“LA VIDA LA
RECIBIMOS EN CRISTO”
PRIMERA LECTURA
EFESIOS 2, 1-10
“Nos ha hecho vivir con Cristo y nos ha sentado en
el cielo con Él”
Hermanos: Hubo un tiempo en que estabais muertos por
vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente,
bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en
los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los
deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación;
y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros
muertos por los pecados, nos has hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis
salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con
él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad
para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y
mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco
se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos
ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él
nos asignó para que las practicásemos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo recuerda a los Efesios: "No se debe a
vosotros..." Es maravilloso saberse amado pero hay algo en el orgullo
humano que quiere siempre encontrar un motivo para ese amor. La razón es que si
Dios tenía un buen motivo en mí para amarme, entonces bien se ve lo bueno que
soy. Uno trata de ser bueno por propia fuerza, por propio impulso; eso seduce
nuestra vanidad y mima a nuestro ego. Uno trata de convencerse de que es lo
suficientemente sagaz, sabio, virtuoso, inocente, bello o fuerte como para
"merecer" que lo salven. La Biblia no respalda esas aspiraciones.
Dios me ha salvado por puro amor, por puro regalo. Lo bueno que había en mí no
alcanzaba su verdadera meta, pues tanta inteligencia no me hizo descubrir al
Dios que se esconde en los humildes, y tantas riquezas no me sirvieron para
ganarme a un Dios que se pone del lado de los pobres.
Así que uno tiene escoger: ¿quiero con mis obras
convencer a Dios de que me ame o quiero ser la obra de un Dios que me ha amado
sin que yo en realidad lo mereciera?
SALMO RESPONSORIAL: 99
R. / El Señor nos hizo y somos suyos.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
"El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades." R.
OREMOS CON EL
SALMO Y ACERQUEMONOS A SU CONTEXTO
Este Salmo es una aclamación litúrgica al Señor pastor del
pueblo y canto de alabanza al amor de Dios. Es considerado como una profecía, e
incluso se utiliza como una oración, para la venida de ese momento cuando todas
las personas sabrán que el Señor es Dios, y que entrará en sus adoradores, y
ovejas de su prado, que tienen abundantes motivos para adorarle con alegría.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 13-21
“Lo que has acumulado, ¿De quién será?”
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
"Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le
contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre
vosotros?"
Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda
clase de codicia. Pues, aunque uno -ande sobrado, su vida no depende de sus
bienes."
Y les propuso una parábola: "Un hombre rico
tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo
donde almacenar la cosecha."
Y se dijo:
"Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes,
y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a
mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos anos; túmbate, come,
bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a
exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que
amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús nos invita a enriquecernos ante Dios. La
abundancia de posesiones era en la antigüedad identificado con la tranquilidad
e, incluso, con la felicidad, pero bien se sabía por el sentido común cuán
frágiles eran las seguridades provenientes de las posesiones. A cada época de
bonanza le sigue una de escasez, y con frecuencia la precariedad sobreviene por
las veleidades de gobernantes incapaces que piensan más en sus intereses
particulares que en el bien común. Jesús nos invita a desafiar esas seguridades
con el cultivo de la espiritualidad como auténtica fuente de seguridad y
felicidad. Para él, la vida es más que la suma de los procesos biológicos,
económicos y sociales. La vida es un don y, como tal, debe ser a su vez donada
en abundancia, ya que la vida, como bien principal, no se puede retener, pero
sí se puede entregar. La herencia que Jesús nos ha dejado es precisamente ese
espíritu de vida, amor y felicidad. – Nuestra cultura promueve valoraciones
excesivas respecto a los bienes económicos y sociales, ya que pone en ellos la
seguridad única y última de la existencia; sin embargo, la consecuencia de esta
actitud es el vacío afectivo y existencial, ya que la consecución de estos
bienes no produce inmediatamente el efecto que pretenden.
ORACIÓN
Amado Señor, hoy queremos escucharte, hacer silencio
y dejarte hablar, no queremos imponer nuestros pensamientos ni nuestra voluntad.
No queremos acumular nada material ni intelectual que nos aleje de nuestro fin,
que es vivir en tu bendito amor. De nada nos sirve cosechar éxitos y triunfos
si no los compartimos contigo y con nuestros hermanos. Gracias Señor, por acompañarnos en nuestro deseo profundo de ser mejores
personas y existir para Tí. Amén.
“Preocupémonos
no por acumular bienes temporales, sino por alcanzar los bienes de Dios”
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