les molesta traicionar, golpear o matar a alguien
incluyendo a sus amigos y a veces hasta sus propios padres y familiares y
llegar al suicidio; situaciones que hoy estamos viviendo cada vez más en
aumento. ¿Por qué tantos embarazos no deseados, niñas y niños violados, SIDA, drogas, enfermedades
venéreas, abortos, injusticias, desigualdades, inseguridades, aumento de las
enfermedades mentales y emocionales, soledad, depresión, miedo, etc. ?. Y encontraríamos la respuesta probablemente
en que finalmente estamos cosechando “solamente lo que estamos sembrando”( Gálatas
6,6-7). Escuché una oración de un joven
que decía: “Querido Dios ¿Si de verdad existes porqué no salvaste a los niños que
murieron en el incendio del bus en Aracataca?” y firmó sinceramente: “estudiante
muy preocupado”. Un tiempo después recibió la respuesta así: “Amado estudiante
preocupado, a mí me sacaron de los colegios, a mí no me permiten estar en la
escuelas, a mi no me permiten hacer prácticamente nada. Sinceramente Dios”
Reflexionemos donde tenemos hoy a Dios, en nuestras
vidas, en nuestras familias, en nuestras realidades y dejemos que ocupe el
primer lugar, seguro que no saldremos defraudados.
“DIOS ESTA
TAN LEJOS COMO LO HEMOS PUESTO NOSOTROS HOY”
Roberto Zamudio