“SOMOS
MENSAJEROS(AS) DE LA VIDA”
Iniciamos hoy un nuevo año
litúrgico. Cambiamos el color de los vestidos sagrados para indicar un tiempo
de reflexión y de cambio; comenzamos a leer el evangelio de Lucas y orientamos
nuestra reflexión hacia la experiencia de la Venida del Señor a nuestra
historia como Salvador y Redentor.
PRIMERA
LECTURA
JEREMÍAS 33,14-16
Suscitaré a David un vástago legítimo
"Mirad que
llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa
de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a
David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En
aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán
así: "Señor-nuestra-justicia". Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Este primer domingo de
adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El
tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre
los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo
del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a
introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.
La lectura del libro de
Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén
en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su
situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para decirle que
Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se
construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a
pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que
los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo
de Israel.
SALMO RESPONSORIAL: 24
R./A ti, Señor, levanto mi alma
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en
tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y
Salvador. R.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el
camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su
camino a los humildes. R.
Las sendas del Señor son misericordia y
lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con
sus fieles y les da a conocer su alianza. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Este Salmo es un canto a la
bondad y al amor de Dios y petición humilde de orientación y enseñanza. El
cristiano sabe que el amor de Dios se hizo presente de manera nueva e
insuperable en la persona de Jesús. Él es quien debe guiarlo y enseñarle la
verdad que conduce a la vida.
SEGUNDA LECTURA
1TESALONISENCES 3,12–4,2
Que el Señor les fortalezca internamente, para
cuando vuelva Jesús
Hermanos: Que el
Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que
nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando
Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis
santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo
Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para
agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las
instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
San Pablo en esta segunda lectura
a la comunidad de Tesalónica, invita a que la vida del creyente se desarrolle
en la espera del Señor, que ha de
volver. En un primer instante se menciona el mandamiento del amor, el cual debe
ser puesto en práctica no sólo entre los cristianos, sino especialmente
extenderse a todos, es decir para los que no lo son y están alejados de Dios y
de su Iglesia, los invita como el Papa Francisco hoy, a ir más allá de sus
propias fronteras, para llegar con el mensaje que puede transformar el corazón
de las mujeres y hombres. Pero para eso es necesario sumergirnos en una
constante renovación interior, nos insta a que debemos pedir y buscar a Dios;
esta renovación nos va a ayudar a que el
centro de nuestra vida sea vivir y compartir el amor de Dios, que se hace
misión y servicio en nuestro caminar.
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS 21,25-28.34-36
Se acerca su liberación
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo
del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la
ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se
tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran
poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se
acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el
vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel
día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad
siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir
y manteneros en pie ante el Hijo del hombre." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los
versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23).
Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la
parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su
tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino
revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el
mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La
segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba
oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor
13,12b).
En
nosotros existe la angustia, el miedo, no causados por “las señales en el sol,
la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más
bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del
poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración... de tantas
estructuras injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de
Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.
El
mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña
cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que
el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción
diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas
del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama
de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar
alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y a
afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que pasa por la
cruz.
Por
eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los
vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al
Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno.
Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con
una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos
precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una memoria que
tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las promesas de la
fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las señales del
tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar para que las
promesas se verifiquen en nuestras vidas.
El adviento es tiempo de
preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo Testamento con su
vida y predicación. Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese
momento el que esperamos, y para ese momento en que creemos que la justicia,
que la igualdad, que la solidaridad se impondrán.
ORACIÓN
Al comenzar, este
nuevo año litúrgico, hoy con primer domingo de Adviento, que nos prepara para
celebrar con gozo el nacimiento del niño Jesús, te damos muchas gracias,
gracias por el camino e itinerario, bíblico y litúrgico que terminamos el
domingo pasado. Concédenos, Padre Bueno, tu Espíritu Santo, para esta nueva
caminata litúrgica que iniciamos hoy, en clave del gran jubileo de la
misericordia; concédenos ser libres, de toda incredulidad, orgullo, arrogancia
y vanagloria, nos preparemos en este adviento para seguirte acogiendo en
nuestras vidas como la única y verdadera felicidad. Amén.
“El Señor quiere
llegar a nuestra vida y quedarse para siempre. Vale la pena tomar en serio el
adviento del que nos devuelve la dignidad de hijos(as) de Dios”
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