domingo, 1 de noviembre de 2015

Miércoles 11 de Noviembre de 2015


“QUIEN ES SANADO POR DIOS, PUEDE DECIR ¡GRACIAS!”

PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 6,1-11

“Escuchad, reyes, a ver si aprendéis a ser sabios”
Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente.
A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El libro de la Sabiduría rescata el valor de lo pequeño, de lo poco vistoso o incluso de lo “despreciable” para el mundo. Y muestra cómo los ricos y poderosos están en peligro de llenarse de la efímera riqueza, de la sensación de que todo lo pueden por su poder, por la imposición de las fuerzas de las que disponen. El poder y el dinero tienen una fuerza terrible para doblegar al hombre con sus promesas para hacerlo su esclavo. Podemos dar fe de todos los casos que conocemos en los que muchos han sido capaces de hacer lo que sea por conquistar fama, poder o riquezas. Gente que termina siendo enemiga de su propia familia por un poco de dinero, o que se hacen matar por poseer unas tierras. Gente que se olvida de qué es lo más importante. Por eso el texto de hoy vuelve a llamar a nuestra conciencia, así como lo hizo con los hombres de su tiempo: “pilas” con lo que estamos dispuestos a hacer para alcanzar riquezas, con el natural afán de poseer y de mostrar, que nos caracteriza a los humanos. Un hombre o una mujer de Dios debe saber que esa tentación estará siempre en el corazón, para que podamos vencerla necesitamos mucha fuerza de Dios y mucha claridad sobre las consecuencias que trae en la vida, salir a darlo todo por el poder y la riqueza.    

Seamos entonces verdaderos discípulos de la sabiduría, sigamos más bien el querer de Dios y sus caminos en vez del querer del mundo; vivamos  la unión de nuestra voluntad con la voluntad divina. Esta  es la sabiduría verdadera, es visible, toca la realidad, y la transforma según la fuerza inconmensurable del querer de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 81
R. / Levántate, oh Dios, y juzga la tierra

"Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable." R.

Yo declaro: "Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos." R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Cuando las autoridades se pervierten el mal obra con mayor fuerza entre las personas. El salmista pide a Dios que haga justicia. El clamor para la justicia es natural para el ser humano. El Dios justo nos exige practicar la justicia, pero el juicio definitivo solo pertenece a Él (Rom. 12, 18-21)  

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 17,11-19
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros." Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes." Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Samaritanos y Judíos tenían una enemistad acumulada a lo largo de muchos años. El gesto del samaritano, de ponerse a los pies de Jesús, simboliza al discípulo que aprende de su maestro y se adhiere a sus enseñanzas. Los otros nueve no regresaron donde Jesús, pues se instalaron en la comodidad de la salud, sin preocuparse de la palabra y del mensaje que propició su sanación. – La actitud del samaritano cuestiona muchas de nuestras posturas cerradas que sólo ven el bien en los que piensan, creen y viven como nosotros, hasta el punto de tapar y ser cómplices de muchos pecados internos. Sin embargo, con frecuencia nos encontramos con gente que, estando fuera del ámbito de nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestras convicciones religiosas, culturales o políticas, es más coherente con los valores evangélicos. En el evangelio de hoy, es precisamente un extraño, un venido de fuera, despreciado por los de dentro, el único que sabe reconocer el don recibido de Dios, dando una lección superior a quienes, a pesar de haber sido sanados, no supieron que la verdadera sanación comienza con la salud del cuerpo, pero culmina en el seguimiento de Jesús, que da vida a quien se acerca a él.

ORACIÓN
Mediante el libro de la Sabiduría en estos días, Señor, nos revelas principios tan importantes como este de no caer en la búsqueda de poder y dominio sobre los otros, sino a partir del manejo y dominio en algún campo de nuestra vida, les sirvamos con sencillez, humildad y buscando siempre agradarte, cumplir y vivir bajo tu voluntad y agradecerte por lo que nos permites recibir y dar en nuestra vida. Amén

“La gratitud es una planta que crece sólo en la tierra de almas nobles”

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